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Jugadas maestras

Ayer, algunos medios, empezaron a señalar la posibilidad de que las calificadoras internacionales de deuda consideren que los ‘Mexcat’, los bonos emitidos por el fideicomiso del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, que el gobierno ha decidido rescatar, pueden convertirse en ‘bonos basura’. Esta posibilidad se ha conjurado con dos operaciones inéditas, imaginativas y, desde luego, muy positivas.

Sería un magnífico regalo de navidad que los bonos tuvieran un recorte calificativo, ya que así, en la recompra de los mismos por parte del Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México se podrían obtener más baratos. Cualquier inversionista y hasta los que no lo son; pero, ven televisión, entienden que mientras más baja calificación tenga un instrumento financiero, más vendedores se presentará en las pujas y menos pujantes.

Jugadas maestras

El nuevo gobierno de México está abriendo caminos inusitados en el mundo de los sistemas financieros mundiales jugando con sus propias reglas, sin provocar rupturas que pongan en predicamento la economía nacional ni sus calificaciones crediticias. Los tenedores de bonos también están pisando un terreno desconocido; pues, o dan su consentimiento para modificar los contratos de deuda, con la cancelación del NAIM o se quedarán con sus bonos que andarán por los suelos, con pérdidas substanciales.

La idea es que los recursos sean destinados a las obras de ampliación de aeropuerto actual y la construcción de dos pistas en Santa Lucía, más la ampliación del de Toluca, con la misma garantía de pago mediante la recaudación de las tarifas de los derechos aeroportuarios. En ese sentido, nadie pierde y todos tan contentos. El riesgo es que los inversionistas se resistan y que se expongan a perder con una caída de la calificación.

La cancelación del NAICM se hizo por tres razones claras, precisas y concisas: eran un barril sin fondo, del que habrían de sacar enorme raja los magnates que dominan la economía sin que hubiera garantía razonable de que, finalmente, fuera a funcionar; era el más desquiciado atentado en contra la ecología que el hombre pudo imaginar: 180 minas a cielo abierto y decenas de cerros desgajados, de donde se extrajo tezontle para dar un sustento sólido a la construcción y a las pistas, dejaron a la región expuesta a la erosión eólica y pluvial; y, fue ideados para ganar dinero, como quedó demostrado con el crecimiento paulatino de sus costos, sin mediar justificación alguna.

La emisión de los bonos es un ejemplo de ello: el 22 de septiembre de 2016, GACM colocó un bono verde por 1,000 millones de dólares con una tasa de 4.25% con vencimiento en 2026, y otro más por 1,000 mdd, con una tasa de 5.50%, con vencimiento en el 2046. Casi año después, el 13 de septiembre de 2017, la empresa emitió más deuda en dos tramos: un bono por 1,000 mdd, cuya tasa fue de 3.87% con vencimiento en 2028, y otro por 3,000 mdd al 5.50% con vencimiento en 2047. Los 6,000 millones de dólares de deuda verde serían utilizados para la construcción del NAICM, pagadero con los flujos excedentes que el propio aeropuerto habría de generar por derechos de TUA.

Luego de la consulta popular, se decidió la cancelación de la construcción de la terminal aérea en Texcoco y con ello se generó incertidumbre entre los inversionistas, por lo que el nuevo gobierno decidió aplicar las dos medidas inteligentes y acertadas: que las obras sigan para que no haya lugar a recamos o demandas, y la recompra de los bonos para aliviar las presiones financieras de corto plazo y evitar la contaminación de la calificación de la deuda soberana con la de los bonos, en caso de que se lleguen a caer en los mercados financieros.

En un mundo donde la especulación es el caldo de cultivo de las ganancias superlativas, un planteamiento como el que ha hecho el gobierno de México, además de muy imaginativo, obliga a actuar con sensatez, porque, cabresteas o ‘tihorcas’.