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Extinción política

Esta elección no sólo ha llevado a un joven partido a las puertas de la Presidencia, sino también servirá para definir la presencia de otros partidos

En México no sólo se juega una definición electoral de cargos públicos, también se juega un nuevo ordenamiento político profundo. En esta elección si no hay sobresaltos y las cosas ocurren dentro del ámbito legal, el próximo Presidente de México será Andrés Manuel López Obrador, pero no irá solo, según los últimos sondeos, parece que llevará carro completo en ambas cámaras.

Extinción política

Si estas dos premisas se cumplen, el factor determinante en política será la desaparición de varios partidos que podrían perder su registro. Entre estos partidos están el PRD, PANAL y quizá el Verde Ecologista. Movimiento Ciudadano está colgado de una hebra con nombre y apellido Enrique Alfaro. Quien tiene amplias posibilidades de triunfo para la gubernatura de Jalisco. Ahora bien, siguiendo la trayectoria personalista de Alfaro, vaya usted a saber si luego no les renuncia y deja a Movimiento Ciudadano colgado de la brocha.

 Lo que se espera del gobierno morenista es mucho, Andrés Manuel López Obrador ha sido un político forjado en el andar popular. Su cercanía con la gente, con el pueblo, le ha permitido encajar y sensibilizar perfectamente las necesidades de las mayorías, por eso en ciertos sectores de clase media alta y los muy ricos no encaja, no le comprenden su lenguaje, esa brecha terrible de desigualdad no solo ha hundido en la miseria a millones de mexicanos, sino además ha construido un muro de rechazo mutuo en la sociedad mexicana.

Los pobres, la mayoría, se sienten rechazados, discriminados, abusados. México, para ellos no es un país de oportunidades. Para los que no les va tan mal, México pudiera estar peor con un cambio político. Y ésta división genera rencor entre las clases sociales, incluso dividiendo amistades y familias enteras.

Este fenómeno no es culpa de López Obrador, como la han querido hacer ver algunos políticos competidores. Lo que divide al país es esa brecha de desigualdad. Misma esta va hincándose como cuña contra los partidos que solo han servido de paleros a los gobiernos neoliberales.

 El futuro gobierno mexicano, bajo las siglas de Morena, no sólo enfrentará un atraso económico de 30 años, no sólo le estallarán problemas de seguridad a lo largo y ancho del territorio nacional. Su principal reto será construir muy rápidamente un gobierno de transición responsable, honesto y sobre todo altamente eficiente.

Para gobernar a México bien se necesita de gente preparada y con experiencia, ya vivimos la debacle de gobiernos como el de Fox y Calderón, quienes a pesar de tener los precios del crudo más altos de la historia de México, solo sirvieron para enriquecer a unos cuantos empresarios y otros tantos gobernadores. López Obrador bien que sabe esto, pero la capacidad operativa de su partido, Morena, está bastante acotada. Es lógico; Morena es el partido más joven de México, junto con su socio el PES. Por lo tanto deberá echar mano de experiencias de otros partidos y hasta apartidistas, lo que debilitará aún más a los partidos pequeños en el caso de que AMLO eche mano de algunos de sus hombres y mujeres más capaces.

Hay quienes vaticinan la desaparición del PRI. Yo no lo creo, aún tienen muchos gobernadores, su escuela disciplinaria es bastante eficiente, tanto que ha logrado sobrevivir a pesar de sus líderes neoliberales. Quien está verdaderamente en peligro es el PAN. Porque lo que Anaya hizo del PAN y sus más notables pensadores y líderes fue terrible. El abuso, la persecución y la andanada de insultos que esgrimió contra quienes pensaban diferente dentro de su partido mostró el rostro más avaricioso del joven político queretano.

Lo que Anaya hizo al PAN fue dividir a sus oponentes, a sus críticos, para así imponer su propia candidatura. Se convirtió en juez y parte. Mandó al carajo la vida democrática interna, que en otros tiempos había caracterizado al PAN y se convirtió en su dueño. Por eso el PAN está tan debilitado y sumido en una crisis terrible que le puede llevar a desaparecer si otros dentro del PAN no le arrebatan el poder a Anaya y su horda de malhechores.

Esta elección no sólo ha llevado a un joven partido a las puertas de la Presidencia, sino también servirá para definir la presencia de otros partidos que solo saben ganar en las mesas de negociaciones y no en las urnas. Esta elección puede coinvertirse en un nuevo evento masivo de extinción partidaria. Dónde solo los más empáticos al sentimiento popular puedan sobrevivir. Y esto incluye a los independientes.