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El tío Lolo

El libre mercado es una entelequia dominada por los monopolios

El tío Lolo es un personaje de la imaginería nacional que tipifica al distraído, al que ve llover y no se moja, al que escucha la campana pero no sabe dónde la va procesión. Si es dado ejemplificar a la perfección al tío Lolo en estos momentos que vive el país, habría que señalar a políticos y empresarios que siguen con la misma cantaleta de democracia y libre mercado, que en México nunca se han dado desde que los salinistas asaltaron el poder y tomaron la riqueza del Anáhuac.

El sistema electoral es tan arcaico y obsoleto que solamente con mucha devoción por las transas es posible creer que los procesos eleccionarios por medio de los cuales llegaron a poder bribones de toda laya, hayan sido tersos y confiables. Los funcionarios electorales surgidos de los sótanos más oscuros del gordillismo, llegaron y se mantuvieron gracias a su vocación de sastre, por medio de la cual hacían los trajes a la medida de quien pagaba más. Ganan con cien mil donde votaban 10 mil.

El tío Lolo

El libre mercado es una entelequia dominada por los monopolios que se dieron a partir de la venta de garaje de los 30 de a 25, por medio de la cual los magnates de México se hicieron de las boyantes empresas del Estado mexicano a cambio de una cuota de 25 millones de dólares entregada en mano a Carlos Salinas, quien reservó para sí lo mejor utilizando prestanombres. Desde entonces, no hay modo de que los mexicanos tengan bienes de calidad a precios razonables.

Los disque órganos autónomos del Estado mexicano, con un denso aparato burocrático y con altísimos salarios, no se crearon para fomentar la competencia, la transparencia, la rendición de cuentas; sino, para todo lo contrario y favorecer la concentración de las empresas es un entramado de los mismos pero con diferentes alianzas nominales, de tal suerte que el presidente aquí era vocal allá, y así, para no enfrentar la norma oficial. Así, México es un consumidor cautivo.

El Banco de México, en manos de Agustín Carstens elevó irresponsablemente las tasas de interés para encarecer los bienes y servicios con el cuento de que se buscaba lo contrario, esto es, controlar la inflación. Así los bancos e instituciones de crédito, que financian preponderantemente el consumo, lograron ganancias superlativas que mantuvieron a flote a sus matrices durante las crisis recurrentes del sistema financiero. México volvió a ser un emisor de riqueza a otros países.

Quizá quien mejor ha definido los estragos del capitalismo salvaje que en México es de una cofradía cerrada que se protege a sí misma, sea el filósofo Noam Chomsky, quien ha señalado que: "Para protegerse de las políticas neoliberales, América Latina necesita impulsar una democracia funcional, en que sean los ciudadanos quienes decidan auténticamente y no una minoría rapaz de hombres y mujeres ricos, que es la gran distorsión que sufrió la democracia a lo largo del siglo XX, prácticamente en todo el mundo". Así está ocurriendo; pero, hay una embestida feroz en contra.

En el mismo sentido de este filósofo, otros pensadores contemporáneos que entienden el valor de rescatar el destino de la humanidad de manos de los rentistas, han explicado la importancia de la resistencia popular para enfrentar el proyecto de las élites. Siempre se han lanzado ataques de la élite contra la democracia real y el modelo de libre mercado corporativo permanece como el obstáculo a la eficiencia y a la toma racional de decisiones. Superar este déficit democrático y promover una sociedad democrática que funcione en realidad es ahora la tarea fundamental. 

Entre las claves para lograrlo identifican los pensadores la renovación de los sindicatos, la lucha educativa y cultural y lo necesario para desmantelar el edificio de ilusiones por la minoría que gobierna en las llamadas democracias formales. La crisis fundamental hoy día, es tal vez la del déficit democrático, esa inmensa brecha que existe entre las necesidades de las grandes mayorías y las políticas de los gobernantes. Basta con ver las condiciones actuales del país para entenderlo.

Por ello, que las huestes de la Gordillo se hayan aliado nuevamente con su histórico contlapache el becario de ingrata memoria, no deja de ser preocupante y no hay que hacerle al tío Lolo, ambos son siniestros y peligrosos. Más vale tener la vista fija en sus acciones para que no haya sorpresas.