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La naturaleza del amor

El amor es, ha sido, el tema permanente del afán del ser humano desde los albores de la civilización.

El amor es, ha sido, el tema permanente del afán del ser humano desde los albores de la civilización. Sócrates afirmaba que la inmortalidad es el objeto del amor, aunque se basaba en ideas que actualmente resultarían cuestionables; Jesús trajo al mundo la buena nueva del amor desde una perspectiva diferente. Ovidio dijo que el amor se debe regir por el arte. Del pensamiento más hondo, al más trivial: ¡siempre el amor!

Es posible que la obra más completa y más profunda acerca del amor sea El Arte de Amar (1956), debida a la pluma magistral de Erich Fromm, el destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judeo-alemán, que nutrió su ideario en México, donde realizó parte de su obra innovadora en el campo de la sicología, para ir por nuevos caminos a fin de entender al ser humano, más allá de límites freudianos.

La naturaleza del amor

Fromm transitó airosamente por sus afanes de ser rabino, graduarse en Derecho, ser médico, sicólogo y, luego, sicoanalista, sociólogo y filósofo humanista. Abrevó en las más relevantes universidades como la Johann Wolfgang Goethe y Heidelberg de Alemania, y la de Nueva York. Aportó lo mejor de sí mismo en la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Universidad de Columbia, EU, además de escribir casi medio centenar de libros, todos ellos con alto valor científico, pero con leguaje simple.

En El Arte de Amar, pregunta, en el primer párrafo: “¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno «tropieza» si tiene suerte? Este libro se basa en la primera premisa, si bien es indudable que la mayoría de la gente de hoy cree en la segunda. No se trata de que la gente piense que el amor carece de importancia. En realidad, todos están sedientos de amor; ven innumerables películas basadas en historias de amor felices y desgraciadas, escuchan centenares de canciones triviales que hablan del amor, y, sin embargo, casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor”. Con ese gancho hace una disertación de 128 páginas.

En cuatro capítulos bien definidos, Fromm afirma que el arte de amar tiene cuatro elementos indispensables que, de no cumplirse, el amor sería como una mesa de tres patas, que no puede sostenerse. Estos elementos claves que se deben mutuamente los miembros de las parejas o de la agrupaciones, son: el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento. Luego explica concienzudamente en qué consiste cada uno.

Además, define las distintas clases de amor: amor fraternal, amor de padre y de madre, amor a uno mismo, amor erótico y amor a Dios, haciendo una descripción casi esquemática de cada uno y la función que cumple para resolver los conflictos que se dan en el seno de la sociedad en la lucha permanente entre la individualidad y la integración, hasta llegar a la conclusión de lo que es el amor maduro y satisfactorio.

Es posible que Fromm, judío alemán, no haya podido sustraerse al ideario humanista de las corrientes filosóficas derivadas de la Revolución y la gran obra creadora de mediados del siglo XX, que culminaron con los tres Premio Nobel. Su trabajo tiene la indudable influencia del antropólogo Ángel Palerm, el filósofo Ramón Xirau y el neuro- científico Raúl Hernández Peón, con los que trabajó una propuesta interdisciplinaria.

En el campo de la sociología destaca su estudio: Sociopsicoanálisis del campesino mexicano: estudio de la economía y la psicología de una comunidad rural, publicado por el Fondo de Cultura Económica, en el que señala que: “La desconfianza, el

pesimismo y la malicia constituyen un aspecto de la vida campesina [...] Aún más, a pesar de la sumisión del campesino, llaman la atención su dignidad y su autoconocimiento. El campesino sabe quién es y se hace pocas ilusiones acerca de sí mismo”.

El campesino mexicano arrancado del campo por la violencia y la maquila.

Una de sus frases lapidarias es que: “El hombre ordinario con poder extraordinario es el principal peligro para la humanidad y no el malvado o el sádico”.