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El referéndum

Se ha vuelto un lugar común considerar que las elecciones de este día en los Estados Unidos son una especie de plebiscito sobre el presidente Donald Trump y acerca de los resultados de su gobierno. Así es; pero, quizá sea necesario ir más allá y señalar que el referéndum tiene características mayores y contempla juicios de valor sobre el carácter mismo de la nación americana, en estos días tan polarizada y tan vehemente.

El discurso de presidente Trump para llevar a los votantes a las urnas tiene un doble cariz: por un lado ha movido las fibras más íntimas del pueblo norteamericano contra la migración y las minorías a las que considera indignas de pertenecer a la primera potencia mundial porque no son personas exitosas, y, por el otro lado, los indudables logros en materia económica que han generado alto empleo, producción y bienestar.

El referéndum

Es por ello que se espera que las elecciones intermedias, que generalmente no causan mucho interés, se vean muy concurridas este año, con un alto nivel de participación a favor de ambos partidos: el Republicano que espera mantener el control en las dos cámaras del Congreso, y el Demócrata, que aspira a tener mayoría en alguna de ellas, cuando no en las dos, a fin de crear un contrapeso a las decisiones del presidente.

Visto desde fuera y al margen de la polarización y de las pasiones políticas, habría que decir que las tendencias son en el sentido de que los demócratas logren mayoría en la Cámara de Representantes, mientras los republicanos conservan el Senado, lo que, de entrada parece razonable y corresponde a las manifestaciones que se han producido en ambos partidos y entre sus simpatizantes, unos a favor del estilo Trump y otros no.

Las encuestas que han realizado medios de comunicación y empresas de sondeo de opinión, señalan que todas las evidencias apuntan al voto diferenciado; pero, en casi todos los casos, se estima que la diferencia será mínima y no marcará una tendencia clara en cuanto a la opinión de los ciudadanos con respecto a la gestión del presidente que ha inaugurado un estilo rudo en el manejo de asuntos políticos de trascendencia.

Con respecto a los temas que han sido los más álgidos de la campaña, habría que decir que la caravana de migrantes que partió de Honduras para llegar a Estados Unidos y pedir asilo, tiene muchos hoyos negros; porque, quienes deciden lanzarse a la aventura en pos del sueño americano, lo que menos desean es ser detectados. Van por terrenos descampados, de noche y en sigilo, no con alharaca.

Por lo que hace a la economía, puede decirse que avanza a alta velocidad por el filo de la navaja. El presidente Trump ha buscado resultados inmediatos, fulgurantes, y ha logrado que en el corto plazo haya pujanza, con tasas de crecimiento superior al 3% y bajos niveles de desempleo, resultado de los programas de rebaja de impuestos, inversión en infraestructuras y empresas que repatrían sus inversiones y dividendos.

En ambos casos, hay muchas piezas del rompecabezas que no encajan como debieran y que son las que han sembrado dudas en un elevado número de votantes, tan alto como nunca antes, que habrán de decidir su sufragios hasta el último momento en espera de entender qué hay detrás. Esos votantes indecisos son los decisivos.

Quizá sea bueno recodar las palabras de Frank Vales, un reputado comunicólogo de origen cubano: “Culpar exclusivamente al presidente Trump por todos los odios y violencia que predominan hoy en el país me parece exagerado. El odio tiene fuertes raíces y se necesita luchar contra el odio. Pero, en su condición de líder del país le corresponde sentar las bases para un debate respetuoso y constructivo que nunca se logrará si se alienta a la violencia o se hacen chistes que muchos pueden interpretar como estímulos a la xenofobia, el racismo, la violencia y tantos otros prejuicios despreciables”.

El referéndum sobre la nación americana.