Matar el tiempo

Hoy, hace 120 años que partió para integrarse al cosmos uno de los grandes creadores de la literatura universal y de las ciencias, a quien, por su extraño carácter y por su inclinación al trato con las niñas, se le atribuyen desordenes mentales que hasta la fecha no han podido ser sustentados de forma definitiva: Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido como Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las Maravillas y otras.

Carroll fue sucesivamente un notable fotógrafo, especialmente de niñas de distintas edades, incluyendo púberes. Luego se interesó profundamente en las Matemáticas y fue profesor de esa materia y de Lógica. Al mismo tiempo escribió en varios diarios del Reino Unido, para, luego, escribir libros, entre ello Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillad y su continuación, Alicia a través del espejo y lo que encontró ahí. También escribió libros científicos como La Lógica Simbólica. Al final, fue diácono.

Tomada como una obra de fantasía, esto es, de creación literaria pura, Alicia en el País de las Maravillas, es una de las cumbres del género; pero, vista a través del estricto rigor científico, se trata de una aplicación precisa de la Lógica Simbólica que propone en la obra del mismo nombre y otras. El libro, aparentemente para niños, un libro lúdico, un libro que se va ejecutando a sí mismo según se van resolviendo problemas y acertijos; finalmente se convierte a una obra para todos, que plantea reto permanente.

En uno de los pasajes mas significativos, el Sombrero Loco le explica a Alicia que él y la Liebre de Marzo se encuentran atrapados en una fiesta eterna, porque, cuando debió de cantar para la Reina de Corazones en un gran concierto, escapó y ésta y lo condenó a muerte por ‘matar al Tiempo’. Pero el Tiempo, por la ira que le produjo su intento de matarlo, detuvo el tiempo, cogiéndoles a él y a la Liebre de Marzo, a las 6 de la tarde para siempre, con la nota en el sombrero: ‘En este modelo 10 chelines y seis peniques’.

El Sombrerero Loco es de los pocos personajes que también aparecen en Alicia frente al espejo; en este texto, también está en problemas con la ley. Esta vez; sin embargo, no es necesariamente culpable: la Reina Blanca, explica que a menudo los sujetos son castigados antes de que cometan un delito, y no después, y algunas veces son condenados por delitos que no han cometido. Con la Liebre de Marzo, va y viene.

Ya visto como un ingenioso juego de artificios lógicos, tiene que aceptarse que Carroll fue más allá de los conceptos de la lógica entendida y aceptada. Trasciende la lógica aristotélica en la que el silogismo es paradigma de la forma correcta del razonamiento. También la lógica moderna, basada en un sistema de signos matemáticos parecidos al álgebra para deducir las conclusiones de todas las formas y métodos de razonamiento.

Para algunos autores, La lógica Simbólica de Carroll en una obra de transición entre la lógica tradicional y la lógica moderna. Lewis Carroll transcendió más bien como un pedagogo, un maestro, que trató de transformar el conocimiento, la lógica, en aventura epistemológica, que retó a los niños a construir la lógica de otros mundos, mediante un libro que se va creando y recreando a medida que entiende los eventos.

Según el portal Fandom: “Fue durante unas excursiones, el día 4 de julio de 1862, cuando Carroll creó el esquema de la historia que finalmente se convirtió en su primer éxito comercial y el más grande. Después de haber contado la historia, Alicia Liddell le pidió que la anotara. Tras mucho tiempo, en noviembre de 1864, Carroll finalmente le entregó a Alicia un manuscrito ilustrado titulado Las Aventuras de Alicia bajo Tierra en noviembre de 1864. Este manuscrito se convirtió en Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, al ser publicado por primera vez en 1865 con ilustraciones de John Tenniel”.

La entrada misma de la obra de Carroll está llena de pistas para la aventura que espera al lector: “Alicia empezaba a estar harta de seguir tanto rato sentada en la orilla, junto a su hermana, sin hacer nada, una o dos veces se había asomado al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenia ilustraciones ni diálogos, ‘¿y de qué sirve un libro —pensó Alicia— si no tiene ilustraciones ni diálogos?’.

Charles Lutwidge Dodgson nació en Daresbury, Cheshire, el 27 de enero de 1832 y falleció en Guildford, Surrey, el 14 de enero de 1898. Sus obras perduran y quizá cuando el arte deje de ser entretenimiento, vuelvan a suscitar interés lógico.