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La importancia de la importancia

La primera escaramuza importante será la determinación del tipo de juicio que se está implementando

El aparato para llevar a juicio al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya se puso en marcha y se hace necesario entender algunos de los puntos claves, empezando porque, sin importar el resultado final, lo toral será la percepción que cada ciudadano estadounidense tenga del papel que han jugado en el evento los miembros del Congreso, tanto de la Cámara de Representantes, más cercana por cuanto sus miembros son su voz y su voto, como de Senadores, representando a los estados federados.

Si durante el juicio, los miembros de las cámaras, ya plenamente identificados a partir de las votaciones de medio tiempo del 18, en las que los demócratas lograron hacerse de la mayoría en la Cámara Baja, inclusive arrebatando bastiones tradicionalmente republicanos, mientras que estos se atrincheraron en la de Senadores, unos logran que los otros queden mal parados a los ojos de los votantes, se habrán decidido los rumbos en los comicios generales del mes de noviembre, cuando se jugará la presidencia. 

La importancia de la importancia

El juicio político, que a estas alturas ya parece ineludible porque ninguna de las partes ceja; por el contrario, está velando armas para una batalla colosal, será presidido, como lo marca la Constitución, por el presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, John G. Roberts Jr., quien ayer mismo asumió el estrado. Su papel será crucial, pues al conducir los trabajos puede inclinar la balanza hacía alguna de las partes en diferendo, lo mismo con la admisibilidad de pruebas y testigos, que con algunas objeciones a los recursos que presenten tanto los acusadores como los defensores del presidente Trump.

Sin embargo, el magistrado Roberts no puede decidir acerca de la responsabilidad que compete al inculpado en las acusaciones que se le hacen. Estas, de acuerdo con la ley, son facultad exclusiva del Senado por votación que requiere de las dos terceras partes de los miembros para definir la culpabilidad del procesado, en cuyo caso procede el impeachment, esto es la separación del cargo. Al afecto, la Sección 3 del Artículo 1 de la Constitución dice ”...Cuando se juzgue al Presidente de los Estados Unidos, el Presidente del Tribunal Supremo presidirá: Y ninguna persona será condenada sin la concurrencia de dos tercios de los miembros presentes”. Pero, no se crea que su papel sera irrelevante.

En los dos juicios previos a un presidente de los Estados Unidos, el de Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1999, los presidentes de la Corte y, por tanto, presidentes del juicio, actuaron de manera muy distinta. En el primer caso, Salmon P. Chase tuvo un papel muy activo e, inclusive, votó para romper el desempate de los congresistas cuando los números del balotaje fueron iguales; en cambio, William H. Rehnquist se mantuvo prácticamente al margen y dejó a los contendientes decidir por ellos.

La primera escaramuza importante será la determinación del tipo de juicio que se está implementando. El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell (R-Ky.), propone un juicio rápido. Quizá porque sabe que un proceso largo puede incidir de manera negativa en el ánimo de los votantes si se decide cerca de la fecha de los comicios, En cambio, los demócratas, incluido el líder de la minoría del Senado, Charles E. Schumer (N.Y.), han criticado la propuesta, argumentando que es parte de un esfuerzo por encubrir los negocios de Trump, además de que espera exhibir a sus contrarios en la proximidad de las elecciones. El asunto de los tiempos es fundamental y tiene que ver con el curso del proceso mismo

Si los republicanos logran que el juicio se constriña a dos sesiones de doce horas en dos días a partir del cuatro de febrero, habrán logrado su propósito de obviar el daño que pueden causar filtraciones de los testimonios que podrían dar testigos que los demócratas se obstinan en presentar como evidencia de las faltas a la ley y la Constitución por parte del presidente y otros miembros importantes de su gobierno. Inclusive, unos están buscando que el proceso sea cerrado y los otros que sea abierto a los medios.

Al respecto, Roberts ha dicho que no decidirá acerca de la admisión de los testigos que los demócratas quieren presentar hasta después de escuchar los argumentos de acusadores y defensores y obtener las respuestas a las preguntas que a su parecer pueden justificar el tercer proceso de la historia contra un presidente en funciones de la nación más poderosa de la tierra. La moneda está en el aire.

No sólo se está juzgando a un mandatario; sino a todo un sistema político y jurídico que puede exhibir sus bondades y sus debilidades en la víspera de los que pueden ser los comicios que definan el futuro.