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Un caso sin caso

El mismo día la corte federal ordenó su arresto

Desde su origen, la absurda detención del general Salvador Cienfuegos Cepeda cuando arribó a Los Ángeles en plan turístico con su familia, fue considerada como una movida que respondía al juego político en pos de la presidencia de los Estados Unidos; así se fue corroborando paso a paso y confirmado por la actitud enérgica de la jueza Carol Bagley Amon, del Distrito de Brooklyn, quien echó por tierra todo el endeble entramado que se habías fraguado para inculpar al general.

Realizado el recuento de hechos que dio luz sobre el tema, se tiene que la detención y el arresto realizado por agentes de la Administración de Control de Drogas (DEA), de los Estados Unidos, se debió a que el Departamento de Justicia recibió previamente el comunicado de que un gran jurado federal en Nueva York le formuló cargos por narcotráfico y lavado de dinero, tras deliberar durante muchos días, el 14 de agosto de 2019. El mismo día la corte federal ordenó su arresto.

Un caso sin caso

Desde la actuación del gran jurado comienzan las irregularidades, dado que examinó las pruebas que le hizo llegar la misma DEA, recabadas y manejadas en total secrecía, atendiendo acusaciones que resultan muy peregrinas, como la de que se comunicaba por teléfono celular con el U2, un peligrosísimo líder del narcotráfico de Sinaloa y que por ese medio el inculpado les proporcionaba información estratégica y llegaba a arreglos relacionados con sus tareas de producción, comercialización, distribución y exportación de estupefacientes, todo con la protección del militar.

El punto clave y determinante fue que un delincuente de poca monta, confeso de ser traficante de drogas, lo identificó cuando lo vio por televisión y dijo a quienes le escuchaban que "miren, está en la tele el Padrino", por lo que un avezado grupo de agentes siguieron las investigaciones que culminaron con la orden de aprehensión. Durante todo el proceso, se filtraron a los medios de comunicación notas que no estaban avaladas por una fuente que resultara confiable y que tuviera la autoridad suficiente para emitir un comunicado oficial; todo se redujo a simples conjeturas.

Oficialmente se publicó en diversos medios que: "En la intercepción de las comunicaciones del cártel del H2, la DEA escuchó que un individuo dijo: El Padrino está en la tele. Al revisar en los canales de televisión, los agentes de la DEA descubrieron que el que aparecía en pantalla y a quien hacían referencia los miembros del cártel era Salvador Cienfuegos. La agencia antidrogas reunió evidencia de que el exsecretario de la Defensa usó su cargo para proteger y encubrir a El H2, combatir al Ejército y a los grupos que rivalizaban con él".

El 20 de octubre, Alexander MacKinnon, juez de la Corte Federal del Distrito Central de California en Los Ángeles, negó conceder la libertad bajo fianza al general, debido a que tenía sospechas fundadas de que el detenido podía fugarse, por lo que debió llevar su proceso en prisión. El 2 de noviembre fue trasladado de Los Ángeles a Nueva York, para ser puesto a disposición de la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, con sede en Brooklyn y a cargo del fiscal Richard Donoghue, quien sostuvo las acusaciones de tráfico y distribución de drogas que le fueron imputadas.

En su primera comparecencia ante la Corte, realizada por videoconferencia debido a la pandemia de Covid-19, el jueves 5, el general escuchó los cargos y respondió a las preguntas del magistrado Steven Gold en el sentido de que sí entendía las imputaciones que se le hacían y de que sí entendía los derechos que la ley le otorga. Además, se declaró no culpable (inocente) de los mismos, insistiendo en que esa respuesta quedara asentada en actas. Además, se llegó al acuerdo de que el juicio iniciaría el 18.

Así mismo, se dio a conocer que el proceso para iniciar este juicio estaría a cargo de la jueza Carol Bagley Amon, quien un día antes de lo programado mostró una posición escéptica con respecto a lo que estaba ocurriendo. Por principio de cuentas, negó la anuencia para que el proceso se llevara a cabo en secrecía, como había actuado el gran jurado que inició el embrollo. También exigió conocer todos los documentos en que se basaban las acusaciones, además de las pruebas que se dijeron concluyentes.

Por si fuera poco, demandó la presencia en el tribunal del fiscal en jefe de la Fiscalía Federal de Brooklyn, Seth DuCharme, para aclarar el caso. No se ha podido recabar evidencia de que la jueza haya detectado que las pruebas eran inconsistentes y se basaban en conjeturas que difícilmente podría aceptar un tribunal colegial; pero, antes de que el caso se desmoronara en la audiencia del día 18, el 17 se llevó a cabo una jugada de salida: el Departamento de Justicia de los Estados Unidos tomó la decisión de solicitar la desestimación de los cargos, cosa que aceptó la jueza.

El General Salvador Cienfuegos Zepeda regresó a México después de que las autoridades judiciales de Estados Unidos retiraran todos los cargos que se le imputaban. La Fiscalía General de la República informó que el ex Secretario de la Defensa Nacional llegó la noche del 18 de noviembre a México a bordo de una aeronave Gulfstream 4, matrícula N40VC. Al pisar territorio mexicano, a Cienfuegos se le practicó, con su anuencia, un dictamen pericial médico, el cual resultó favorable.

El Agente del Ministerio Público de la Federación notificó al General Cienfuegos formalmente la existencia de una investigación en la que él se encuentra involucrado; carpeta que fue iniciada por la FGR con la información que se recibió del Departamento de Justicia de Estados Unidos.

El jueves pasado, esa misma instancia señaló que: "Se llegó a la conclusión de que el general Salvador Cienfuegos Zepeda nunca tuvo encuentro alguno con los integrantes de la organización delictiva investigada por las autoridades norteamericanas; y tampoco sostuvo comunicación alguna con ellos, ni realizó actos tendientes a proteger o ayudar a dichos individuos".

Con ello se pone punto final a una historia de truculencia, propia de los tiempos.