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Con Sansón a las patadas

Existe la percepción de que, cuando menos dos de las instancias de poder en México han decidido velar armas en contra de las disposiciones del nuevo gobierno federal, disque en defensa de la soberanía de su autoridad. Quizá sea necesario que entiendan que no pueden seguir jugando al juego de la simulación y la complacencia a que eran tan afectos lo que debieron irse con la cola entre las patas. Los tiempos son muy otros.

Existe una vieja historia cuyo origen y autoría se ha perdido en la bruma de los años, que dice así: Próximo a la etapa en que todos los seres vivos deben dar paso a las nuevas generaciones, el venado viejo invitó al venadito joven a dar un paseo por el bosque para instruirlo sobre lo que debía saber para poder llegar a la edad adulta en un mundo en que la caza del venado se considera una actividad obligada del hombre.

Con Sansón a las patadas

Cruzaron por un lado del claro del bosque y el venadito dio un salto y se puso a temblar. Vio a un grupo de muchachos con flamantes escopetas, potentes vehículos y pertrechos sin fin, entre los que incluían navajas suizas, cuchillos de Toledo, arcos y flechas, chalecos y pantalones camuflados, botas altas de cuero fuerte. Los noveles cazadores levantaron sus tiendas de campaña dotadas de enormes hieleras, cocinas portátiles, sacos de dormir y muchos otros equipos e instrumentos propios del evento.

El venado viejo le dijo que no se preocupara, con todo lo que cargaban no erar capaces de atinar a una vaca, aunque estuviera amarrada. Vienen a divertirse a pasear por el bosque para luego ir a contar hazañas portentosas. Lo mismo le dijo de los señores de edad que llegaron en vehículos todo terreno, principalmente los famosos Jeep Wrangler de doble tracción. Esos vienen para descansar unos días de sus trajines.

El venadito se estaba convenciendo de que, en realidad, lo cazadores no eran tan peligrosos como se los habían pintado. Por ello, cuando vio a un viejo campesino con un rifle mohoso, amarrado con un mecate, que iba despreocupado por el sendero del bosque, no le prestó atención. Entonces, el venado viejo le dijo sigilosamente: “agáchate, escóndete y cuando te diga, sales huyendo a toda carera sin pararte”. Así lo hizo el animalito y ya cuando estuvieron a salvo, comentó: “Pero, si ese señor se veía inofensivo, con un arma vieja y quizá inservible”. “Si, pero ese si sabe lo que hace; además, tiene hambre”. 

En el diario El País, de España, ayer publicó Luis Pablo Beauregard un artículo titulado: “El poder judicial, en pie de guerra ante López Obrador”, en el que hace un detallado estudio de la resistencia del aparato de justicia mexicano para atenerse a las disposiciones del nuevo régimen. Entre otras cosas, explica que: “Más de 2.000 empleados de la judicatura —entre ellos 600 magistrados— han promovido juicios de amparo, un proceso en el que se impugnan normas generales que se consideran violatorias de los derechos humanos. Los funcionarios se han mostrado inconformes por la primera reforma del Gobierno de Morena, la de dos artículos de la Constitución —75 y 127—, con la que López Obrador ha decretado que nadie en la Administración Pública gane más que él. El mandatario recortó un 40% su sueldo y lo fijó en 108.000 pesos mensuales (5.300 dólares)”. Luego hace referencia a otras reformas propuestas.

Para no ir muy lejos, bien puede decirse a los miembros del PJ, que el Acuerdo General de la Judicatura Federal que Reglamenta la Carrera del Poder Judicial, señala en su Sección II, Articulo 12, apartado XVI, que es facultad de la instancia: “Aprobar el proyecto del presupuesto anual de egresos de la Suprema Corte de Justicia que le someta su presidente, atendiendo a las previsiones del ingreso y del gasto público federal”; en lo que queda perfectamente claro que la Judicatura no puede seguir abusando de sus atribuciones para ganar como potentados.

Y, si se le escarba un poquito, el articulo de Beauregard también hace alusión a la corrupción, nepotismo, irresponsabilidad y abusos del poder que pretende erigirse en Leviatán.