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El Leviatán

Este autor clásico fue hijo de un clérigo de Westport, Inglaterra

El contrato social en el que se basaban las comunidades políticas fue definido desde los inicios del Renacimiento por autores importantes de la Ilustración y ha venido a ser el fundamento de la filosofía política moderna y del marco legal que establece que la sociedad disfrute de una serie de derechos y ventajas sociales a cambio de la aceptación de que sus libertades están limitadas por una serie de leyes que debe seguir y cumplir, so pena de perder sus prerrogativas y eventualmente sufrir algún castigo.

Bien sabido se tiene que el libro El contrato social, es una obra escrita por Jean-Jacques Rousseau y publicada en 1762. Trata sobre filosofía política y principalmente sobre la libertad e igualdad de los seres humanos bajo un Estado instituido por medio de un contrato social. Sin embargo, esta idea no es suya, sino que viene de más lejos; de Thomas Hobbes, quien en su texto magistral Leviatán, desarrolla el tema con mucho acierto, creando la corriente que a partir de su libro se llamó teoría contractualista. 

El Leviatán

Hobbes nació el 5 de abril de 1588 y expresó en su máxima obra que: "De esta igualdad de capacidades surge la igualdad en la esperanza de alcanzar nuestros fines. Y, por ende, si dos hombres cualesquiera desean un mismo bien social que no puede ser gozado por ambos, devienen enemigos y en su camino hacia el fin (que es principalmente su propia conservación, y a veces solo su delectación) se esfuerzan mutuamente en destruirse o subyugarse... Es por ello manifiesto que, durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los obligue a todos al respeto, están en esa condición que se llama guerra, y una guerra como de todo hombre contra todo hombre". Luego explica como evitarlo.

Este autor clásico fue hijo de un clérigo de Westport, Inglaterra. En 1603, Hobbes realiza sus estudios en la Universidad de Oxford, en el Magdalen Hall. Ahí estudia filosofía escolástica y lógica, y se gradúa cinco años más tarde, en el 1608. En ese mismo año empieza a codearse con la nobleza y con la clase social intelectual, a raíz de hacerse cargo de la formación del hijo del Conde de Devonshire. Con tan sólo veintidós años, emprende su primer viaje por Europa, en el año 1610; ahí se da cuenta del poder que aún ejerce el escolasticismo (religión) en muchos de los campos del saber.

En Europa Hobbes establece contacto con dos figuras destacadas: René Descartes y Pierre Gassendi. En uno de sus viajes por Italia, conoce a Galileo Galilei quien influye en el desarrollo de su filosofía social, fundamentada en la geometría y las ciencias naturales. De regreso en su tierra natal, Inglaterra, en 1637, el filósofo hace circular en secreto un manuscrito titulado Elementos del derecho, en la que defiende la necesidad de una soberanía absoluta en contra de la corriente afín al parlamentarismo.

A consecuencia de ello se exilia voluntariamente en Francia, donde sigue escribiendo. Empieza a dar forma a su pensamiento materialista y determinista. En su Leviatán, dice convencido: "El universo es corpóreo. Todo lo que es real es material y lo que no es material no es real". Su visión de la filosofía, además, se vinculaba a una posición determinista del mundo; es decir, que todo cuanto acontece en el universo, se encuentra determinado, irremediablemente, por una cadena causal de acontecimientos.

En política se manifiesta contrario a las ideas descentralizadoras (parlamentarias) de la Reforma, que proponía una libertad ideológica y de conciencia que Hobbes no apoyaba. Creía que ello conducirían a la anarquía, al caos y a la revolución; en contra aboga por el absolutismo como régimen político ideal.

Pero, si su tendencia absolutista no correspondía al ideario de la Ilustración, su idea contractualista si fue bien aceptada e influyó grandemente en los pensadores de la época y posteriores, como el dicho Rousseau, John Locke y otros. En los tres se deja ver que el vínculo no está en la fuerza o la sumisión; sino que, por el contrario, los hombres voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. 

En la introducción de su obra máxima, escribe Hobbes que: "En efecto: gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos la república o Estado (en latín civitas) que no es sino un hombre artificial, aunque de mayor estatua y robustez que el natural para cuya protección y defensa fue instituido; y en el cual la soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento al cuerpo entero; los magistrados y otros funcionarios de la judicatura y del poder ejecutivo, nexos artificiales; la recompensa y el castigo (mediante los cuales cada nexo y cada miembro vinculado a la sede de la soberanía es inducido a ejecutar su deber) son los nervios que hacen lo mismo en el cuerpo natural; la riqueza y la abundancia de todos los miembros particulares constituyen su potencia; la salus polpuli (la salvación del pueblo) son sus negocios; los consejeros, que informan sobre cuantas cosas precisa conocer, son la memoria; la equidad y las leyes, una razón y una voluntad artificiales; la concordia, es la salud; la sedición, la enfermedad; la guerra civil, la muerte".

Los elementos sustantivos de las propuestas de Hobbes fueron rebatidos casi desde sus inicios, pues aún dentro del pensamiento liberal, no se acepta el materialismo, el determinismo ni el absolutismo como sustentos filosóficos. Quizá quien con mayor acierto lo rebatió en su tiempo fue el filósofo Immanuel Kant. 

Kant rechazaba que la formulación hobbesiana del estado de naturaleza en donde se asume que la sola instauración del estado civil, es suficiente para acabar con el estado de guerra, puesto que con él se omite la cuestión moral del problema, en tanto el individuo, aún si se encuentra en un estado civil, continúa en un estado de ausencia interior de moralidad.

Como puede verse, nada nuevo hay bajo el sol. En los días que corren, cuando el materialismo, el determinismo y el absolutismo se han apoderado del planeta, hombres razonables y de buena voluntad buscan un retorno a la moral como regla de oro para el ejercicio de la política, esto es, del bien común.