Editoriales

El encantador de pájaros

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 26 MAYO 2017
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El encantador de pájaros

El pintor mexicano más reconocido a nivel universal y también el más cotizado, es Rufino Tamayo, uno de los cuatro grandes pintores de la Escuela Mexicana (Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco), de la que se desprendió para iniciar su propio camino siguiendo una ruta interior, muy distinta a la de los otros, que se volcaron en el muralismo con sentido social, en pro del nacionalismo revolucionario que tanto bien hizo al país y a los paisanos en el siglo pasado.

Ayer, en la subasta de la casa Sotheby’s de Nueva York, El Encantador de pájaros, de su autoría, fue adquirido por 4.3 millones de dólares. El cuadro, de apenas un poco más de metro y medio por uno 20, corresponde al periodo de transición de Tamayo, pintado en 1945, cuando aún estaba imbuido de los elementos autóctonos, a los que incorporó las técnicas del surrealismo de boga en esa ápoca. Dominan en el cuadro los grises y los naranjas, y recuerda al flautista de Hamelin.

Cabe señalar que los años 40 marcan un momento crucial en su vida: su temática se demarcará entonces de la de otros artistas mexicanos de inspiración política. Tamayo vuelve a tener una dimensión fantástica del arte por su contacto con artistas como Pablo Picasso (1881-1973) y Joan Miró (1893-1983) así como una prolongación al arte precolombino, cargado de leyendas y animales mitológicos. Durante esos mismos años 1940, la reputación del artista llega a escala internacional y expone regularmente en Nueva York, París, Buenos Aires, Houston, y Tokio.

Rufino Tamayo nació en Tlaxiaco, Oaxaca el 25 de agosto de 1899 y murió en la Ciudad de México el 24 de junio de 1991. Rufino del Carmen Arellanes Tamayo, quedó huérfano de padre  a corta edad y su madre falleció cuando apenas contaba con 11 años. Sus biógrafos coinciden en señalar que la obra de Rufino Tamayo es única, y que es figura principal en  la consolidación del arte del México moderno; el manejo del color, las mixografías, la figura, son técnicas que nadie ha conseguido superar. Su obra se encuentra en colecciones de museos de todo el mundo y ha sido expuesta en recintos como The Philips Collection de Washington, DC y el Museo Guggenheim de Nueva York, Estados Unidos. Sus murales también decoran lugares como el edificio de la UNESCO.

Su personalidad coincidente con la de Pablo Picasso no se dio únicamente en los terrenos del arte, pues, como el genio catalán, a la de edad de 90 años aún gustaba del baile y disfrutaba de la compañía femenina. Hasta sus últimos días exploró todas las posibilidades de expresión plástica, y se encuentra en todos los catálogos del arte universal de todos los tiempos. Inclusive, está entre los mejor cotizados y encabeza la lista de los pintores mexicanos, seguido de Frida Kahlo y Velasco.

Hasta la fecha, su obra mejor cotizada es el “Trovador’, que llegó a 7.2 millones de dólares, la cantidad más alta alcanzada por un pincel mexicano. Los historiadores de arte, cuando hablan de Tamayo dicen que él se aleja de lo mexicano; pero, sí es muy mexicano, sin ser algo tan obvio como pintar la bandera, soldaderas, revolución; él rescata esa esencia mexicanista que viene de las formaciones prehispánicas; pero, también lo popular, la feria, el papel de china, el mercado, le los puestos de frutas nativas;  es ese cosmos el que poco a poco va incorporando a sus obras.

Para alejarse de la influencia de la Escuela Mexicana, en 1957, se instala en París donde se queda  7 años. En 1964, regresa a México definidamente. En los años 1970, Tamayo y los artistas Luís y Lea Remba crean una nueva técnica gráfica: la “mixografía”. Esta técnica consiste en obtener un relieve en el grabado, de manera en que el efecto sea similar al relieve de una pintura.  En 1981, luego de un arduo regateo con el gobierno, el artista dona 315 de sus obras al Museo Rufino Tamayo que fue construido exprofeso  en el majestuoso bosque  de Chapultepec de la Ciudad de México, diseñado por los arquitectos Abraham Zabludowsky  y Teodoro González de León.

Rufino Tamayo produjo en total 1,300 óleos, entre los que se encuentran los veinte que pintó de su esposa Olga, 452 obras gráficas, 358 dibujos, 21 murales, 20 esculturas y un vitral.


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