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Los tiempos nuevos

Cuando el presidente Abraham Lincoln decidió abolir la esclavitud en los Estados Unidos, llevar a la práctica esa medida requirió de una guerra civil.

Cuando el presidente Abraham Lincoln decidió abolir la esclavitud en los Estados Unidos, llevar a la práctica esa medida requirió de una guerra civil. El argumento de los esclavistas era: ¿por qué no comprar y vender esclavos? ¡Es la libertad de mercado! La libertad de mercado se ha esgrimido siempre; pero, todas las evidencias señalan que el libre mercado no existe; todo está regido por poderes económico, políticos, etc.

Ahora que ha venido a ocurrir un descalabro en los mercados bursátiles de las más fuertes economía del planeta, se echa mano a fantasiosas explicaciones, sin atender a una realidad que se estrella en la cara, el fin de la era Yellen y con la vuelta a la economía de ficción, en que todo es un juego perverso de intereses que nada tienen que ver con la economía real. Los mercados especulativos contenidos, se han soltado.

Los tiempos nuevos

En el 2008, cuando ocurrió la última crisis financiera, el presidente Bush anunció la entrega de 700.000 millones de dólares a las empresas quebradas. Así, el Gobierno intervino, creando una masa monetaria sin precedente que no correspondía y menos respondía a la realidad de la economía. Ahí se demostró que es falso lo que afirman Milton Fridmann y otros autores neoliberales: que la ciencia conoce las reglas del mercado y que el gobierno debe limitarse a obedecerlas. La realidad es, no hay reglas.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Eeconomía publicó un libro llamado Rewriting the Rules of the American Economy (Reescribir las reglas de la economía estadounidense) en el que sugiere que las reglas de la esfera económica son demasiado rígidas, al punto en el que ciertos problemas, como la desigualdad, la pobreza, la falta de crecimiento económico, se vuelven difíciles de solucionar si no se articulan reformas que favorezcan a los menos favorecidos. De ahí surgieron ideas frescas y renovadoras.

Coincidentemente, la Dra. Janet Yellen, llevada a la presidencia de la Fed por el presidente Barack Obama, ha sido la artífice de la fortaleza de la economía estadounidense y del mercado laboral, lo que ha permitido en concreto elevar el precio del dinero dejarlo entre el 1.25% y el 1.5%, conteniendo la inversión en el terreno especulativo, para llevarla a la producción y con ello generar empleo decente.

Fue la Fed el primer banco central que logra salir de una política de flexibilidad monetaria con tasas de interés cero y una colosal expansión de su hoja de balance sin grandes dificultades y sin provocar una recesión. Ese logro no es poca cosa; hay que recordar que Japón no ha podido conseguir ese resultado y su política de flexibilidad monetaria no logró romper la inercia del estancamiento. En Europa, el Banco Central Europeo no ha abandonado su postura de tasas cero y flexibilización cuantitativa.

Así, cuando el gobierno de Estados Unidos dio a conocer datos sobre sus planes de endeudamiento para este año confirmó los temores de los inversionistas sobre el comportamiento futuro de las tasas de interés y sirvió para detonar el fuerte ajuste en el mercado bursátil. Mientras perdure el sentimiento negativo de estos inversionistas, el ajuste a la baja se va a mantener. Aquí hay dos problemas íntimamente ligados entre sí que es importante considerar. El primero es que mientras la Fed planea incrementos a la tasa de interés, el gobierno estadunidense ha decidido incrementar su endeudamiento. Eso presiona más las tasas de interés y encarece el pago de deuda.

Ahora que, no hay que confundir los mercados bursátiles con la economía, ni las jugadas especulativas con las inversiones productivas. Doña Janet apostó por estas últimas y, aún cuando ya dejó la presidencia de la Fed, los efectos de su legado son a largo plazo y llegarán a las nuevas generaciones de economista, que, como ella, ya no se asustan con el petate del muerto.