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Los cien días de Roosevelt

Cuando, en su toma de posesión como 32avo. presidente de los Estados Unidos, el notable político neoyorkino, Franklin Delano Roosevelt, prometió: “Actuar y actuar ahora”

Cuando, en su toma de posesión como 32avo. presidente de los Estados Unidos, el notable político neoyorkino, Franklin Delano Roosevelt, prometió: “Actuar y actuar ahora”, ya tenía en mente el paquete de reformas que habría de sacar al país, afectado por la severa recesión derivada de la crisis del 29, del marasmo e iniciar la etapa del Estado de bienestar que tantos y tan magníficos beneficios trajo a EU y a todo el mundo.

Lyndon LaRouche explica que: “1.- 5 de marzo. Al día siguiente de su toma de posesión el 4 de marzo, FDR tomó dos acciones ejecutivas: declaró un feriado bancario que duraría del 6 al 9 de marzo, usando las cláusulas de la Ley de Comercio con el Enemigo, que congeló toda actividad bancaria, incluyendo sacar oro y plata del país, y convocó a una sesión especial del Congreso para el 9 de marzo”. ¡Derecha la flecha!

Los cien días de Roosevelt

“2.- El 9 de marzo se presentó y fue aprobada por el Congreso la Ley de Emergencia Bancaria. La ley funcionaba como el primer paso de lo que haría hoy el restablecimiento de la Glass-Steagall, al posibilitar una auditoria federal de todos los bancos, antes de reabrir el 13 de marzo los que cumplieran con los requisitos apropiados”. Así, el gobierno recuperó su autoridad y augusto poder frente al capital.

Capital salvaje que había provocado la quiebra de la economía mundial, llevó a la ruina a las empresas productivas y, mediante la usura, quitó la comida de la boca a las masas depauperadas. Capitalismo que elevó el costo de la vida, bajó la producción, quebró bancos, redujo el crédito, creó desempleo, huelgas y hambre. Fue necesario que se abandonara la doctrina del liberalismo y que el Estado dirigiera la economía.

Eso lo hizo, de forma valiente y con la ley en la mano, el presidente Roosevelt, el único mandatario que ganó cuatro veces consecutivas la Presidencia y que es recordado como un héroe que pudo enfrentar exitosamente las presiones de los magnates que, como ahora, engullían todo lo que encontraban a su paso, rindiendo culto al becerro de oro. Luego de someter y limpiar al sistema financiero de los Estados Unidos, inició su Plan de Cien Días.

Como el propio Roosevelt explicó en su discurso del 21 de marzo: “Al Congreso:

Para nuestro programa de recuperación es esencial que se promulguen de inmediato medidas que tengan como objetivo aliviar el desempleo. Un ataque directo a este problema sugiere tres tipos de leyes. La primera para que el gobierno federal inscriba de inmediato a los trabajadores en esos empleos públicos tan rápido como se puedan echar a andar y que no interfieran con la demanda o las normas apropiadas del empleo regular. La segunda es para dar subvenciones a los estados para programas de alivio al desempleo. La tercera se extiende hacia un programa amplio de creación de empleos en obras públicas”.

Adicionalmente, entre finales de octubre y principios de noviembre, creó la Comisión de Obras Civiles. La CWA, con Harry L. Hopkins al frente, generó 4.2 millones de empleos con el salario mínimo en menos de dos meses, lo que permitió a muchas familias soportar las inclemencias del invierno. Aunque solo duro tres meses y medio, construyó y rehabilitó casi un millón de kilómetros de caminos rurales; erigió y mejoró 40,000 escuelas; dio empleó a 50,000 maestros; construyó o mejoró mil aeropistas y pequeños aeropuertos; construyó parques, abrió hidrovías, hizo obras de dragado y alcantarillado, etc. También le dio empleo a escritores y artistas, con lo que, nuevamente, Estados Unidos logró recuperar su posición como la primer economía del mundo.

Franklin Delano Roosevelt, de familias acaudaladas de Nueva York, inició su carrera política como senador, siendo líder del Senado muy joven. Fue secretario de Marina y convirtió a la corporación en la más destacada. La abandonó en 1921, cuando contrajo poliomielitis y quedó paralizado de la cintura para abajo. Pero, volvió a ella y el primero de enero de 1929 ganó con suma facilidad la gubernatura de Nueva York y luego, el 8 de noviembre de 1932, la Presidencia, en la que se reeligió tres veces.

Su herencia: “Prefiero rescatar a los que producen alimentos que a los que producen miseria”.