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Lealtad y correspondencia

Viene a resultar que en este principio de año, cuando todo indica que se inicia el periodo de crecimiento económico sano y sustentable, muchos de los empresarios, sobre todo chicos y medianos, han dado rienda suelta a la perniciosa costumbre de elevar los precios, dizque por la inflación y el alza de la gasolina (?). En términos absolutos, en este año los salarios mínimos crecieron un 16 por ciento y con ellos los que se mantuvieron deprimidos durante muchos años; no así lo ingresos altos y medianos.

Hubo casos de empresas en las que la administración pidió a quienes tenían los ingresos más elevados, hacer un sacrificio y no sólo no pedir aumento sino aguantar un recorte salarial con el propósitos de poder cubrir los aumentos de los que ganan menos. Siguiendo la recomendación del viejo y conocido refrán de que ‘todos coludos o todos rabones’ y atendiendo a la solidaridad que es característica de los nacidos en este país de maravillas, se aceptó la propuesta con tal de que el negocio se mantenga a flote.

Lealtad y correspondencia

Acercar los extremos para achicar la brecha de los que tienen en exceso y los que de todo carecen, es una buena medida si se ve con ojos de generosidad y de justicia. Atributos éstos que no se han dejado ver en quienes, doblando el año, aprovecharon los pataleos de los que han perdido privilegios mal habidos para encarecer los bienes y servicios que prestan a la comunidad. De esta suerte, el beneficio de unos y el sacrificio de otros, resultó en vano. Quien acostumbraba comer una comida corrida decente pagando ochenta pesos, dejando los restantes 105 pesos con 56 centavos del salario mínimo diario en la frontera para cubrir el resto de sus necesidades, ya no pueden porque ahora su pecio se ha elevado a los $120.

"El favor de su preferencia" era un slogan de negocios bien acreditados que se esmeraban en ofrecer a sus clientes los mejores bienes y servicios a precios justos, y que mantenían en alto la moral de su personal con salarios dignos y prestaciones superiores a las establecida por la ley. Emblemático es el caso del banco Bancomer en manos de don Manuel Espinosa Yglesias, el mayor empleador del país fuera de la administración pública, cuyos servicios eran insuperables y su personal mejor pagado que sus homólogos en los Estados Unidos. Durante décadas fue el banco número uno de América Latina.

El espíritu que animaba a don Manuel, que de banquero exitoso se convirtió en filántropo luego de la 'nacionalización' de la banca, lo han expresado los empresarios más importantes del planeta, muchos de ellos miembros de la Mesa Redonda de Negocios de los Estados Unidos, cuyo presidente, Jamie Dimon, aseguró, como fue consignado en su momento aquí, que: "Las empresas deben adaptarse. Cada vez son más los ejecutivos y los inversionistas que empiezan a comprender que su éxito a largo plazo depende también del éxito de sus clientes, empleados y proveedores. De una u otra manera, se podría concluir que es un mal negocio para las empresas continuar con sus prácticas (abusivas) tradicionales".

Tan contundentes fueron las declaraciones de Dimon, presidente del JP Morgan Chase Bank, que el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, expresó: "Es un alivio que dirigentes corporativos, presuntamente dotados de una comprensión profunda del funcionamiento de la economía, finalmente hayan visto la luz y se hayan puesto al día con la economía moderna, aunque les haya llevado unos 40 años. Por supuesto que la nueva postura de los directores ejecutivos más poderosos de Estados Unidos es bienvenida. Pero habrá que esperar hasta saber si se trata de otro truco publicitario o si realmente creen en lo que dicen". 

Esta duda se despeja con el Manifiesto de Davos 2020, que hace propuestas interesantes, que pueden resumirse en tres grandes apartados: "El propósito de las empresas es colaborar con todos los grupos de interés implicados en su funcionamiento. Las empresas no funcionan únicamente para sus accionistas; sino para todas las partes involucradas: empleados, clientes, proveedores, comunidades locales y la sociedad en general.

Una empresa es más que una unidad económica generadora de riqueza. Atiende a las aspiraciones humanas y sociales en el marco del sistema social en su conjunto. Y los salarios del personal ejecutivo deben reflejar la responsabilidad ante todas las partes involucradas.

Una empresa multinacional es en sí misma un grupo de interés (tal como los gobiernos y la sociedad civil) al servicio del futuro global". 

Para redondear la idea general, el fundador y presidente ejecutivo del foro, Klaus Schwab, agregó que: "Las empresas deberían pagar un porcentaje justo de impuestos, mostrar tolerancia cero frente a la corrupción, respetar los derechos humanos en sus cadenas globales de suministro y defender la competencia en igualdad de condiciones".

Así como el gobierno de México siguió el modelo neoliberal probado primero en Chile y luego adoptado por la dupla terrible Reagan y Thatcher, presidente de los Estados Unidos y primera ministra de la Gran Bretaña y los empresarios autóctonos se colgaron del tren para hacerse de mulas a la mala; ha llegado la hora de dar marcha atrás y de hacer negocios que aporten un beneficio general y sean precursores de una prosperidad compartida. 

Si un negocio va mal y no alcanza para cubrir los caprichos de la niña, no es por la vía del aumento de precios ni la reducción de salarios que se va a encontrar una solución. 

Más y mejores servicios a precios razonables, que permitan corresponder a la lealtad y preferencia de los clientes, puede ser la solución; si no, ese negocio no es negocio.