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El agandalle

En el mundo de los magnates financieros también se han dado muestras solidaridad, aunque con cola.

Las crisis son por igual el crisol en que se forja la grandeza o la cripta a la que van a parar los sueños del ser humano. En cada momento difícil de la historia, la humanidad muestra su rostro más benigno; pero, también su cara más cruel. No podía ser diferente en estos momentos en que se ha generado la tormenta perfecta por el fin del periodo neoliberal, la resistencia al cambio de los poderes fácticos y la pandemia, cada vez más agresiva. Se ven luminosas muestras de generosidad, también de perversidad.

Ante los estragos que ha causado el Covid-19, Rihanna decidió donar 5 millones de dólares para ayudar a quienes ha sido afectados por el virus; pero, además, donará, junto con Jay-Z, dos millones más para destinarlos a apoyar a las comunidades afectadas de Los Ángeles, a los migrantes en Nueva York y a las escuelas públicas. Angelina Jolie aportará un millón de dólares, al igual que las Kardashian y otros. En el mundo de los magnates financieros también se han dado muestras solidaridad, aunque con cola.

El agandalle

De igual manera, han aparecido las muestras más crudas del egoísmo cuando se muestran las dos caras de la moneda de oro: la avidez enfermiza que percude al alma y convierte al hombre en el lobo del hombre, cuando la atención médica y hospitalaria y la producción, acaparamiento y distribución de medicinas se toma como el gran negocio del siglo, junto con la explosión de la tecnología cibernética; y la prepotencia de quienes sin tener prioridad por su nivel de autoprotección, quieren vacunarse primero.

Antes de que se completara la aparición de las vacunas, naciones, organizaciones e individuos juraban que en su aplicación se respetaría escrupulosamente la preferencia de aplicación para los más expuestos y los más vulnerables. Inclusive, se firmaron convenios entre estados y gobiernos para que no hubiera un agandalle por parte de los más ricos. Los laboratorios recibieron cuantiosos apoyos científicos, técnicos y económicos para apurar la creación de la vacuna y distribuirla sin ventaja a todo el mundo.

Pero, hete aquí que, ya en el mercado, se ha iniciado una puja siniestra por la vacuna y no han faltado los que aseguran que está bien que se aplique una distribución igualitaria del biológico; pero que ellos son más iguales que otros y, por lo tanto, les corresponde vacunarse primero, sea con los programas de vacunación del gobierno, que son gratuitos u ofreciendo más dinero por la vacuna. Los acuerdos y los pactos de caballeros que fueron establecidos previamente, los saltan como están acostumbrados a hacer. 

Llega a tanto la rebatinga, que la Organización Mundial de la Salud advirtió ayer que el mundo está al borde de un fracaso moral catastrófico en compartir la distribución de vacunas, instando a los países y fabricantes a distribuir las dosis de inyecciones contra el Covid-19 de manera más justa en todo el mundo. El director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus, expresó: “Este enfoque de ‘yo primero’ no sólo deja en riesgo a los más pobres y vulnerables; también resulta contraproducente”.

Explicó, luego que: “Esto podría retrasar las entregas de COVAX y crear exactamente el escenario que COVAX busca evitar, con acaparamiento, un mercado caótico, una respuesta descoordinada y una disrupción social y económica continua”. Como referencia, señaló que: “La lucha mundial por las vacunas se ha intensificado a medida que circulan variantes del virus más infecciosas. Hasta ahora, se han administrado más de 39 millones de dosis de vacunas en 49 países de ingresos más altos, mientras que en un país pobre sólo se han administrado 25 dosis”. Ese país pobre señalado por Tedros es Ghana.

En México, algunos miembros despistados o debidamente estimulados del sistema judicial, se han pronunciado en contra del Plan Nacional de Vacunación y alguno, por ignorancia o venalidad, ordenó que una persona fuera vacunada aunque no le correspondiera de acuerdo a los programas de protección a la población con mayores riesgos. Estos señores no entienden que en una emergencia sanitaria la máxima autoridad es la de salud; sus decisiones son públicas, consensuadas, con apoyo científico y, por igual, obligatorias.

A nivel mundial, un laboratorio que se había comprometido a entregar un alto número de vacunas, dijo estar en remodelación y que, por lo mismo, estaba imposibilitado de cumplir con los compromisos previos, lo que, como dice un viejo y conocido refrán, “está muy ojón para pichón”. Dentro de todo lo bueno que se había visto, empieza a aparecer la perversa enfermedad del alma, que es el egoísmo.

Para salvar a la humanidad, la fórmula la dio el Papa Francisco: “Debemos evitar que estalle una verdadera ‘guerra de vacunas’ en nuestras comunidades. Los pobres deben estar en primera fila”.