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La olla de presión a punto de explotar

Las predicciones catastróficas de la antigüedad que aseguraban que el mundo se habría de acabar, son cuentos infantiles comparadas con la realidad terrible que está viviendo la humanidad y el único lugar que tiene para vivir. El aumento de la población humana ha provocado, nada más en el transcurso del siglo veinte, la acelerada extinción de especies importantes en las redes tróficas (cadenas alimentarias interconectadas que son la representación más realista de los patrones de consumo en los ecosistemas).

Cada especie tiene un doble papel: productor y consumidor, formando una cadena alimentaria que es una secuencia lineal de organismos a través de la cual los nutrientes y la energía pasan de uno al otro mediante consumo, procesamiento, excreción y fin en la que, prácticamente, no hay desperdicio y, por lo mismo, no existe la contaminación. Pero, viene a resultar que el ser humano se ha empeñado, de una forma casi sistemática, en desequilibrar las cadenas por sus arbitrarios y absurdos patrones de consumo.

La olla de presión a punto de explotar

La avidez y la avaricia, que son síntomas de perturbaciones mentales ligadas a la falta de fe y a complejo de inferioridad, han provocado que el hombre acumule más allá de lo que le es dado consumir y ha trasgredido todas las reglas de la naturaleza. En este mismo momento, millones de ejemplares (a través de noticias televisivas se habla de cientos de millones) de flora y fauna son arrasados por los incendios provocados, directa o indirectamente, por el hombre, ya sea para despojar de sus tierras, muy ricas en minerales, a los pueblos originarios, como en Brasil, o para abrir tierras a la agricultura y la ganadería.

Un acucioso estudio publicado por The New York Times, en 2008, develó que los habitantes de las naciones desarrolladas del mundo consumen recursos, como el petróleo y los metales. a un ritmo casi 32 veces mayor que los de países en desarrollo, que constituyen la mayoría de la población humana. Para alimentar ese apetito voraz, los poderosos obligan a las naciones débiles a abrir sus economías y a quitar todo tipo de regulaciones o trabas a la explotación de sus recursos naturales, especialmente los señalados. 

El informe Perspectivas de la Población Mundial 2019: Aspectos Destacados, publicado por la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, hace más ominoso el pronostico del futuro de la humanidad y del planeta entero. Dado a conoce en Nueva York, el 17 de junio del año pasado, expresa que: “Se espera que la población mundial aumente en 2.000 millones de personas en los próximos 30 años, de 7.700 millones actuales a 9.700 millones en 2050”.

Pero, además, hace hincapié en que la población mundial está envejeciendo, al tiempo que el grupo de edad de 65 años o más es el que crece más rápidamente. Para 2050, una de cada seis personas en el mundo (16% de la población) tendrá más de 65 años, en comparación con una de cada once en 2019 (9%). Se proyecta que la proporción de la población de 65 años y más se duplicará; y que el número de personas de 80 años o más se triplicará; de 143 millones en 2019 a 426 millones en 2050.

Que este descenso en la proporción de la población en edad de trabajar está ejerciendo presión sobre los sistemas de protección social y la relación de apoyo potencial. Si se compara el número de personas en edad de trabajar con los mayores de 65 años, éste está disminuyendo en todo el mundo. En Japón la relación es de 1,8, la más baja del mundo. Otros 29 países, principalmente en Europa y en el Caribe, ya tienen relaciones de apoyo potencial inferiores a tres y se espere que llegue a dos, lo que obligará a desarrollar y mantener sistemas públicos de atención médica, pensiones y protección social mayores.

De hecho, la ruptura de los equilibrios poblacionales y de consumo, éstos con frecuencia irracionales y perniciosos, ha dado como resultado un severo daño a las redes tróficas que la naturaleza mantenía en niveles justos, permitiendo la sana convivencia de todas las especies, que, como se señala al principio, eran consumidores y productores a la vez, con escaso o nulo desperdicio de nutrientes y de energía.

Típicos son los ejemplos de los hormigueros, que cuando están sobrepoblados hacen purga de los especímenes menos útiles o aptos para incorporarse a la cadena alimenticia. Esto se ve prácticamente en todas las categorías de seres vivos que pueblan el planeta creando los diversos y varios ecosistemas.

Hay una sobrepoblación humana mundial; pero, además, hay excesivo consumo de recursos, muchos de ellos no renovables, que va en perjuicio del hombre mismo y de su único hábitat. El panorama es terrífico. La olla está a punto de explotar.