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La crónica de un apagón anunciado

Cierto es que nadie aprende en cabeza ajena, esa es la naturaleza del ser humano; pero, eso nada tiene que ver con la tozudez de los ‘juncionarios’ que vendieron el patrimonio nacional

Cierto es que nadie aprende en cabeza ajena, esa es la naturaleza del ser humano; pero, eso nada tiene que ver con la tozudez de los ‘juncionarios’ que vendieron el patrimonio nacional que durante la mayor parte del siglo XX fue sólido puntal del desarrollo, cuando el país crecía a alrededor del 6 por ciento anual, con paz y estabilidad; mínima inflación y escasa devaluación. Ora se llora lo que no se defendió.

En el Diario Oficial de la Federación de fecha 8 de septiembre del 2015, se publicó el Acuerdo por el que la Secretaría de Energía emite las Bases del Mercado Eléctrico. Lo que, dicho en lenguaje llano, era el anuncio oficial de la privatización de la industria eléctrica que había nacionalizado el presidente Adolfo López Mateos, quien, con todas sus letras sentenció que: “Solo un traidor entrega su país a los extranjeros” en su Carta a la Patria, fechada el 27 de septiembre de 1960. Ya se sabe quienes son los traidores.

La crónica de un apagón anunciado

Dice el texto del DOF: “Las Bases del Mercado Eléctrico son un cuerpo normativo integrado por disposiciones administrativas de carácter general que contienen los principios de diseño y operación del Mercado Eléctrico Mayorista, incluyendo las subastas a que se refiere la Ley de la Industria Eléctrica. El Mercado Eléctrico Mayorista es un mercado operado por el CENACE (Centro Nacional de Control de Energía, que sirve para muy poco), en el que las personas que celebren con ese organismo el contrato respectivo en la modalidad de Generador, Comercializador, Suministrador, Comercializador no Suministrador o Usuario Calificado, podrán realizar transacciones de compraventa de energía eléctrica, Servicios Conexos, Potencia, Derechos Financieros de Transmisión, Certificados de Energías Limpias y los demás productos que se requieren para el funcionamiento del Sistema Eléctrico Nacional”. Sigue una serie de tecnicismos con objetivo de proteger a los inversionistas.

El cuento para privatizar la industria eléctrica, junto con la petrolera, fue un mejor servicio y la reducción de las tarifas, que bien sabido no se ha dado y como dijo don Teofilito: ni se dará. Por el contrario, los apagones, las fluctuaciones de corriente y demás fallas del servicio eléctrico, que no sólo incomodan a los usuarios y ocasionan grandes pérdidas; también dañan equipos e instalaciones, sobre todo los altamente sensibles, son estrategia de presión para medrar más y mejor con los energéticos.

Hasta el momento no se ha dado una explicación precisas de las causas que originaron el apagón del domingo en cuatro estados de norte de la república y lo más seguro es que no se den, porque no tuvieron origen en una falla técnica, sino en un ardid que había sido previamente señalado y que no debe sorprender a nadie, ¡está anunciado!

Es posible que pocos recuerden las palabras del gobernador de California, Jerry Brown cuando aseguro textualmente que: “Al cambiar el mercado de energía y tener estas compañías privadas, hay que tener una mano dura de regulación o se los van a comer vivos”. Su secretario Lou Correa, presidente de la comisión de cooperación entre México y California, declaró: “Si van a privatizar su mercado energético, háganlo; pero háganlo bien, porque hace 15 años que dejamos ir al sector eléctrico y lo estamos pagando muy caro”. Advirtiendo sobre la serie de apagones provocados para poder aumentar las tarifas: “al final es el pueblo el que paga”. Así es, y ricos y regentes ganan.

Los magnates y los funcionarios coludidos primero limpiaron a las empresas que iban a privatizar de todas sus cargas, como fue la conversión de los pasivos laborales, esto es las pensiones de los trabajadores de Pemex y la CFE en deuda pública, que cada año deben pagar los causantes cautivos de abajo, porque los de arriba no dan agua ni al gallo de la Pasión.

Esa deuda es colosal, pues bien sabido se tiene que petroleros y electricistas reciben gasolina y luz gratis; pero, además, tienen pensiones pantagruélicas. Las más altas de México son las de LyFC por 285 mil pesos al mes; le sigue la CFE con 254 mil y Pemex con 242 mil pesos. Todo ello a cargo del pueblo raso.

Además, dejaron devaluar las instalaciones para venderlas como fierro viejo.