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En Babia

La tendencia a la baja del peso mexicano en su cotización frente al dólar en la jornada de ayer, fue explicada por los ‘expertos’ de muy diversas maneras, algunas rayanas en la más pura fantasía. Sólo dos, ninguno relacionado con el sector oficial, observó que el trago amargo que deben apechugar los mexicanos se debe a los efectos de los buenos resultados que ha tenido la economía de Estados Unidos en la era de Donald Trump.

Durante la reunión del Sistema de la Reserva Federal del miércoles, bajo la conducción de Jerome Powell, sucesor de Janet Yellen y seguidor de sus políticas, se determinó un ajuste al alza en las tasas de referencia, que pasan a 1.75 y 2 por ciento, a efecto de que la economía mantenga un robusto equilibrio que evite tanto una espiral inflacionaria como una etapa recesiva. Se optó por lo sano tomando en cuenta todos los indicadores.

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Estos señalan que los riesgos están equilibrados: la proyección de tasa de desempleo baja al 3.6%, dos décimas menos que la actual. Además, se estima un crecimiento del 2.8% este año y del 2.4% el que viene. Los últimos datos de inflación señalan que ésta subió dos décimas en abril y coloca la tasa anual en el 2.8%, la más alta en seis años. El alza se carga al encarecimiento de gasolinas y otros energéticos por el petróleo caro.

Muy satisfecho de los acuerdos logrados, el presidente de la Fed señaló: “Todo avanza conforme a lo esperado”. Como resultado de ello, el Dow Jones volvió a recuperar el nivel de los 25.000 puntos, luego de ligar 9 sesiones en positivo. El encarecimiento del precio del dinero provocó, a su vez, que el dólar esté en positivo este año. Muy distinto del manejo de la economía mexicana que sigue operando con supuestos absurdos, con tasas de referencia altas, inflación incontrolable y precios de combustibles artificiales.

Según el Banco de México, el alza en las tasas de interés busca evitar la fuga de divisas sin que se haya logrado contener la estampida de capitales especulativos que van como una plaga de langosta buscando donde arrasar con la riqueza natural y la que genera el trabajo del hombre para seguir creciendo sin otro objetivo que acumular riqueza, no importa si con ello se afectan los ecosistemas y se pauperiza al trabajador.

El crecimiento de la espiral inflacionaria, que ahora se mide con parámetros trucados a fin de que no refleje la realidad, se debe principalmente al alza en los precios de los combustibles que controla el gobierno, a los que deben agregarse los impuestos sobre rubros que fueron inventados por los ‘representantes’ populares a fin de mantener un aparato burocrático tan abultado como ineficaz que alienta la inaceptable corrupción.

La interpretación que hacen los ‘expertos’ mexicanos sobre la caída del peso, van de lo fantástico a lo absurdo; por ejemplo, Javier Levy, señaló ayer que: “El peso mexicano regresó a las pérdidas debido al pleito entre Trump y Trudeau que debilitó mucho la probabilidad de lograr un acuerdo comercial dentro de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de la América del Norte”. También señaló como otra causante el resultado del debate entre los debate presidenciales, en que se apuntaló la figura de López Obrador, nos obstante que sus rivales exhibieron expedientes en su contra.

Muy diferente a los que expresan expeertros internacionales. Según los datos de Bloomberg: “Los Credit Default Swaps (CDS) para México a cinco años están en 151 puntos base, un máximo desde febrero del 2017. Esto implica que el costo para cubrir un millón de dólares de deuda mexicana es de 15 mil 100 dólares”. Situación que lleva a temer que el futuro haga pagar a los aborígenes las pifias de la actual administración en que se apostó todo a la privatización de los recursos energéticos y a la inversión extranjera, esa que ahora abandona el barco en busca de nuevos horizontes donde pueda seguir engordando y los ‘expertos’ del Anáhuac siguen en Babia.