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La suerte suprema

Arturo Saldívar Lelo de Larrea, presentó ante los diputados del Congreso de la Unión la propuesta de reforma al Poder Judicial

En los asuntos de la tauromaquia, se llama suerte suprema al final de los tres tercios de la lidia de un toro bravo. Luego de una faena de muletilla para situar al astado en la posición adecuada, se perfila la estocada que debe ser certera, precisa y profunda, de tal modo que acabe con la vida del animal sin hacerlo sufrir demasiado. Una falla en el desempeño con el estoque puede echar a perder todo el trabajo previo y el torero, lejos de recibir la ovación del respetable o los trofeos ganados, se lleva una rechifla.

Ha llegado el momento de la suerte suprema en la lidia de esa espeluznante bestia que es la corrupción, el mal que agobia al país y a los paisanos. Ayer, el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación, Arturo Saldívar Lelo de Larrea, presentó ante los diputados del Congreso de la Unión la propuesta de reforma al Poder Judicial, que vendría siendo la estocada con que se pone punto final a un gran esfuerzo que se viene realizando para poner a México a punto con el reloj de la historia moderna.

La suerte suprema

De entrada, explicó el ministro presidente que: “Esta reforma es una gran apuesta que busca que la justicia sea una realidad para los que menos tienen y no un privilegio de las clases privilegiadas”. Es casi imposible mantener la ecuanimidad y no saltar de júbilo porque, por fin alguien se atreve a desatar el nudo gordiano en que se había convertido el aparato de administración de la justicia, siempre presto para atender las exigencias de la voz del amo o doblegarse ante los cañonazos de muchos billetes verdes. 

Explicó don Arturo que la reforma contempla cuatro ejes: fortalecer a la SCJN como un tribunal constitucional, simplificando los mecanismo para no admitir resoluciones en amparo directo; fortalecer las facultades del Consejo de la Judicatura para combatir de mejor manera la corrupción, el nepotismo y el acoso sexual dentro de las instancias del Poder Judicial; modificar la Carrera Judicial para evaluar y lograr un nuevo perfil de juezas y jueces, además de la creación de una escuela de formación judicial, donde los juzgadores puedan prepararse con estándares altos y métodos sofisticados de interpretación constitucional que sean reflejados de manera sencilla y puedan tener sensibilidad para estar más cerca de la gente; impulsar la defensoría de oficio y multiplicar el número de sus funcionarios.

De lograrse estos propósitos, ya no habrá riesgo de que, nuevamente, se den las vergonzosas colusiones entre pillos y autoridades o entre magnates y gobernantes para hacer lo que les viene en gana, como eso de vender tenis mágicos que con sólo calzarse hacen bajar a las féminas 20 kilos, las pociones maravillosas que curan todo mal y todo bien también o las lamparillas cuya luz cegadora reduce a la impotencia al más avezado delincuente; o las facturas apócrifas, la evasión fiscal y la gran impunidad.

La propuesta de reforma a la legislación del aparato de justicia partió del Ejecutivo; la hizo suya el Poder Judicial, ya fue presentada ante la Cámara de Senadores con muy buenos augurios y ayer le tocó el turno a los diputados, de tal suerte que está será una reforma consensuada y con amplio respaldo que no dará margen para una contrareforma, como ocurría en tiempos recientemente idos, en que todo lo bueno, si llegaba a colarse por algún descuido de la mafia del poder, se rechazaba en segunda instancia.

Memorables son las palabras que el consejero jurídico de la Presidencia de la República, Julio Scherer, pronunció cuando la iniciativa fue presentada en el Senado: “El aparato judicial ha sido pervertido por décadas y existen jueces que se han convertido en mercaderes. El poder judicial ha sido espejo complaciente de los poderosos y no siempre su obstáculo; intereses antidemocráticos le exigen sepultar escándalos y tomar apariencias de verdades para formar la ilusión de que se viven en sociedades permanentes”. Sería muy difícil negar lo que dijo el abogado que de esos asuntos sabe mucho, pues es autor de los libros Impunidad: la quiebra de la ley, El dolor de los inocentes y La guerra sucia de 2006: los medios y los jueces, en los que hace un profundo estudio de la perversión progresiva de los juzgadores.

Durante el mismo evento, aseguró que el presidente Andrés Manuel López Obrador no tolerará ningún acto al margen de la ley aunque existan presiones y chantajes. “Con esta reforma, juntos el poder Judicial, el Legislativo y el Ejecutivo nos transmiten un mensaje de estabilidad, integridad, compromiso y responsabilidad. El presidente de la República comandará el barco, la Suprema Corte de Justicia representará el viento en sus velas y los legisladores quienes vislumbren en el horizonte un paraje seguro hacia el futuro”.

Los grandes evasores fiscales pueden continuar con su huelga de inversiones y su sistemática andanada mediática para presionar a fin de que no se les castigue por eludir sus compromisos; se quedarán llorando a la vera del camino como plañideras que no pudieron entender los cambios que se han venido dando con los vientos de fronda.

O como los toreros macuches a la hora de la suerte suprema.