¿Dónde está el cambio, panistas?

Los ciudadanos de Tamaulipas, en especial los de Reynosa, se volcaron en las casillas de votación el pasado 5 de junio

Los ciudadanos de Tamaulipas, en especial los de Reynosa, se volcaron en las casillas de votación el pasado 5 de junio, arrastrados por la promesa contenida en el eslogan “Los vientos del cambio”. Creyeron que sacando a los priístas de los gobiernos estatales y municipales, acabaría la corrupción y que quienes han saqueado las arcas públicas serían llamados a cuentas y metidos en prisión luego de aplicarles el “vómito negro”.

Sin embargo, a más de un mes de su toma de posesión, los gobiernos panistas guardan silencio y pretenden hacer borrón y cuenta nueva, quizá porque ya recibieron su moche o están en espera de ser salpicados.

¿Dónde está el cambio, panistas?

Los señalamientos que se han hecho públicos en los principales medios del Estado, pronto desaparecen y ni quien vuelva a tocar el tema no obstante que los habitantes de Tamaulipas, y en especial los de Reynosa, resienten los efectos de la ausencia de recursos para llevar a cabo las tareas fundamentales de la administración pública.

Uno de los casos más sonados es el del dos veces alcalde Oscar Luebbert Gutiérrez, sobre el que pesan gruesos expedientes de su primera administración por el escandaloso trafique con los terrenos de la feria y de colonias enteras que se apropió. Y que aún no ha podido rendir buenas cuentas de los fondos públicos puestos a su disposición en su segundo período, en el que, además, endilgó, por una gruesa suma de dinero, con la complacencia del alcalde José Elías Leal, su socio en muchos negocios sucios, el 33 por ciento de la franquicia de beisbol de los Broncos de Reynosa.

Tan pronto como se hicieron públicas las demandas en su contra, hizo llegar “estímulos” a las personas adecuadas, para que los sonados casos se silenciaran y cayeran en el olvido.

Los ciudadanos de Tamaulipas, en especial los de Reynosa, votaron por el cambio y éste debe hacerse sentir, como en otras partes del país, donde los gobernantes rateros son hoy prófugos de la justicia.

El movimiento se demuestra andando y ya ha pasado el tiempo suficiente como para que las nuevas autoridades den color y demuestren cuáles son sus verdaderas intenciones: quitar a unos ladrones para ponerse ellos, o cumplir con su promesa de cambio. Mantenerse en silencio o hacerle al omiso, hace generar sospechas. 

Los tamaulipecos no queremos que, otra vez, nos vuelvan a jugar el dedo en la boca. Tiempo es de entrar en acción y cumplir lo que los gobernantes prometieron en campaña. Que se sientan los vientos del cambio.