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Entender ¿qué?

La autoridad soberbia que pide a los niños no comer comida chatarra de la calle, no sabe de hambre

Hubo, un durante el régimen del becario de ingrata memoria, un actuario que fue secretario de Desarrollo Social y secretario de Hacienda, dos de las posiciones más sensibles del gobierno federal, que exigen capacidad política, conocimientos sólidos y firme voluntad para asumir las responsabilidades que se derivan de esos desempeños, que tuvo la ocurrencia de asegurar que con 6 mil pesos una persona puede estrenar auto, tener casa nueva, comer en la calle y vacacionar.

Obviamente, el ‘juncionario’ no tenía ni la menor idea de lo que estaba diciendo, como ha venido ocurriendo con los cuates que son llamados a ocupar un cargo público o una representación social por puro amiguismo, sin haber demostrado alguna habilidad para el efecto. Típicos son los casos en que médicos son puestos en Comunicaciones, ingenieros en Salubridad y arquitectos en Educación, donde, como se ha demostrado, no hacen otra cosa que amasar cuantiosas fortunas.

Entender ¿qué?

Ahora, cuando el agua le ha llegado a los aparejos, viene el acaudalado empresario metido a presidente de la República de Chile, Sebastián Piñera, a decir que no sabe cómo no logró entender las demandas populares tanto tiempo contenidas desde el tiempo del cuartelazo de Pinochet, que impuso una de las más duras y sanguinarias dictaduras del continente. Claro que no lo sabe, como no sabe cuánto cuesta la vida para un trabajador en ese país que hasta hace poco era bien conducido por Michelle Bachelet.

Quien no se ha ensuciado los zapatos, no para la foto como los políticos rancheritos del Anáhuac que con ello quieren demostrar cercanía al pueblo; sino recorriendo los polvorientos caminos que miles de niños deben transitar cotidianamente para ir a la escuela, no puede entender lo que es tener hambre, tanto de comida como de estrenar, aunque sea una vez en la vida, un par de zapatos. Los ahítos no pueden entender a los pobres; menos los ricachones que se han enriquecido con el hambre nuestra de cada día, quitando el pan de la boca a los niños para completar otro millón. La autoridad soberbia que pide a los niños no comer comida chatarra de la calle, no sabe de hambre.

Este don Sebastián agota inmediatamente las simpatías que le ganó reconocer que no tenía idea de las necesidades de la gente, cuando agrega que no caerá en populismos. Es obvio que tampoco logra entender lo que es el populismo, esto es, la prevalencia de los intereses del pueblo por sobre los de camarillas aisladas, como los exclusivos clubes de magnates que se han dado a pasto durante las últimas décadas. Aunque la idea viene desde la Grecia Clásica, siglos antes de Cristo, no entiende que la democracia es el poder del pueblo (demos-pueblo, cratos-poder) así de simple.

Nada menos ayer, afirmó que: “Cada persona hace su propia proyección y yo soy optimista. Creo que la democracia chilena, el Estado de derecho y el sentido común van a predominar. En Chile tenemos una paradoja: fue la colonia más pobre de España en América Latina y en los últimos 30 años vivió probablemente uno de los mejores periodos de su historia. En 30 años logramos recuperar la democracia en forma ejemplar, logramos un proceso de crecimiento y desarrollo que nunca antes habíamos conocido, multiplicamos por cinco nuestro ingreso per cápita”. ¡Sí, Chucha!

Piñera confunde la democracia con el capitalismo salvaje y feroz que durante las tres décadas que señala, concentró la riqueza generada por el trabajo del hombre en unas cuantas manos estériles porque no son capaces de producir ni lo que se comen. Habla del crecimiento, igual que lo hacen en México; pero, no dicen que ese crecimiento está concentrado en las grandes fortunas que crecen mientras la economía popular se va por los suelos. A final de cuentas, hay más ricos; pero, también más pobres, a los que se ha quitado hasta la esperanza y migran a otros lugares.

Para quitar la comida de la mesa de los trabajadores, Pinochet utilizó la fuerza de las armas, luego el mismo Piñera en su primer gobierno, consolidó las camarillas de potentados como hizo en México Carlos Salinas, dilapidando el patrimonio nacional acumulado durante medio siglo de regímenes revolucionarios. Ahora se asusta y quiere tomar medidas paliativas que no llegarán al cambio real y verdadero que humanice la economía y distribuya los beneficios del trabajo.

Si Piñera no lo sabe, podría tomar ejemplo de la Mesa Redonda de Negocios de los Estados Unidos, cuyos capitanes han decidido, por conveniencia propia, no por buenas gentes, atenuar las utilidad de las grandes empresas para beneficiar a la economía de sus trabajadores, dándoles poder de compra para que eleven su nivel de vida.

México ya inició el camino de la transformación para lograr una sociedad más justa e igualitaria y está resistiendo los feroces embates de los demonios que no quieren perder sus canonjías.

Tome experiencia este Piñera si quiere terminar con bien su periodo, logre entender o no.