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¿Héroe o villano?

La fantasía ha rodeado de hechos insólitos la vida del general Francisco Villa, nacido en La Coyotada, San Juan del Río, Durango, el 5 de junio de 1878, hace 140 años; pero, ni falta hace. Sus hazañas personales, que van desde la genialidad como gran estratega militar, a la brutalidad extrema, pasando por una gran ternura y un genuino interés por los niños, por la educación, por la justicia, bastan para darle un lugar en la historia.

En la historia universal, porque sus cargas de caballería, el uso de los trenes para el desplazamiento de tropas y provisiones, y la utilización de aviones de reconocimiento y bombardeo de posiciones del enemigo, fueron técnicas pioneras en las tácticas de la guerra que posteriormente se utilizarían en la Primera Guerra Mundial y otras. Según el doctor Lawrence D. Taylor, los pilotos de la incipiente Fuerza Aérea de la División del Norte, a cargo de Raúl Madero, fueron Edwin Charles Parsons y Jefferson de Villa quienes, actuaron como instructores de vuelo de un selecto grupo de oficiales villistas.

¿Héroe o villano?

Una de las biografías más completas del general Villa es la escrita por Friedrich Kats quien, aparte de investigar al personaje de carne y hueso, hace un marco referencial muy preciso que explica muchas de las etapas de la Revolución Mexicana y cómo es que siendo un movimiento surgido a partir del agotamiento del régimen porfirista y el llamado de Francisco I. Madero al levantamiento armado por razones estrictamente políticas, se convierte en un movimiento de masas con afanes de reivindicación social. 

Explica con lujo de detalle la gestación de los cacicazgos, la llegada de las inversiones estadounidenses, la construcción de las líneas ferroviarias, la enorme expansión de la producción para la exportación, la extensión de las haciendas, el despojo de las tierras en manos de los antiguos colonos militares, la caída del poder adquisitivo de los salarios, la suplantación de la producción de alimentos básicos (maíz y frijol) por los productos para la exportación, el aumento poblacional, el deterioro de la relación de los precios del intercambio y la pérdida de la autonomía política de los municipios.

Marco este, ideal para el surgimiento de un descontento general que abarcaba a todos los estratos sociales, mismo que Madero supo polarizar; pero, que jamás acabó de entender. Kats escribe con prolijidad el ascenso de Villa y cómo se convierte el estado de Chihuahua en uno de los focos más importantes de la Revolución Mexicana. Detalla sus momentos de gloria, a partir de 1913 y termina con sus derrotas militares de 1915. 

En 1913, tras la muerte de Madero, formó un nuevo ejército revolucionario conocido como la División del Norte con el que peleó al lado de Venustiano Carranza y Emiliano Zapata contra Huerta, quien se había erigido como dictador. Derrotaron a Huerta en 1914 pero al sentirse defraudados por Carranza, Villa y Zapata volvieron a tomar las armas en contra de su antiguo compañero de batallas. Esta vez la suerte no estuvo de su lado, Álvaro Obregón derrotó a los villistas y Carranza se consolidó en el poder, logrando el reconocimiento oficial de su gobierno por los Estados Unidos. 

Tal vez lo que no pudo entender Kats, fueron las diferencias entre Villa y Carranza como las propias de un enfrentamiento clasista. Para los villistas las haciendas confiscadas debían ser administradas por el Estado a fin de dirigirlas para dar trabajo y producir lo que necesitaba la población; mientras que Carranza pretendía devolverlas a los hacendados, a fin de continuar con el sistema de producción que priorizaba las exportaciones. No hay que olvidar que Carranza fue diputado y gobernador del régimen porfirista. Derrotado, Villa se convirtió en guerrillero.

En 1916, atacó con sus tropas el territorio de Nuevo México y el gobierno de Estados Unidos envió la Expedición Punitiva al mando del general Pershing. Villa se mantuvo escondido hasta 1920, cuando el nuevo presidente, Adolfo de la Huerta, le ofreció una amnistía. El 20 de julio de 1923, le tendieron una emboscada en los alrededores de la ciudad de Parral y cayó asesinado, junto con su amigo, el coronel Miguel Trillo.