El agua estancada se pudre

Prácticamente en todos los estados de la República en que se dio la alternancia política, los nuevos gobiernos han sacado los trapitos al sol de sus antecesores. Casos harto paradigmáticos han sido Chihuahua, donde el gobierno de César Duarte Jaque montó un próspero imperio de corrupción, que hizo que el Inegi señalara que: “En Chihuahua hubo 44 mil seis casos de corrupción por cada 100 mil habitantes, cifra que casi duplicó al promedio nacional, que fue estimado en 24 mil 724 por cada 100 mil habitantes”.

Y Sonora, donde Guillermo Padrés no tuvo límites en sus excesos de enriquecimiento ilícito y abuso del poder. Los medios publicaron que: “Tras haber recibido más de 300 expedientes de indagatorias en contra de la administración del panista Guillermo Padrés Elías, la Procuraduría General de la República solicitó al Juez orden de aprehensión en su contra”.  Orden que, por cierto, no se ha cumplido por los muchos amparos logrados.

Estos ejemplos, más lo que se vayan dando al correr de los días en las entidades en que se logró la alternancia política, demuestran que el presidente Enrique Peña Nieto tuvo un gran acierto en permitir que los votantes sacaron a los pillos, bribones y delincuentes de los puestos de mando y cargos de representación, sin importar a qué partido estén afiliados. Los paradigmas de Javier Corral y de Claudia Pavlovich deber ser emulados.

Que cada uno de los aspirantes a puestos públicos o representativos, sepan que estarán vigilados por los ciudadanos para que nunca más vuelva a ocurrir que las camarillas de sinvergüenzas se apoderen del poder público y aprovechen la ocasión para hacerse de mulas a la mala, como venía ocurriendo en las entidades en que unos bribones cuidaban las espaldas a sus antecesores, cargando con lo poco que habían dejado. ¡No más pillos!

Quienes durante muchos años debieron aguantar a la cáfila de rufianes que se pasaban los cargos unos a otros y los consideraban hereditarios, para los ‘juniors’ o las cónyuges, ya entendieron que es posible, con la fuerza del voto y, en este caso concreto, con el aval del presidente, darse los gobiernos que deseen, de acuerdo a las propuestas que enarbolen durante las campañas, en que los debates deben ser instrumentos útiles.

Ya lo dijo Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. Los ciudadanos de los estados en que se dio la alternancia, ya lo saben y, de ahora en adelante no permitirán que vuelva a ocurrir que el destino de la comunidad quede en manos de una camarilla de cínicos y de ladrones, que asegurando servir al pueblo, lo único que hacen es servirse a sí mismos y a sus cómplices en sus abundantes fechorías.

La estructura de la corrupción es aún muy fuerte en todo el país; es muy poderosa y es posible que los que ahora son señalados, logren librarla sin pisar la cárcel y sin perder los millones de dólares, porque pesos no agarran, menos ahora que están tan devaluados por los yerros de Videgaray, gracias a las truculencias al interior del sistema. Inclusive, existe la posibilidad de que les regresen las fortunas incautadas, como con Raúl Salinas.

Bien sabido se tiene que el agua estancada se pudre, se corrompe; lo mismo ocurre en los asuntos políticos y México es un ejemplo a modo para ilustrarlo. Por ello, que se haya dado la alternancia, es muy bueno; pero, mejor que se convierta en una práctica de mucho arraigo entre los ciudadanos de este país. Que el voto se convierta en un premio o un castigo para quienes prometieron servir a la gente hasta el límite de su capacidad y juran solemnemente cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que emanen.

Javier Corral manifestó que durante su gobierno no habrá: “Ni impunidad ni amnistía, aun a mi más cercano compañero”. Claudia Pavlovich afirmó, de manera categórica, que: “Nada ni nadie quedará en la impunidad, ni los de ayer ni quienes en mi gobierno sean sorprendidos en conductas ilícitas”. ¡Ojalá que los otros mandatarios los imiten!