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La Mesa Redonda

Si hubiera que equiparar la BRT con algún organismo en México, podría hablarse de los 30 de a 25

Con frecuencia se ve y se siente la presencia del prejuicio y el fanatismo en las conversaciones sobre temas controversiales, sobre todo en asuntos económicos y políticos, lo que no es nada nuevo. Durante la Guerra de Independencia el grueso de la población alegaba que no podía trasgredir las leyes divinas que hicieron a unos prietos y a otros blancos; en la Reforma decían que la voluntad de Dios imperaba sobre el hombre y en la Revolución, que no podían faltarle al amo.

Los más sólidos argumentos y los más lúcidos razonamientos no son capaces de sacar de sus trece a los obstinados partidarios de fulano o de zutano, aunque se echen de ver por todos lados sus debilidades y sus abusos. Quizá por ello, fue bien recibida la preocupación de los miembros de la Mesa Redonda de Negocios de EU por el crecimiento del sentimiento anticapitalista y antiempresarial. En el comunicado respectivo, no se andan por las ramas y reconocen que existen colosales abusos.

La Mesa Redonda

Bueno es señalar que la Mesa Redonda de Negocios (BRT) es una asociación sin fines de lucro con sede en Washington, D.C., cuyos miembros son directores ejecutivos de las principales empresas estadounidenses. A diferencia de la Cámara de Comercio, cuyos miembros son representantes de empresas, los miembros de BRT son exclusivamente directores generales que promueven políticas públicas favorables a los intereses empresariales como el TLCAN y política pública de corte social.

Si hubiera que equiparar la BRT con algún organismo en México, podría hablarse de los 30 de a 25, con la diferencia de que éstos están enfocados exclusivamente en la obtención de ganancias en cantidad superlativa, sin importar cómo, cuándo y dónde, ni si sus negocios son lícitos o no. Hasta el momento, no se ha visto que los líderes empresariales huehuenches tengan alguna intención por atender los problemas sociales que ha venido a generar la aberrante acumulación de riqueza.

En lo que hay coincidencia es en la visión popular en ambos países. Cuando los estadounidenses miran a las boyantes empresas, no ven buenos salarios; ven la desigualdad de ingresos; ven Ceos que justifican sus salarios de siete cifras recortando puestos de trabajo; bancos y financieras que exprimen rutinariamente a sus clientes; tiendas que promueven el uso de opioides peligrosamente adictivos; preferencia por los combustibles fósiles que ponen en peligro el planeta; y un sistema de atención médica cruel y confiscatorio que cobra un promedio de $19,865 por una póliza de seguro familiar que espera que las personas gasten un promedio de $3,020 por año de su propio bolsillo.

Ante ello, Jamie Dimon, jefe del Business Roundtable y presidente ejecutivo del banco JP Morgan Chase, firmó un comunicado que señala la nueva posición sobre el objetivo de sus corporaciones y se compromete con cinco puntos concretos: Entregar servicios o bienes de valor a sus clientes. Invertir en sus empleados y compensarlos de forma justa. Negociar de forma justa y ética con los proveedores. Apoyar a las comunidades en las que están asentadas las empresas. Generar rentabilidad de largo plazo para los accionistas; explicando que estos principios modernizadores reflejan el firme compromiso de la comunidad empresarial de seguir impulsando una economía que sirva a todos. Agregó que: "El sueño americano está vivo; pero, se está deshilachando".

La de Dimon es la última de las voces conscientes y enteradas que han expresado su preocupación por la creciente desigualdad en los ingresos que han llevado a que unos pocos tengan todo a cambio de que muchos carezcan de todo. La relación de capital y trabajo se ha pervertido y los dueños de las grandes fortunas sólo tienen un interés: hacerlas crecer para poder pujar por las primeras posiciones en las listas de los más ricos. Situación que es verdaderamente insostenible.

La posición de la Mesa Redonda de Negocios no es por amor a la humanidad ni por sentimientos de culpa; sino, por simple sobrevivencia. Las alternativas no son muchas y los ejemplos al caso son en extremo dramáticos: La miseria extendida por el territorio mexicano por la protección de los gobiernos a las empresas depredadoras; la persistencia de los gobiernos irresponsables en el uso de los combustibles fósiles; los incendios provocados en la selva amazónica para sacar a los indios, etc.