Editoriales

El dinero no es la vida

  • Por: FORTINO CISNEROS CALZADA
  • 22 NOVIEMBRE 2016
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El dinero no es la vida

Agustín Lara le decían el flaco de oro, tal vez lo fue. Tuvo a la mujer más hermosa y talentosa de su tiempo y creó un estilo que hasta el momento no ha sido igualado en la música mexicana. Dijo que el dinero no es la vida, es tan sólo vanidad. Con María Félix al lado, para qué quería dinero, que lo tuvo a raudales. Granada y Valencia siguen en el repertorio de los grandes cantantes ora.

Pero, ¿realmente en dinero no es la vida? El mexicano que ganó 22 mil millones de dólares en un año y se convirtió en el hombre más rico del mundo, trajo a Sofía Loren; pero, jamás podría tener a María Félix rendida y apasionada. Cuando se muera no habrá una pirámide, una torre Eiffel, un tren transterritorial que lo recuerde. Se va a ir, como se va el teporocho de las vías y al chico rato, de ese hombre tan rico, inmensamente rico, que no conoció la caridad, no quedará ni el recuerdo.

En la historia de México, hubo un  momento estelar, cuando la revolución, hecha por hombres de mucho temple, instauró la constitución del 17, promulgada el 5 de febrero en Querétaro. En ella estaba contenido el mandato de la justicia social, que no es otra cosa que la adecuada retribución del trabajo. Esa constitución hizo de México un país pujante y de vanguardia en muchos campos.

Pero, vinieron los vándalos y han acabado con todo. 30 magnates que pujan entre sí, son los dueños de todo; quienes sólo tienen sus manos para ganar la gorda, deben sobrevivir con 73 pesos al día. El dinero, ¿Cuál dinero? Se ha tornado una mercancía escasa. Lo que se ganaba con trabajo, ya no vale. Hacer o quehacer, ya no vale. El trabajo, que realizan hombres y mujeres de hueso y carne como los hombres más ricos del planeta, ha dejado de tener precio. No vale nada.

El dinero, como dijo Agustín  no es la vida; pero como ayuda, sobre todo para tender una  mampara de ignominia para que los poderosos digan que se crearon tantos y tantos miles de empleos, que con 73 pesos, al día que no resuelven nada.  El que compra un coca y un concha para mitigar el hambre, pagará el 15 y el 20 ciento de su consumo, en cambio, el tendero que recibió ese dinero está exento de sus obligaciones fiscales. Paga el pobre. El rico no señor.

Y, luego, cuando el rico, muy rico, inconmensurablemente rico, se va, no queda el recuerdo de sus obras o de sus gestos humanitarios, sino es pleito por la herencia y los conflictos familiares.

El dinero ayuda, des luego; pero no puede construirse en la razón de la vida. Orita, muchos de los hombres más ricos son perseguido y repudiados. Como dice la Llorona: “Ayer maravilla fui, ahora ni sombra soy” Solamente un duendecillo anda por ahí. Haciendo todo mal. Dijo 25, ya son 30.

Agustín Lara no necesitó de dinero, que lo tenía en abundancia para tener a la mujer más bella y talentosa de lado de universo y quizá del más allá, solamente siendo tan feo, necesitó talento y el encanto que los nuevos ricachones jamás podrán tener.

El dinero sirve, indudablemente; pero, no es la vida cono dijo Agustín. Aquí y allá, servir es lo que vale; porque a final de cuentas, quien no vive para servir, no sirve para vivir

¿Cuánto vale el dinero? ¿Slim se puede comer una vaca entera, puede estar con dos o tres mujeres a la vez? El dinero no es todo, aunque sirva de mucho. A final de cuenta, más que dinero, vale al amor. Ese no tiene precio ni se tasa con ningún valor.

El valor del dinero, debía ser lo que cada quien gane y su capacidad de compra; mientras menos gane la clase popular (populismo), menos capacidad de  consumo habrá, no se generará esa capacidad de adquisición  que genera el circulo virtuoso de bienestar social.

Si la plutocracia, como una potente aspiradora, sigue tragándose el esfuerzo de los trabajadores en ratones, como dijo Agustín, Vende caro tu amor, aventurera. Da el precio del dolor a tu pecado.


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