La restauración de la República

El alma de la República es el estado de derecho, en que todos los individuos son iguales ante la ley y gozan de los mismos derechos y privilegios, con las únicas limitantes que la Constitución señala. La República Mexicana fue instaurada por Guadalupe Victoria y restaurada por Benito Juárez, bajo cuya retrato al óleo pronunció memorables palabras el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza.
Aunque los hechos históricos cobran dimensión al paso de los años, es posible señalar que lo dicho por el ministro legatario del cargo que ocupó el Gigante de Guelatao y Benemérito de las Américas, puedan ser el pie para nueva reedificación de la República a partir de la recomposición del estado de derecho. En los últimos 30 años, no se había oído a un ministro de la Corte hablar como lo hizo don Juan, reconociendo la realidad.
Realidad que, como dijo, resulta: “motivo de dolor nacional y de profunda indignación, dentro y fuera de nuestras fronteras: violaciones graves a los derechos fundamentales, cometidas por quienes deberían brindar seguridad a la población. Nuestra nación se encuentra afectada y no será el transcurso del tiempo, ni el silencio de las instituciones, lo que permita superar la adversidad”. Descripción que en su boca resulta innegable.
Frente al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, manifestó que: “La sociedad no quiere una justicia inservible, lejana; justicia de discurso; justicia de aparador. La sociedad, hoy, rechaza enfática mantener el sistema de justicia tal como lo conocemos; escuchemos ese reclamo, atendamos el hartazgo mediante una actitud renovada que nos permita dar, en cada uno de nuestros actos, un servicio sensato, diligente, razonable”.
“México anhela vivir en un estado democrático de derecho, que no sea sólo una mera expresión; sino un país donde no se promueva la corrupción y el abuso de poder, generando impunidad. La interacción y comunicación con la sociedad debe ser de manera clara, sin recuentos farragosos, incomprensibles, insostenibles, escudados en tecnicismos y jergas gremiales”. El mensaje fue directo a quienes estaban en la sala.
Siguió diciendo que: “la sociedad ha expresado su inconformidad con la situación que prevalece en materia de justicia en el país; quienes damos vida a las instituciones debemos ser sensibles a todos estos reclamos. Debemos encauzar las consecuencias del dolor y la tragedia por la vía institucional, con transparencia y cercanía a las personas.
Ante la situación por la que atraviesa el país, todos los servidores públicos debemos escuchar; aplicar las normas que justifican nuestra existencia, y rendir cuentas de nuestros actos”. El ministro Juan Silva Meza no se quedó en la crítica, señaló rumbo.
Señaló rumbo cuando dijo que: “La única ruta, debe ser respetar y hacer valer los derechos de las personas. Ese es el camino de las soluciones constitucionales. Es el camino en el cual no hay regresión. Desde el Poder Judicial de la Federación, debemos insistir en que en tiempos en los que la tranquilidad y la armonía se ven amenazadas, debemos buscar soluciones en la Constitución y no fuera de ella”. ¡Claro como el agua!
En 1857, habiendo ganado Ignacio Comonfort la presidencia de la República en un proceso eleccionario en que Benito Juárez resultó electo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y vicepresidente, se generó una terrible confusión en la que el propio Comonfort dio un golpe de Estado, disolvió el Congreso y abolió la Constitución con la mira de convertirse en dictador, asumiendo la misma presidencia de forma ilegal.
Don Benito es apresado y el país parece ir a la deriva; pero, en otro de sus caprichosos actos, Comonfort libera a Juárez, restaura la Constitución y quiere recomponer su régimen. Ya no fue posible; el Benemérito asume la presidencia interina, trasladando la capital de la República a Veracruz, de donde regresará para llevar a cabo la colosal tarea de la restauración del estado de derecho. Su figura preside la sala del pleno de la Corte.




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