Editoriales > ANÁLISIS

El mundo al revés

Fue el 23 de Enero de 2015 cuando, a través de Twitter, un escritor que se identificó con el mote de Superager, que en inglés podría significar una persona que ya arribó a ese mundo mágico de la tercera edad, publicó un magnifico cuento que tituló El mundo al revés

Fue el 23 de Enero de 2015 cuando, a través de Twitter, un escritor que se identificó con el mote de Superager, que en inglés podría significar una persona que ya arribó a ese mundo mágico de la tercera edad, publicó un magnifico cuento que tituló El mundo al revés, el cual se reproduce en este espacio porque parece reflejar, con notoria precisión los tiempos que están viviendo los habitantes del Anáhuac. Imposible contactar al autor.

“Había una vez un bosque donde pasaban cosas muy raras: los pájaros maullaban, los lobos cantaban, las vacas, gruñían y los toros hacían un sonido muy raro que se parecía a este: ¡fre!, ¡fre!

El mundo al revés

Un búho se mudo ha ese mismo bosque y se quedo impresionado de lo desordenado que estaba el lugar y empezó a investigar lo que pasaba. Le pregunto al pájaro: ¿tu sabes lo que esta pasando aquí? ¿esto no es normal?

-¡¡¡¡Miaou!!!! ¡¡¡Miaou!!!

Después, le pregunto al lobo:

-¿¿¿Sabes que pasa aquí???

-¡Pio, pio, pio!

Luego le pregunto a la vaca:

-Y tu, ¿sabes que pasa aquí?

-Grrrrr, grrrrr.

Para acabar, le pregunto al toro:

-¿¿¿Por lo menos tu sabrás que pasa aquí, no???

-¡Fre!,¡Fre!

-¡Ya estoy harto de esto, voy a enseñar a estos raritos a hablar!

Primero enseño a hablar a los pájaros.

Después les enseño a hablar a los lobos.

A continuación les enseño a hablar a las vacas.

Por ultimo les enseño a hablar a los toros.

-Esto sí, esto ya es otra cosa”.

Para enriquecer el cuento con el propósito de darle el sentido deseado, habría que señalar que el búho no sólo enseñó a hablar a los animalitos que se había encontrado inicialmente en el bosque; sino, a todas las criaturas del Señor que se iba topando. Les enseñó a hablar y unos lo hicieron con absoluta corrección y hasta con cierta dosis de belleza en la expresión. Siguiendo su vocación innata, los pajaritos hablaron en verso y hasta inventaron canciones de singular belleza. No faltó quien dijera que ellos le dictaban a Neruda sus poemas; otros más atrevidos dijeron que el Himno a la Alegría le fue dictado a Beethoven, quien lo incorporó Cuarto Movimiento de la Sinfonía Nº 9.

Perros y gatos hablaron y en su lenguaje dejaban ver sus sentimiento de amistad, de lealtad y hasta de sacrificio. Así como la estatua de Hachiko, en Japón, se volvió famosa por estar erigida a un perro que poseía la legendaria virtud de la lealtad hacia su amo; se levantaron otras para aquellos animalitos que se habían destacado por el uso del lenguaje para prestar favores especiales a sus propietarios en lo particular, o en pro de la comunidad a la que pertenecían en lo general.

Los animales de granja avisaban a los rancheros que ya estaban listas para la ordeña (en el caso de las vacas y cabras, por supuesto), o que ya habían puesto los huevos, lo que dio a pie para que se inventara el dicho de que no basta que la gallina ponga el huevo, sino que es necesario que lo cacaraqueé, que para el efecto debe entenderse como que debía avisar. El que exageró, fue Piporro, pues aseguraba que sus gallinas estaban cruzadas con marrano y que ponían puro huevo con chorizo, luego de lo cual fritaban que ya estaba el almuerzo.

El cuento, tan bonito, de Superager, tuvo un lado malo. Como si fuera una moneda con sus dos caras, a los beneficios obtenidos por las enseñanzas del búho, se unieron los perjuicios, los graves daños que ocasionó el hecho de que también enseñara hablar a los animales del monte y los parajes solitarios, especialmente los zorros, los lobos, las hienas y los chacales, que desde aquel tiempo se han dedicado a engañar y a propagar la infamia apoyada en la mentira y la traición.

Las palabras, que alcanzaron su más alto nivel con los cenzontles y los ruiseñores; llegaron hasta lo más ruin en la boca de las serpientes, las tarántulas y demás alimañas que pueblan las covachas y de los que han sido condenados como especímenes dedicados a hacer el mal por el mal mismo. 

Resultó así que, hablando todos el mismo idioma, siguió siendo un mundo al revés.