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La moral es primero

La propuesta de acabar con la corrupción no es una ocurrencia, sino un imperativo sine cua non puede el país avanzar para recuperar los niveles razonables de viabilidad y sustentabilidad

Luego de la terrible borrachera del régimen de José López Portillo, durante el cual se llegó a decir que ‘la corrupción somos todos’, su sucesor, Miguel de la Madrid, propuso la renovación moral de la sociedad. La propuesta hubiera sido buena si en lugar de pretender moralizar a la sociedad, se hubiera hecho un esfuerzos real y efectivo por moralizar a la administración pública y los grupos dominantes de la economía. Su gobierno entregó el poder político al poder económico, aniquilando la justicia social.

Luego, Carlos Salinas rifó las boyantes empresas del Estado mexicano durante la cena de los 30 de a 25 organizada en la residencia de su tío, Antonio Ortiz Mena, un personaje probo que sirvió de gancho para que, a cambio de una aportación de 25 millones de dólares c/u, los hombres más ricos del país se quedaran con el patrimonio nacional acumulado durante cincuenta años de gobiernos revolucionarios, que no generaba utilidades para unos cuantos, sino riqueza para el país y fuentes de empleo para todos.

La moral es primero

De ahí para acá, todo ha sido saqueo y simulación. Las obras magníficas que se realizaron durante los regímenes nacionalistas, no han tenido igual; por el contrario, cada mamotreto que se ha construido en la época del neoliberalismo ha sido un pozo sin fondo en el que se tira dinero para presuntamente remediar los yerros de los yerros, hasta el infinito. Cualquiera puede ver los puentes malditos que nunca han servido, las calles y carreteras constantemente cerradas para reparar la reparación anterior.

La propuesta de acabar con la corrupción no es una ocurrencia, sino un imperativo sine cua non puede el país avanzar para recuperar los niveles razonables de viabilidad y sustentabilidad, peligrosamente amenazados por la colosal deuda que han dejado las hordas neoliberales con la aquiescencia de los organismos financieros internacionales que han encontrado en México uno de sus más ricos nichos. Urge recuperar la moral, ese conjunto de normas, creencias, valores y costumbres que dirigen o guían la conducta de las personas en los individual y de la sociedad en lo general. Al pan, pan y al vino, vino.

México está haciendo camino al andar y la propuesta de la Cuarta Trasformación se basa en la recuperación de la moral como el gran motor del desarrollo del país y el bienestar de los paisanos; pero, no es la única voz que se alza en el mundo buscando detener los estragos del capitalismo salvaje que va por el mundo acabando con todo lo que se mueve, sin piedad y sin respeto para el ser humano y el único lugar que tiene para vivir. El Papa Francisco se pronunció recién por el rechazo de todo lo que crea apegos y adicciones, como el culto al dios del dinero, el consumismo, el placer, el éxito y el ego.

En un plano diferente, la hasta principios de este siglo alta ejecutiva del Wall Street, Jacqueline Novogratz, ha señalado que la empresa sin fines de lucro que creó, Acumen, lleva 18 años buscando un capitalismo que incluya a los pobres y al planeta, conceptos que en otro entorno sonarían incongruentes. Explicó como: “la humildad de ver el mundo tal como es y la audacia de imaginar el mundo como podría ser. Tener la ambición de aprender al límite, la sabiduría para admitir el fracaso y el coraje para comenzar de nuevo”, le ha permitido apoyar empresas para cambiar la vida de más de 100 millones de personas. 

Para Novogratz, el momento en el que nos encontramos requiere, además, una revolución moral. “Los cambios en el mundo son radicales y fundamentales. Acumen nació justo después del colapso financiero que cambió casi todo. Una pérdida de confianza en nuestras instituciones, en los líderes corporativos, en los líderes religiosos, en los sistemas políticos y en nuestro sistema financiero. Una creciente desigualdad, el reconocimiento por parte de muchos del cambio climático, comprendiendo que nos estamos enfrentando a una crisis climática profundamente urgente, una crisis de migrantes y refugiados; tenemos más divisiones e ira de las que nunca antes había visto en mi vida. Los líderes demagógicos están utilizando las inseguridades de su propia gente y de otras personas para encerrarnos más en nosotros mismos, cuando deberíamos estar extendiéndonos hacia afuera”. 

Esta mujer, que de Nueva York de trasladó a Ruanda en 1986, para ayudar a fundar el primer banco de microfinanzas, explica que: “Allí vi el carácter humanitario de la filantropía, y también con qué frecuencia las soluciones de arriba hacia abajo a menudo crean dependencia, lo opuesto a la dignidad. A través de 30 años de trabajar en soluciones para la pobreza, he llegado a redefinirla por mí misma, viendo que no es cuánto ingreso personal se tiene; sino cuán libre se es para tomar sus propias opciones y decisiones, cuánta injerencia se tiene sobre su propia vida”.

La moral es primero y esa es la propuesta del gobierno de México.