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La Batalla de Puebla

Sin lugar a dudas, la Batalla de Puebla es la primera manifestación de fuerza de los resultados que tuvo la tarea de los educadores de la Reforma, cuyo interés era crear un sentido de unidad nacional y hasta de un acendrado patriotismo que comprometiera a las huestes progresista en la gran proeza de hacer de México una nación moderna y de los mexicanos el hombre nuevo del que tanto se habla en los textos de la magnífica literatura de esa época de grandes mentes creadoras.

Ignacio Manuel Altamirano fue considera el gran maestro por insistir en la estructura moral de la República, en el lenguaje como instrumento de cohesión social y a la creación literaria como el mejor vehículo para hacer llegar a las masas la idea de una nueva nación, independiente, soberana y profundamente humanista desde el punto de vista laico. Con la educación escolarizada a cargo del Estado, buscaron erradicar el poder de la curia aliada y protectora de los grandes potentados.

La Batalla de Puebla

Altamirano escribe, a la muerte de doña Margarita Maza de Juárez que: "Esta señora era el ornamento de su sexo, era la personificación de las virtudes cristianas y de las virtudes patrióticas en la mujer. A propósito, mi amigo, el distinguido poeta y literato Juan A. Mateos, en un artículo que ha publicado en El Monitor, extraña que el clero, tan adulador con los vetustos magnates del partido enemigo, y que hace un ruido escandaloso a la muerte del más inútil de sus canónigos, no haya hecho una demostración de duelo por el fallecimiento de una matrona digna por mil títulos de respeto, tanto más, cuanto que murió en el seno del catolicismo". Señalamiento pertinente.

Si la intención de fomentar la educación entre los mexicanos que recién habían perdido la mitad de su territorio, luego de la invasión norteamericana, era la de crear un sentimiento nacionalista y promover los valores cívicos; la forma en que se llevó a cabo la titánica tarea tiene que ver con el arte, específicamente la literatura. Se da entonces una generación de creadores singulares entre los que no pueden dejar de mencionarse los más conocidos: Guillermo Prieto, Manuel Acuña, Manuel M. Flores, Antonio Plaza, Juan de Dios Peza, Manuel José Othón, Amador Nervo, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis Gayola Urbina y Salvador Díaz Mirón. Todos poetas de sublime inspiración.

Fue con sus versos que las clases media accedieron a los anhelos de alfabetización primero y de educación posteriormente. Quien no podía recitar la Amada Inmóvil sentía que algo le faltaba y presuroso acudía a aprender a leer y escribir. Así se fue forjando el concepto de la educación como sistema político para llegar al sentimiento nacional que permitió eventos como la Batalla del Cinco de Mayo, cuando tropas mal preparadas y peor armadas vencieron al mejor ejército del mundo.

No aparecía aún el concepto de la educación como un derecho; pero, ya se perfilaban sus más notables características de obligatoriedad, laicidad y gratuidad. A través de la literatura, aseguraba ese gran maestro y político, don Justo Sierra, que se tiene el mejor medio en el que la conciencia de la nación toma plena consciencia de sí misma. Ya más adelante, en los prolegómenos de la Revolución Mexicana, fue apareciendo la idea de la educación como una de las garantías sociales.

Quizá sea la obra con ciertos tintes mordaces de Ignacio Manuel, El Maestro de Escuela, en donde se bifurca con mayor precisión el concepto de la enseñanza como objeto de interés patrio y de emancipación social. Hace del maestro de escuela primaria un héroe, literalmente muerto de hambre, que ejerce el magisterio como un apostolado y no como un oficio supletorio; en cambio, el villano es el cura salaz, bien nutrido, pícaro y apátrida, partidario de los explotadores de los indios y del pueblo pobre y vasallo gratuito del espurio imperio de Maximiliano de Habsburgo.

Hoy, al conmemorarse la Batalla de Puebla y lanzar al aire los cohetes de fiesta, no puede dejar de recordarse que fue en la Guerra de Reforma y en la Restauración de la República, que se dieron las bases para una educación de calidad, convertida posteriormente en un derecho inalienable de los niños y los jóvenes, que son presente y futuro de la patria. Esa educación que en estos momentos vive uno de sus trances más dramáticos por la férrea defensa del interés de las mafias del poder. Hoy en México y en todo el mundo, se desinfló el proyecto neoliberal luego de más de 3 décadas de producir pobreza, guerras, desequilibrios sociales y gobiernos de ultraderecha en todas partes. 

La educación será, nuevamente, el factor de cohesión nacional para ir en busca de la justicia social.