Día de Muertos

Aseguraba Octavio Paz: “La muerte es un espejo que refleja las vanas gesticulaciones de la vida”. De esta forma el gran pensador mexicano explica que, al separarse el alma del cuerpo humano, queda en el mundo el legado que cada uno construyó con sus obras y con sus omisiones. En ese espejo ya no hay lugar para cambiar nada; queda como un testimonio fiel hasta el día en que sea arrumbado para siempre en el rincón del olvido.

Con la muerte, se agotan las posibilidades de crear un legado; lo hecho, quedará hecho para siempre, hasta el fin de los recuerdos. Los hombres que han logrado llegar a las cúspides en los tres campos de la cultura humana: arte, ciencia y moral, siguen vivos después de siglos de su partida, como Virgilio, como Aristóteles, como Licurgo. Otros que ocuparon sus días en el regodeo de sus vicios y de sus defectos, mueren en corto.

En algunas de las religiones más importantes, se otorga la absolución en el momento de la muerte, en otras, el arrepentimiento de las culpas obtiene la gracia del perdón en el más allá; pero, esa gracia no se hace extensiva en el más acá. Lo que se hizo en la vida, queda en la muerte, dando cuenta de cada una de las acciones y las intenciones. Estas quedan indeleblemente grabadas en la consciencia colectiva, donde siguen vigentes.

Con cierta dosis de crueldad, el mismo Octavio Paz afirma que: “Y es cierto, cada quien tiene la muerte que se busca, la muerte que se hace. Muerte de cristiano o muerte de perro son maneras de morir que reflejan maneras de vivir”. No concede la indulgencia del perdón porque ya no hay una presencia que la merezca; todo se agota con la muerte y queda detenido en las imágenes que no pueden ser pulidas por la piedad de los vivos.

La única salvedad que existe en cuanto a morir como se vivió, es no vivir la vida propia.

Los parias, los esclavos, los siervos, no viven para sí: viven para otros y viven la vida de otros, por ello, deben morir como mueren los otros. Según fray Toribio de Benavente, los antiguos pobladores del México prehispánico, enterraban a los señores junto con los cadáveres de sus sirvientes, para que pudieran asistirlos en el otro mundo. El destino de los siervos dependía del destino de sus señores, así tanto en la vida como en la muerte.

Hay vidas alegres y gozosas, aún dentro del más atroz sufrimiento, como fue la vida de Frida Kahlo, cuya muerte fue y sigue siendo una fiesta: “Cada ‘tic-tac’ es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda”. Hay otras en cambio, tan oscuras y miserables, que en medio de lujos y glamour, solo dan tristeza.

La muerte es tan espejo de la vida, que las almas buenas, generosas, amorosas, tienen una partida serena y luminosa. Se van en paz y con la plena convicción de que la muerte es una prolongación de la vida. Los católicos tienen la bella convicción de que un día vendrá la resurrección y que, entonces, reinará sobre la tierra el amor de Dios; otros se inclinan más por creer que la muerte es solo una fase del ciclo infinito de la existencia.

Mal para aquellos que no supieron valorar el extraordinario regalo de la vida y ocuparon sus días en hacer el mal, ya sea de manera directa o disfrazando sus malas acciones con la máscara de la benevolencia. Como aseguraba Paz, no podrán irse sin antes tener una probadita de su propia medicina. Se irán sin querer irse y su legado será adverso, sin que puedan remediarlo, que amor con amor se paga. Quizá alcancen perdón más allá.

Hoy, en México, este México atribulado por las malas acciones de quienes debían conducirlo por el rumbo adecuado, se celebra el Día de Muertos. Hoy se recuerda a los seres amados que han partido y se les rinde un tributo de amor a su memoria. Hoy, también recordamos a Octavio Paz con su ensayo “Todos Santos, Día de Muertos”, en que hace una advertencia a quienes han hecho del Cuerno de la Abundancia un triste cuerno.

Luego, pontifica certero: “Los criminales y estadistas modernos no matan: suprimen”.