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El paraíso de la usura

El absurdo galimatías que esgrimió la Comisión de Cambios para elevar la tasa de referencia del Banco de México en .25 por ciento, siguiendo la tendencia que dejó el ínclito Agustín Carstens antes de irse a Basilea, se resume en el propósito de contener la espiral inflacionaria, que en diciembre tocó su máximo.

El absurdo galimatías que esgrimió la Comisión de Cambios para elevar la tasa de referencia del Banco de México en .25 por ciento, siguiendo la tendencia que dejó el ínclito Agustín Carstens antes de irse a Basilea, se resume en el propósito de contener la espiral inflacionaria, que en diciembre tocó su máximo. Pero, eso ha tenido y tendrá el efecto contrario: mientras más caro el crédito, más elevado serán los costos finales.

Dijeron los entenados de Carstens: “Dada la posición cíclica en la que se encuentra la economía, y considerando los altos niveles que presenta la inflación, se podría dificultar la asimilación de los choques que la han afectado, por lo que es importante que la postura monetaria evite que dichos choques den lugar a efectos de segundo orden sobre el proceso de formación de precios de la economía”. Ah, no pos así: pos sí.

El paraíso de la usura

 Luego: “Tomando en cuenta estas consideraciones, así como las condiciones monetarias más restrictivas que se prevén en la economía norteamericana, y con el objeto de mantener una postura de política monetaria que persevere en el anclaje de las expectativas de inflación y refuerce la tendencia descendente de la inflación general anual hacia su meta (3%), la Junta de Gobierno ha decidido por unanimidad aumentar el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día en 25 puntos base a un nivel de 7.50 por ciento”. Con crédito caro, el costo sube, pero el precio baja. ¡Oh!

La realidad es que se busca apuntalar ‘la salud de la macroeconomía’ a costa de seguir sangrando la economía popular con crédito caro y enfocado fundamentalmente al consumo. Es posible que en ningún país del mundo el sistema bancario viva una auge tan espectacular como en México, donde las tasas ordinarias están por llegar al cien por ciento en dinero prestado; pero que, no suben del 3 por ciento en dinero captado.

Ello ha permitido que, nada más en el 2017, la banca en México haya tenido beneficios sin precedentes, que alcanzaron la estratosférica suma de 135 mil 735 millones de pesos, cantidad superior en casi un 30 por ciento con relación al año previo. Además, ese rendimiento extraordinario se dio en los momentos en que el crédito sufrió una severa restricción. Se prestó mucho menos; pero, se cobraron mucho más intereses.

Ya se sabe que el año pasado, el Banco de México, en manos de Carstens, elevó en cinco ocasiones la tasa de interés de referencia, que pasó de 5.75 a 7.25 por ciento, disque para contener la inflación a partir del encarecimiento del crédito a personas y empresas. El resultado fue que la inflación se disparó hasta llegar al 7 por ciento, con la salvedad de que el año pasado se modificaron los criterios de medición de precios.

Además de fregar a los más fregados, la decisión de la Comisión de Cambios y del Banco de México habrá de incidir en la deuda pública, que el gobierno contrató, los funcionarios gastaron y el contribuyente debe pagar. En el 2017 se destinaron nomás para el pago de los intereses de la deuda, que crece cada día, la friolera de 533,351 millones de pesos, marcando también un hito en cuanto al monto del servicio que se debe apoquinar a fuerza. Banxico sube las tasas de referencia y engorda más la deuda.

Cuando menos, ya no salieron los genios fallidos con el cuento de que elevar las tasas permiten que México sea atractivo para la inversión extranjera, y que con ello se evitará la fuga de capitales que se ha acelerado desde que en los Estados Unidos se puso en vigor la reforma fiscal que reduce sustancialmente el pago de impuestos para las empresas, con estímulos espéciales para quienes retornen los capitales que mantienen en el exterior. Los dueños del capital prefieren seguridad a rendimiento.

Y, hace mucho tiempo que el Anáhuac dejó de ser un país seguro, sea para los negocios, la inversión o las personas. Si se dice que con elevar el costo del dinero se abatirá la inflación, se puede decir cualquier cosa, que, a fin de cuentas, quienes tienen el chirrión por el palito pueden irse a Suiza, España o cualquier paraíso que no sea un paraíso de la usura, como México.