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El cristal con que se mira

En la década de los 80s, Banamex publicó un folleto en que avizoraba un panorama oscuro para esta frontera; entre otras cosas, por la enorme cantidad de niños dejados a la buena de Dios.

En la década de los 80s, Banamex publicó un folleto en que avizoraba un panorama oscuro para esta frontera; entre otras cosas, por la enorme cantidad de niños dejados a la buena de Dios. Decía que 10 mil mujeres jóvenes, trabajadoras de la industria de la maquila, con ingresos muy bajos y escasa preparación, buscarían compañía para tener afecto, algo de protección, inclusive, apoyo económico. Algunas se embarazarían.

El régimen de seguridad social podía apoyarlas durante el embarazo y el parto; pero, no todas podrían contar con la ayuda del sistema de guarderías de éste. Tendrían que crear a sus vástagos con sus propias posibilidades, que vienen siendo muy pocas. En algunos casos, contarían con la ayuda paterna; en otros, no. Así, un ejército de peques crecerían orejanos, sin el regazo materno donde podrían abrevar la leche y los valores.

El cristal con que se mira

No es tan difícil adivinar lo que ocurrió con esas generaciones de párvulos que van por la vida con el sentimiento de que algo se les ha quedado a deber; que no pueden sentir otra cosa que envidia y frustración por no haber venido al mundo en un hogar bien armonizado, con posibilidades de tener una formación inicial integral y una educación formal que les proporcionara una visión amable de la vida y de las relaciones sociales.

Ahora, el director de lo que fue Banamex y ahora se denomina Citibanamex, Ernesto Torres Cantú, en entrevista con diversos medios, afirmó que el sector bancario no tiene candidato para la Presidencia de la República; pero que, sí tiene una idea muy precisa acerca del triple compromiso que deben asumir los aspirantes: 1. Compartir la idea de que para México lo mejor es una economía de libre mercado; 2. Respeto a las instituciones y 3. La formalización del mercado. Sí; pero, ¿cómo debe asumirse la idea?

Dejando de lado la precisión de que el mercado libre no existe, habría qué preguntar si el régimen político-económico que ha permitido la acumulación excesiva de la riqueza y las ganancias superlativas del sistema bancario que opera en México, lo asumen los banqueros como régimen de libre mercado, cuando, en realidad es un capitalismo de amigos que permite el dominio de los monopolios e inhibe totalmente la competencia.

Con respecto de las instituciones, no son los ciudadanos los que las han deteriorado y los que ponen en duda su eficacia como garantes del estado de Derecho. En estos días, cuando está en juego el futuro del país, son las instituciones, manejadas con criterio de camarilla, las que incumplen la función que tienen encomendada y con ello frustran el acceso a la justicia que es uno de los anhelos permanentes además del camino a la paz.

Por lo que hace a la formalización del mercado, habría mucho que decir; pero, basta y sobra con señalar que muy pocas personas pueden verse atraídas por la oferta de ir a la formalidad si ello les significa una competencia inicua, en la que el pez más grande engulle sin esfuerzo al chico. No hay quien pueda competir en contra de los magnates que han encontrado en los resquicios de la ley la posibilidad de sustraerse al mandato la misma, ya sea por medio de los regímenes especiales, los condominios horizontales y demás formas en que los poderosos, en lugar de contribuir al erario, reciben de éste.

Dos visiones encontradas de una misma institución, además de las tendencias a nivel global para regular los mercados ante el impacto que ha tenido el neoliberalismo y la globalización. Ya resulta prácticamente insostenible el crecimiento desorbitado de los grandes capitales a costa de la miseria de las mayorías que apenas subsisten. El negro panorama que pintó el folleto publicado por Banamex en la década de los 80s, se ha venido a cumplir cabalmente por la imposición de los regímenes de mercado, en que el ser humano pasa a segundo plano con relación a los rendimientos que tienen los grandes empresarios y obtienen los especuladores del mercado mundial abierto.

En el libro Los grandes problemas de México, en el capítulo La humanización del capital, el periodista porfirista y ultraconservador Francisco Bulnes, pontifica que: “Después del discurso del General Calles, el capital extranjero más que nunca tendrá horror de México, no es cuerdo exponer ni un centavo ‘en un país sin leyes’, porque como lo estamos viendo de nada sirven las escritas y cumplir con la moral v la justicia dictadas por la política, no significa más que muerte por espantosa tiranía. Los obreros deben creer que irán al hambre, si pretenden que en México el capital se someta a la moral v a la justicia emanada de las huelgas”.

Y, México vivió la más prolongada etapa de paz, estabilidad y desarrollo del siglo XX.