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La extinción de los dinosaurios

A finales de la primera década de la centuria, una señora pobre que había llegado a la frontera atraída por el boom industrial, platicaba su historia y con ella daba una gran lección de economía abierta, de un gran valor y de confianza en sí misma. Aseguraba que como la mayor parte de la gente del pueblo de donde provenía, llegó a la región buscando colocarse en una fábrica, donde permaneció por varios años y le iba bien.

Pero, un día, de buenas a primeras, fue notificada de que estaba despedida. Le dieron una magra indemnización, pues con los nuevos sistemas de contratación no se generan derechos. Pasó el tiempo y otro día cualquiera, recibió una notificación de la empresa donde laboraba, ofreciéndole recontratarla; pero, con un salario menor, más horas de trabajo y menos prestaciones aún, con contratos renovables por sólo 28 días.

La extinción de los dinosaurios

“¡Ni loca volvería!”, expresó. Para explicarlo, dijo que al ser despedida pasó toda esa noche sin poder dormir, pensando qué iba a hacer, sin familiares ni apoyo económico y con hijos. La respuesta tardó; pero, por fin llegó. Con el escaso dinero que recibió compró lo necesario para hacer tamales. Los vendió primero entre sus vecinos; ahora surte pedidos que deben hacerse con anticipación, pues ya tiene mucha demanda.

Compró el Seguro Popular, arregló con el Infonavit seguir pagando por su cuenta las mensualidades de su humilde vivienda y ha logrado ser dueña de su tiempo y de su trabajo. Quizá, más aún, ahora es dueña de su destino. Esta señora no ha escuchado nunca de Ana Botín, ni idea tiene de que sea la actual presidenta del Banco Santander, además de consejera delegada de la filial británica del Grupo Santander y miembro del consejo de administración de Coca-Cola. Botín quien habla del nuevo contrato social.

No se conocen, no saben una de otra; pero, las dos piensan y actúan de manera similar ante los embates del capitalismo salvaje y feroz que, como los dinosaurios de la era  prehistórica, está condenado a sucumbir porque no puede seguir concentrándose la riqueza que se genera con el trabajo en unas cuantas manos estériles y miserables.

Durante la conferencia magistral que dictó Ana Botín en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Deusto en Bilbao, a la pregunta: “¿Cómo va a ganarse la vida la gente en la era digital?”, respondió: “Aunque es posible que una parte de la sociedad recibirá algún ingreso básico universal, la mayoría seguirá trabajando. Puede que menos horas que hoy y en múltiples trabajos, con mayores discontinuidades que ahora. En cuanto a quién será el contratador, desde la revolución industrial la respuesta siempre fue, en la mayoría de los casos, una empresa”. Pero, ciertamente, ese modelo será superado.

Esta graduada de Harvard, quien asegura que vivimos una revolución sin precedentes que puede crear una era de bienestar sin igual si se logra avanzar en la creación de una nueva arquitectura legal; que en Europa se deben definir bien los nuevos límites y las reglas de la economía digital. Y que advierte de los peligros reales de que quien controle los datos, controle el mundo, afirma que si no se modifica la legislación, gran parte de la riqueza que se va a crear se va a concentrar en muy pocas manos y eso es muy negativo para la sociedad, coincidiendo en ello con otros expertos de Europa.

Durante la conferencia señaló que: “Porque el más visible impacto de la revolución digital, es la reducción de los costes de transacción, incluyendo el de acceso a clientes y mercados, por lejanos y dispersos que estén; no hará falta masa crítica, habrá más empresas, más pequeñas, operando directamente en mercados abiertos”. Se refirió a la usura de los bancos y a la esclavitud, y como fueron superados por voluntad popular.

“Lo que forzó la abolición de la esclavitud fue el cambio de creencias de la gente. Lo que piensa y cree la gente es decisivo. Y son las personas las que consumen, producen e invierten y las que conforman el mercado. Por tanto, no estar próximas a ellas es un fatal error empresarial”. No lo señaló; pero, se refirió a las grandes corporaciones para las que la gente nada significa, porque no tienen ningún contacto directo ni indirecto.

Concluyó diciendo que el crecimiento debe ser inclusivo para ser sostenible. Debe llegar a todos. Y que cree que: “la consecuencia política, social y económica de no haber puesto este objetivo en el radar de las políticas económicas de las últimas décadas está a la vista”.