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Historias del paraíso

El 18 de mayo pasado, desde su sede en Baar, Suiza, la multinacional Glencore anunció un acuerdo con el Grupo Gasolinero G500 para invertir mil millones de dólares en proyectos de infraestructura en México durante los próximos cinco años en Tabaco y Veracruz

El 18 de mayo pasado, desde su sede en Baar, Suiza, la multinacional Glencore anunció un acuerdo con el Grupo Gasolinero G500 para invertir mil millones de dólares en proyectos de infraestructura en México durante los próximos cinco años en Tabaco y Veracruz, así como una inyección de recursos para una amplia red de gasolineras en el país.

El consorcio G500, que integran 54 operadores de estaciones de servicio y tienen más de mil 800 gasolineras en el país, abastecen al 15% del mercado nacional. Con este acuerdo y una primera gasolinera en Tlalnepantla que importa gasolina y diésel, se materializaba uno de los puntos más controvertidos de la reforma energética. La crítica se disipó y nadie reparó en su socio estratégico, Glencore, cuyo negro historial acaba de quedar expuesto.

Historias del paraíso

El pasado de Glencore emergió con la revelación de 34 millones de documentos, una gran parte del despacho Appleby, que colocó en cuentas secretas durante 66 años dinero de decenas de miles de personajes en el mundo de la política, los negocios y la industria del espectáculo, en lo que se ha denominado los Papeles del Paraíso. En ese voluminoso paquete de documentos y correos electrónicos dado a conocer mundialmente este domingo, aparecen las huellas de Glencore, una de las multinacionales de materias primas y recursos naturales más grandes del mundo, con operaciones en 150 países y fundada en 1974 por Marc Rich, un estadounidense que emigró de Bélgica durante la Segunda Guerra Mundial, que inventó en 1970 el mercado spot de petróleo y en 1983 fue acusado por la Fiscalía de Nueva York por evadir impuestos, junto con otros empresarios, por unos 50 millones de dólares.

Los Papeles del Paraíso revelan como Glencore, la minera más grande del mundo, le prestó en forma secreta 45 millones de dólares a Dan Gertler, un multimillonario israelí en 2009, luego de garantizar un controvertido acuerdo con la República Democrática del Congo para operar una mina en Katanga.

Según la arqueología que realizó el periódico The Guardian de los documentos, Gertler fue el negociador clave para conseguirle los beneficios de un contrato con el gobierno tutsi de Laurent-Désiré Kabila. Getler, un personaje altamente polémico, es supuestamente la inspiración de Hollywood para el papel del traficante de diamantes en Sierra Leona, Danny Archer, interpretado por Leonardo Di Caprio.

La película, Diamantes de Sangre, muy criticada por africanos, habla de cómo se utilizaba el mercado negro de piedras preciosas en zonas de guerra para financiar conflictos.

De acuerdo con The Guardian, Glencore ha sido acusada de reventar sanciones impuestas al régimen de Saddam Hussein en Irak, a loas afrikáners en Sudáfrica y a los ayatolas en Irán. En 2004, añadió el diario inglés, la CIA la acusó de haber pagados sobornos por 3.2 millones de dólares a funcionarios del régimen de Saddam en violación con las sanciones al ente petrolero iraquí.

En África ha sido acusada de contaminar el medio ambiente, envenenar ríos y explotar laboralmente a niños, que son imputaciones negadas por la multinacional. En una segunda exposé sobre Appleby y Glencore, The Guardian reveló que, además, los documentos mostraron cómo el brazo australiano de la multinacional se involucró en swaps de divisas por 25 mil millones de dólares, que aunque no necesariamente es ilegal, propició una investigación de las autoridades fiscales australianas.

Glencore emitió comunicados de prensa y respuestas directas a The Guardian para explicar los asuntos en los que se le involucró en los Papeles del Paraíso, y aseguró que en ninguna de sus operaciones ha evadido impuestos.

En el caso del Congo, explicó detalladamente sus operaciones y el papel que jugó Gertler, admitiendo todas las operaciones detalladas a través de los documentos, pero resaltando que no hubo irregularidad o ilegalidad alguna. En cuanto a los swaps de divisas, afirmó que todo está dentro del marco de la ley y que la razón por la que se involucró en estas operaciones financieras fue para protegerse de la volatilidad de los mercados y el riesgo de especulaciones cambiarias.

La controvertida multinacional tuvo un día de campo cuando se presentó en México para aprovechar la apertura de la reforma energética. Cuando anunció su co-inversión con el consorcio de gasolineras, dijo que “la nueva era del mercado petrolero mexicano proveía una oportunidad para Glencore para construir sobre su larga historia de proveedor de productos petroleros”.

Los mil millones de dólares que invertirá, se destinarán a dos terminales de almacenamiento en Tabasco y Veracruz, y a desarrollar la red de gasolineras con el consorcio G500. No será lo último. “Mantenemos la mente abierta”, dijo el director general de Glencore, Alex Beard, en una entrevista con Expansión en agosto pasado. “Quizás veamos oportunidades atractivas para participar en el futuro”. Traducido a la praxis, Glencore está interesada en participar en futuras licitaciones petroleras en México.

La multinacional no se ha metido en problemas en México ni su ingreso al mercado nacional provocó suspicacias, y se convirtió en el sexto país latinoamericano, después de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia y Perú en invertir. En el hemisferio vende y compra paquetes accionarios de diversas empresas, sobre todo mineras, contrata deudas y realiza maniobras para evadir impuestos.

Sus voceros insisten en que no hay nada ilegal en su actuar, y entraron a una guerra de percepciones de dichos ante las sospechas originadas por los Papeles del Paraíso. En México, su participación en el consorcio G500 es tímida para sus estándares, pero con Glencore hoy al desnudo, una nueva mirada menos pasiva de sus socios y autoridades regulatorias, es lo recomendable.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

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