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Las buenas razones

El grupo de inconformes acusó de haberse fraguado un pacto político para despojarlos de un derecho que según ellos les correspondía

Ayer fue electa presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados para el último año de la actual legislatura la Dra. Dulce María Sauri Riancho, una mujer de larga trayectoria en la arena política nacional. Ha pasado mucho tiempo en ambas cámaras del Congreso, ocupó la presidencia del Partido Revolucionario Institucional y ha sido permanente defensora de la democracia y la institucionalidad, así como promotora de los derechos de los pueblos originarios del país y de la mujer. 

Cuando al final de su tesis para recibir el doctorado en Historia, escribió: "Cómo activar a las élites, crear los incentivos necesarios para su desenvolvimiento y los contrapesos fundamentales para acotar el ejercicio de su poder económico, político y social, lleva a un territorio de reflexión todavía inédito en términos de políticas públicas que se proponen, cuando menos, atemperar la pobreza y la desigualdad que nos afligen en la segunda década del siglo XXI. Espero contribuir a alentar el debate desde la historia-herramienta, para generar una participación activa de todos los interesados en transformarla".

Las buenas razones

Cuando eso dijo la socióloga que en medio de la intensa actividad legislativa se dio espacio para seguir sus estudios de postgrado, primero la maestría y luego el doctorado, dejó claro que estaba llamada a ocupar el cargo que ahora ostenta con el aval de la mayoría de sus compañeros diputados, incluyendo los de oposición. Ganó con 313 votos, 21 abstenciones y 123 en contra. Ganó porque lo merece como persona y como política que en su partido mantuvo una posición firme en defensa del interés popular.

El grupo de inconformes acusó de haberse fraguado un pacto político para despojarlos de un derecho que según ellos les correspondía. Cuando la emoción nubla la razón, viene la confusión. El PRI es y ha sido la tercera fuerza política en la Cámara de Diputados desde su integración. Al inicio del actual periodo de sesiones, el PRI tenía 46 diputados y el PT 42; luego, se pasaron al PT cuatro diputados de Morena y quedaron tablas, con la posibilidad de pugnar por la presidencia; pero, el PRI obtuvo otros 4.

Fue tan criticable este desaseado canje de miembros de los grupos parlamentarios, que el presidente de la República les pidió actuar con limpieza, dejando de lado las prácticas que vienen desde los acuerdos políticos que mantuvieron a una camarilla de facinerosos en el poder. No los mencionó el mandatario; pero, ninguna duda cabe que se refería a las trapacerías que hicieron permanentemente Manlio Fabio y Gamboa Patrón, esos que siempre ponían su capital político al servicio del presidente, fuera quien fuera.

La fundadora de la comisión que dio paso al órgano autónomo para impulsar una política pública con visión de género desde el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), alertó que el partido en el poder debe experimentar cambios para contender con éxito en un clima de inconformidad ciudadana. “Las prácticas clientelares de los partidos en general y del PRI en particular, podrían ser insuficientes para hacer frente a una insurgencia electoral de la clase media urbana. Esta situación forma parte importante de los retos de la nueva dirigencia para las elecciones de 2016 y 2017”, como lo fueron.

Es posible que algunos mexicanos con menos de un tostón a cuestas no puedan distinguir entre el PRI revolucionario y el PRI neoliberal de Carlos Salinas, cuando toda la riqueza acumulada durante los regímenes de nacionalismo revolucionario, economía mixta con rectoría del Estado y democracia con justicia social, fue entregada a una élite plutocrática que desde entonces compite por la posición de hombre más rico del planeta sin haber creado nada o inventado algo. 

Con Peña Nieto en la Presidencia, Beltrones en la Cámara de Diputados y Gamboa en la de senadores se dijo que el PRI neoliberal había aprendido la lección y que iban por la recuperación del legado de la Revolución plasmado en la Constitución; sin embargo, resultaron peor que todos los anteriores y llevaron la entrega del país a los intereses transnacionales hasta las últimas consecuencias, en medio de una atroz corrupción que todo lo contaminó. Muchos de esos pillos siguen ahí; pero, también muchos que desean la recuperación del estado de derecho.

No es de esperarse que la Dra. Sauri vaya a resultar una perita en dulce y que haga el juego a intereses mezquinos o contrarios al interés nacional; es una mujer que conoce la historia de su país y, de manera muy especial de su solar nativo, la tierra de las castas y la explotación henequenera (donde fue la primer gobernadora), de la que pueden esperarse grandes cosas para bien de México y de los mexicanos. 

Es una mujer priísta del priísmo revolucionario y sus acciones habrán de justificar su arribo a la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de los Diputados y por ende a la presidencia del Congreso de la Unión.