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El futuro del petróleo

López Obrador ha dado muestras palpables de buena voluntad y empeño en corregir los graves yerros que se han venido acumulando desde los gobiernos neoliberales

Los cambios en la industria petrolera que prepara el presidente Andrés Manuel López Obrador, es la oportunidad para que México y los mexicanos hagan un examen exhaustivo de la explotación del petróleo como fuente de energía. El abandono que se ha hecho de la investigación en materia de bitumen, que incluye la industria petroquímica, ha sido la constante de las admnistraciones posteriores a Carlos Salinas, principalmente con los panistas, que tomaron al gobierno como botín.

Quemar combustibles fósiles fue bueno en los inicios de la locomoción a base de motores de  combustión interna; fue tolerable en un momento dado; pero, ha llegado la hora de crear otras formas de transportación de bienes y personas. Utilizar el petróleo convertido en gasolinas y gasóleos, en combustible, es un severo atentado contra el hombre y su hábitat; no puede mantenerse esa costumbre casi salvaje. Horita mismo, las consecuencias de esa práctica irracional se han dejado sentir con las protestas de la Tierra y los estragos que ha causado en las sociedades.

El futuro del petróleo

López Obrador ha dado muestras palpables de buena voluntad y empeño en corregir los graves yerros que se han venido acumulando desde los gobiernos neoliberales. Ha podido resistir los embates y las presiones de los poderes fácticos y mediáticas para que deje operar el modelo neoliberal en el sector energético, en el que están inmiscuidos poderosos intereses nacionales y extranjeros; quizá el mal mayor está ahí, al interior de la empresa que ha generado tantas comaladas de nuevos multimillonarios, incluyendo a la que se hizo llamar la décima mujer más poderosa de México, la que vendía gasolina subsidiada en altamar con enormes ganancias y a la que solamente se inhabilitó para ocupar cargos públicos cuando se descubrieron sus raterías.

En ese tenor, es necesario convocar a los expertos para debatir abiertamente sobre el futuro del petróleo y su importancia en el desarrollo del país. Mantener la idea de que debe acrecentarse la extracción de petróleos del subsuelo para exportar y con ello allegar recursos al gobierno para llevar a cabo sus planes y programas de pacificación, reconciliación nacional y promoción del desarrollo, no tiene desperdicio y está fundamentada en el pasado no tan remoto, cuando llegaron al país carretadas de dólares que fueron desaparecidos como por arte de magia.

Bien sabido se tiene que el petróleo es un recurso natural no renovable, que no sólo sirve para producir combustibles y lubricantes, sino que tiene propiedades y características muy conocidas y por conocer en la industria química, farmacéutica, automotriz y agroalimentaria. De ahí la importancia de planear con acierto el futuro inmediato de la industria que ha sido la espina dorsal del desarrollo nacional a partir de su nacionalización en un acto de patriotismo llevado a cabo por don Lázaro Cárdenas, una de las fuentes de inspiración de López Obrador.

Antes de ser el botín de los gobernantes y empresarios coludidos, el petróleo fue manejado con inteligencia y durante la mayor parte del siglo XX, cuando la industria se desarrolló a niveles notables, fue puntal de la economía nacional, aportando enormes recursos contantes y en especie de la misma manera que recibió inversiones cuantiosas que lo pusieron a la vanguardia a nivel mundial. Ahora se desconoce que México fue pionero en la explotación de los mantos petroleros en el mar con la constricción de las primeras plataformas marinas.

La última gran inversión fue la que hizo el presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuya memoria se ha percudido con mentiras cuyo objetivo es denostar los grandes logros de la Revolución Mexicana que hizo posible en México la democracia con justicia social. Luego, todo fue sacar y sacar hasta casi agotar a la gallina de los huevos de oro; hasta llegar a los días en que el gran legado del Tata Lázaro fue derogado por los ineptos comandada por los grandes pillos Pedro Joaquín Coldwell y Luis Videgaray, quienes se irán tan campantes luego de haber entregado la riqueza nacional al capitalismo salvaje y haber endeudado a México y a los mexicanos para posibilitarlo.

López Obrador tiene una gran tarea.