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El doctor

Está cobijado por el grueso manto de la complicidad que ahíja la impunidad; pero, Lozoya y Videgaray se han topado con piedra y no correrá mucha agua debajo del puente para que paguen sus fechorías

El abogado Javier Coello Trejo es muy ‘trucha’ para nadar entre las corrientes borrascosas de la justicia mexicana; prácticamente, se las sabe de todas, todas. Como decía José Alfredo, con dinero y sin dinero hace lo que sabe, aunque, desde luego, después cobra a lo grande. Con motivo de la defensa de su actual cliente de lujo, Emilio Lozoya Austin, exdirector general de Petróleos Mexicanos y hombre de todas las confianzas en el gobierno de Enrique Pea Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, se explaya.

Por ello ha filtrado a los medios algunos detalles de la Ley General de la Empresa Productiva del Estado Petróleos Mexicanos, destacando el texto del Artículo 31 que refiere al Consejo de Administración y a las 10 personas que lo componen, las cuales vienen a ser responsables, junto con el director general de la empresa, de los daños y perjuicios que llegaren a causar, por los actos, hechos u omisiones en que incurran. Y del Artículo 35, que dice: “Los consejeros serán solidariamente responsables con los que les hayan precedido en el cargo, por las irregularidades en que éstos hubieren incurrido si, conociéndolas, no las comunicaren al Comité de Auditoría”. ¡Ya empezó la salpicadera!

El doctor

Por lo pronto, las baterías están enfocadas en el doctor Luis Videgaray Caso, todopoderoso secretario de Hacienda, que se sentía untado en huevo y mostraba un permanente desdén por los aborígenes en tanto que hundía al país en una deuda colosal, devaluaba el peso y vendía el patrimonio nacional al mejor postor mediante las amañadas reformas estructurales que, según decía, traerían a México enormes fortunas en inversión productiva para nadar nuevamente en gas y petróleo. Anda escondido.

Está cobijado por el grueso manto de la complicidad que ahíja la impunidad; pero, Lozoya y Videgaray se han topado con piedra y no correrá mucha agua debajo del puente para que paguen sus fechorías.

La historia del exsecretario de Hacienda es muy llana. Su estrella comenzó a brillar cuando se incorporó al gobierno salinista, donde conoció al secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, de quien fue su asesor, y al cual siguió en la iniciativa privada para ser director de Finanzas Públicas de su empresa Protego Asesores. Luego de diputado federal de caballito volvió al ruedo.

En 2012, fue coordinador general de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto y, a su triunfo, resultó nombrado coordinador general de la Transición Gubernamental por el mismo Peña Nieto. Fue entonces cuando se reveló su real personalidad, mostrándose hosco y hasta grosero con su subalternos, de los que no aceptaba ninguna contradicción a sus instrucciones, siempre tajantes y precisas.

Indudablemente que fue un estudiante destacado. Se graduó de licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo Metropolitano, el semillero de los neoliberales, con la tesis Fallas del mercado, regulación e incentivos: el caso de la privatización de los puertos mexicanos. Posteriormente recibió el doctorado en Economía con especialidad en Finanzas Públicas por el MIT con la tesis La respuesta fiscal a los choques petroleros; por lo que no puede decirse que no sabía lo que hacía al comprometer el futuro del país y entregar la riqueza del subsuelo.

Como coordinador general de la transición, tuvo a Lozoya como vicecoordinador de Asuntos Internacionales, formando ambos parte de la gran élite que contribuiría al desarrollo de políticas públicas, estrategias y acciones que permitirían al Gobierno de la República cumplir todos los compromisos y la expectativa de los mexicanos. 

El 30 de noviembre de 2012, Lozoya fue nombrado por Peña nuevo director general de Pemex con Luis Videgaray como secretario de Hacienda, una mancuerna que tuvo que ver con el affaire de Odebrech y otros tantos enjuagues que se hicieron dentro y fuera de la industria petrolera, siempre con cargo a México y a los mexicanos.

Sobre el caso, el reputado politólogo de la Universidad de Guadalajara Enrique Toussaint ha señalado que: “Está toda la red. Cuando la Fiscalía o la Unidad de Inteligencia Financiera o cualquier organismo quiere encontrar verdaderamente a los culpables de la corrupción, tiene que meterse a toda la trama, hasta adentro y explicarnos cuál es la arquitectura que permite ese tipo de casos”.

Luego, agregó que: “Lozoya no podía hacer acuerdos con empresas como Odebrecht, Altos Hornos de México y el Astillero Barreras sin el permiso del Presidente o la noción del Secretario de Hacienda, ya que Lozoya dependía de Videgaray y él de Peña Nieto. Ahí está el camino”.

Por lo pronto, el doctor y amigo del yerno debe sentir la lumbre muy cerca de los aparejos.