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La calidad humana

Los medios publicitarios al servicio de las grandes empresas hablan de calidad de servicios, de calidad de productos, de calidad de vida...

Por momentos, las andanadas en contra de los propósitos de restaurar el imperio del Derecho y de ajustar la conducta de los aborígenes al espíritu de la ley a fin de recuperar la calidad humana que era proverbial en épocas pretéritas, cuando se afirmaba en los más sesudos tratados de sociología y de filosofía que México era un país hospitalario que recibió peregrinos y perseguidos de todo el planeta desde el inicio de su formación como Estado soberano, perecen tener éxito en su tarea.

La diferencia entre un médico entregado a su vocación de servicio, de un maestro responsable, de un servidor público eficiente y uno de los grandes potentados que han surgido en los últimos 30 años en México, es enorme. El ingreso de todos esos hombres y mujeres dedicados a hacer el bien son nada comparados con las rentas que reciben los potentados nomás por ser poseedores de una fortuna. El año pasado, según el reporte de la riqueza en el mundo de Knight Frank, consultora de bienes raíces del Reino Unido, México tiene 50 personas cuya riqueza es de 500 millones de dólares o más.

La calidad humana

Tener gente con tanto dinero no ha significado algún beneficio para el país. Para constatarlo basta con salir a la calle y padecer los pésimos servicios públicos y privados que hay en prácticamente todo el territorio nacional, donde se ofrecen las perlas de la virgen y se cobra mucho; pero, se hace como dice la historia que hacían los españoles con los indios, que cambiaban espejitos por pepitas de oro. En 30 años de corrupción, abandono, explotación, todo se está cayendo a pedazos.

Quienes conocen la historia de México, quienes vivieron el México revolucionario que permitió el tránsito terso del campo a la ciudad con industrias privadas que marcaron hitos en el mundo, como la cervecera, del pan, el vidrio, el aluminio, el azúcar, e industrias y empresas de Estado que llegaron a ser líderes mundiales como Mexicana de Aviación, quebrada por el capricho del becario; quienes gozaron de la alta estima que tuvieron los mexicanos en el exterior por su calidad humana y respeto a la gente y a su único hábitat, están con quienes buscan restaurar esos claros valores.

Por muchos millones de dólares que tengan los potentados, no pueden sustraerse a las exigencias de la naturaleza humana. Ninguno puede portar dos trajes a la vez, habitan en dos residencias al mismo tiempo, comer una vaca entera en una sentada. Todos tienen que someterse a las leyes de la Madre Natura y alimentarse para subsistir e ir al privado de tanto en tanto. Pero, quizá lo más importante es que no pueden evadir su responsabilidad como personas con muchísimo poder.

Los medios publicitarios al servicio de las grandes empresas hablan de calidad de servicios, de calidad de productos, de calidad de vida; pero, casi ninguno habla de calidad humana. Sin calidad humana, todo lo que se cree que existe se convierte en pura apariencia sin sustancia alguna. La calidad humana está unida estrechamente con los derechos y emociones del ser humano, con el carácter y las virtudes de la persona en su propio medio, con su propia cultura. Eso es lo importante.

En la sociología moderna se dice que adquirir calidad humana es cuidar las relaciones con los demás, rehacer los vínculos y sumergirse en una filosofía, una actitud y un estilo de vida que una a la  persona con los otros. ¿Para qué trabajar tantas horas y llegar cansados a casa si en ella no hay nadie a quien le interese saber cómo ha ido el día?, ¿para qué tener una pista de tenis o una gran piscina si no hay con quien jugar o quien disfrutar de un delicioso baño?, ¿para qué tener tanto dinero si no se puede compartir? El dinero no posee un valor por sí mismo, su valor reside en su aplicación y en el servicio que se presta a otras personas o en la convivencia con alguien más.

Por ello, humanizar la economía y hacer como recomendaba el Siervo de la Nación: "Moderar la opulencia y la indigencia", tareas en que está empeñado el nuevo régimen, son el camino para que el país que dio al mundo las primeras leyes contra la esclavitud, el reconocimiento del derecho de las personas y la justicia social con la primera revolución social del siglo XX y la Constitución del 17, deben recibir el apoyo de la gente de bien y de todas las personas que aspirar a la calidad humana.

Los otros, con su pan habrán de comerlo, porque los ciclos de la historia son irreversibles.