Editoriales > ANÁLISIS

Los patos a las escopetas

Definitivamente que se están viviendo tiempos inéditos, en que ocurren cosas que ni la más fantasiosa imaginación pudiera elucubrar. Ora viene a resultar que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se yergue como el campeón defensor de la libertad de expresión en respuesta porque Twitter, su red favorita de divulgación, se atrevió a calificar como poco confiables y difíciles de verificar dos mensajes del mandatario relacionados con elecciones fraudulentas. Además anuncia leyes al respecto.

Desde la aparición de la Internet (conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas que utilizan la familia de protocolos TCP/IP, lo cual garantiza que las redes físicas heterogéneas que la componen constituyan una red lógica única de alcance mundial), surgieron dudas en cuanto a su control, aprovechamiento multimodal; pero, especialmente el militar y el comercial, su uso público y privado y el tipo de contenidos que pueden ser trasmitidos por los muchos y diversos medios de la web.

Los patos a  las escopetas

Quizá el intento más importante para controlar los contenidos fue la enmienda constitucional que se convertiría en la Communications Decency Act, cuando fue añadida a la Telecommunications Act por el Senado de EU, en una votación de 84 a favor y 16 en contra, el 14 de junio de 1995. Posteriormente, la Comisión de Comercio, Ciencia y Transportes del Senado encabezada por James Exon y Slade Gorton, dio pie al Título V de la Telecommunications Act de 1996. Estas prohibían la pornografía en la Internet.

Sin embargo, un año más tarde, el Supremo Tribunal de Justicia de los Estados Unidos reafirmó el dictamen de un tribunal federal de tres jueces en Filadelfia, de que cláusulas clave de la Ley sobre la Decencia en las Comunicaciones vulneran el derecho a la libre expresión, lo que equivale a una censura ilegal por parte del gobierno.

Explicaron los magistrados que: “A pesar de la legitimidad y la importancia de la meta legislativa de proteger a la niñez de los materiales peligrosos, coincidimos en que el estatuto limita la libertad de expresión protegida por la Primera Enmienda”, según escribió John Paul Stevens, a nombre de la mayoría, en el dictamen de 40 páginas, en junio de 1997. Fue un golpe duro para el gobierno del presidente Clinton, quien la había sancionado en 1996 como parte de una revisión de las telecomunicaciones, y la veda para la distribución de materiales indecentes o patentemente ofensivos a través de Internet.

Al alegato de Trump en el sentido de que Twitter coarta la libertad de expresión al calificar los contenidos que se trasmiten por esa vía, su cofundador y director ejecutivo, Jack Dorsey, respondió a las acusaciones del presidente estadounidense contra la red social, reafirmando el compromiso de su compañía de verificar las informaciones relacionadas con las elecciones. Afirmó que: “Continuaremos señalando la información incorrecta o controvertida sobre las elecciones a nivel mundial. Y admitiremos y asumiremos cualquier error que cometamos”, según su cuenta oficial. 

Curándose en salud y como preparativo para evitar cualquier control sobre las redes sociales en Internet, el fundador y presidente ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, declaró que su compañía no verificará las afirmaciones del presidente estadounidense Donald Trump o de cualquier otro político. Porque: “Tenemos una política diferente a la de Twitter en esto. Creo firmemente que Facebook no debería ser el árbitro de la verdad de todo lo que la gente diga”. Luego añadió que, en su opinión, las empresas privadas, y “especialmente estas compañías de plataformas, no deberían asumir esa actitud”.

No es la primera vez que el presidente de los Estados Unidos cuestiona a los medios; pero, hasta ahora los alegatos habían sido en sentido contrario, señalando a varios medios impresos, televisivos, radiales o de redes sociales, de tergiversar sus palabras, sacar sus declaraciones de contexto para que se entiendan de forma diferente a lo que se quería decir. Ahora, como si los patos tiraran a las escopetas, es el presidente el que cuestiona la capacidad de censura de los medios sobre los contenidos que operan.

Cabe señalar que tampoco es la primera vez que Twitter es blanco de las andanadas de Trump. A mediados del año pasado, tres fuentes, incluido un funcionario de la Casa Blanca, dijeron que se está preparando una orden ejecutiva que abordaría el sesgo tecnológico y otros problemas. “Si el Internet se presenta como una plataforma igualitaria y la mayor parte de Twitter son pozos de veneno liberales, entonces al menos el presidente quiere un poco de justicia en el sistema”, dijeron sin aportar mayor información.

Muy interesante va a resultar el final de este hecho inédito.