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La mentira como verdad

Esta historia real viene al caso con motivo del desplegado que han hecho publico ‘organizaciones de la sociedad civil’

En marzo de 1971, los habitantes de La Colorada, municipio de San Blas, en Nayarit, pudieron, por primera vez, ver una pelea de box de campeonato mundial realizada en el Madison Square Garden de Nueva York. No una pelea cualquiera, sino la que fue considerada en su tiempo ‘la pelea del siglo’ entre Mohamed Ali y Joe Frazier, quien logró derribar al gran ídolo luego de su retorno a las cuerdas por su veto y quitarle lo invicto en un combate encarnizado en que por primera vez se pagaron 2.5 mdd a c/u.

El júbilo de los campesinos que se congregaron en la escuela para ver la pelea, opacó todas las tesis de los opositores a la electrificación del poblado dentro de la campaña emprendida por el gobierno de don Gustavo Díaz Ordaz, luego de que don Adolfo López Mateos nacionalizara la industria eléctrica y la hiciera llegar a todos los rincones del país. Grupos de amargosos, de esos que nunca faltan, aseguraron que la introducción de la energía eléctrica a la pequeña comunidad cerca de la costa nayarita impulsaría la llegada del capitalismo y las ideas del consumismo y el empobrecimiento de la gente. Fue al revés.

La mentira como verdad

Con la energía eléctrica las mujeres pudieron dejar de sobarse el lomo en el metate, pues llegó el molino de nixtamal de propiedad comunitaria, el alumbrado público permitió transitar por las calles sin peligro (de tropezar con una piedra o caen en una zanja) y, desde luego, ver televisión, que por aquellos años era un medio de entretenimiento sano, con programas de artistas como Siempre en Domingo, Cachirulo, Chabelo, Los Polivoces, etc, y no un instrumento de manipulación subliminal con mentiras.

Esta historia real viene al caso con motivo del desplegado que han hecho publico ‘organizaciones de la sociedad civil’ y colectivos comunitarios en contra del proyecto que busca fomentar el desarrollo de esa zona tradicionalmente marginada conocida como el Istmo de Tehuantepec. Vienen con argumentos trasnochados que nada tienen que ver con la realidad lacerante que se vive en esa región, conocida de primera mano por quien fue durante muchos años un maestro rural que buscó transformar el medio.

Tres son las características comunes en esos lugares: marginación, alcoholismo y explotación. Los ricos explotan a los pobres, los pobres a sus mujeres, las mujeres a los niños y así se mantiene una cadena de dependencia que impide salir de la pobreza y alcanzar niveles culturales básicos para realizar esfuerzos por mejorar la calidad de vida. La economía es primaria y se sustenta en la producción sólo para el autoconsumo y para comprar aguardiente cuando no es posible producirlo a nivel local y familiar.

Los argumentos que esgrimen los opositores al plan de desarrollo de la región son tan manidos y pueriles que resultan chocantes, además de inverosímiles: “De llevarse a cabo, significaría el total saqueo, la devastación y la privatización de los invaluables bienes naturales, así como la desaparición total de los sistemas productivos tradicionales, básicos para el autoconsumo y la soberanía alimentaria, familiar y comunitaria (milpa de policultivo, huertos familiares, manejo de acahuales, semillas nativas) de los territorios indígenas, del pueblo negro y de comunidades campesinas, que se localizan en los 98 municipios considerados actualmente en el ‘Programa de Desarrollo Integral del Istmo de Tehuantepec-Tren Interoceánico’, en los estados de Oaxaca, Veracruz, Chiapas y Tabasco”. ¿Saquear una milpa?

Si estos argumentos en contra tienen poco soporte, más que: “Del mismo modo, este desarrollismo y modernidad, además de empleos precarizados, lo que traerían es mayor contaminación, alcoholismo, drogadicción, narcomenudeo, inseguridad y delincuencia organizada, secuestros, prostitución, desaparición de jóvenes y trata de blancas, feminicidios, embarazos de adolescentes, inflación y mayor pobreza socioeconómica, violencia intrafamiliar, rompimiento del tejido social y la pérdida de la cultura y los valores comunitarios y de los sistemas normativos internos”. ¡La caja de Pandora!

Al llegar la electricidad a La Colorada, también llegaron los sistemas de bombeo para llevar el agua del arrollo El Palillo a las casas y a las parcelas para no depender del temporal. Actualmente, esa comunidad tiene energía eléctrica en más de 95 por ciento de los hogares y no se han presentado ninguno de los presagios negros que auguraron quienes dijeron que habrían de perder hasta el modito de andar. 

¿Qué intereses oscuros están detrás del manifiesto de los ‘organismos de la sociedad civil’ y de los colectivos comunitarios? Los mismos que ahora se benefician del atraso de la región. Así de simple.