Editoriales

El Nigromante y la educación

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 09 AGOSTO 2016
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El Nigromante y la educación

Uno de los hombres más importantes de la Reforma, fue Ignacio Ramírez Calzada, un genio que por el dominio de vastos territorios de los tres grandes campos de la cultura humana, fue reconocido como el Nigromante, término que oscila entre brujo y sabio. Al triunfo de los liberales, el gobierno de Benito Juárez le encargó el ministerio de Justicia e Instrucción Pública, en el que fincó las bases sustantivas de una República libre y justa.

Bueno sería que en los tiempos que corren se examinara su extensa obra literaria que tiene que ver con la educación que, como señala su nombramiento, no está muy lejos de la justicia. Sus conceptos e ideas son, a la vez, ambiciosos y razonables. Hombre de un acendrado patriotismo y de una honestidad a toda prueba, asume a la educación como el único camino que tiene el ser humano para tener una vida mejor, más plena y productiva.

Su Plan de Estudios dice: “Comienzan a ocuparse los periódicos sobre la reorganización de la enseñanza que depende del Gobierno general; no sólo las instituciones, sino la vida industrial, agrícola, mercantil, literaria y científica dependen del impulso que dan los establecimientos públicos a la instrucción de todas las clases de la sociedad; la enseñanza es libre ante la ley, pero las escuelas privadas no pueden resistir enteramente la influencia de los colegios nacionales. De tantas cosas que se escriben, ¿cuáles debe aprender la juventud bajo la protección del Gobierno?”.

Luego, él mismo da la respuesta: “Tres ramos comprende la enseñanza: el primero, aunque se puede reducir a principios, consiste en ejercicios que, con más práctica que reglas, educan ciertas propensiones de algunos órganos humanos; tales son el aprendizaje de los idiomas, la música, la pintura y todos los ejercicios gimnásticos. comprendiendo en ellos el arte de los signos, como la escritura y los elementos de las matemáticas; el segundo ramo consiste en conocimientos históricos o en la clasificación de los hechos sobre diversas materias que se refieren a épocas pasadas, a actos de la humanidad ya consumados, historia propiamente dicha, obras literarias notables y sus sistemas, mitos y códigos religiosos, legislación nacional y comparada, gramática comparada o general, y los diversos sistemas filosóficos; y el tercero y último ramo se compone de las ciencias donde dominan estos dos elementos: la observación y el cálculo; éstas son las verdaderas ciencias, las ciencias positivas”.

Muy claro tenía el Nigromante lo que es la educación y cuáles son sus objetivos. Quizá por ello fue maestro de lumbreras intelectuales como Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, entre otros. Según su entendimiento de la educación primaria: “Pero existen otras necesidades sociales que complican la cuestión; fijemos ésta para que aquéllas se descubran por sí solas. La instrucción de la clase que llamaremos operaria no sólo debe procurar la formación de buenos aprendices y oficiales, sino la posibilidad de llegar a la altura de maestros y directores; la abyección de la clase pobre consiste en esas barreras que por todas partes se le oponen para descubrir campos más feraces en el estrecho territorio por donde circula el astro de la fortuna. Condenados los pobres a ser siempre pobres, a no tener escala ni sospechar jubilaciones en la carrera que han emprendido, y a no poseer grandes cantidades sino por los medios irregulares del crimen y de la guerra, que es otro crimen, pierden con el sentimiento de la dignidad humana el amor al trabajo y el respeto a las instituciones sociales. Ofrézcaseles en vez de esta degradación o de aquellas jerarquías humillantes de la India Oriental, imitadas por las hermandades de la Edad Media, presénteseles un progreso positivo y seguro en el sendero estrecho que recorre el simple jornalero, y lo seguirán con fe y entusiasmo hasta llegar a la cúspide que las leyes y las costumbres les habrán prometido”.

Sin desperdicio su propuesta de que: “Quien se entrega a una empresa provechosa no piensa en vicios ni en delitos, que sólo sirven de obstáculo en cualquier camino. Ya se comprende, por lo expuesto, que la instrucción de la mayoría de los alumnos debe tener por principal objeto no enseñarles una o más profesiones, sino ponerlos en aptitud de ser de los primeros en el oficio que escojan”. 


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