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Chivo en cristalería

El estilo agresivo del presidente fue aceptado y aplaudido por amplios sectores de la población de los Estados Unidos

Cuando, en el mes de julio, dijo la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi que: "No quiero ver a Trump en un juicio político, lo quiero ver en prisión", aún no se decidía a darle para adelante al impeachment que tiene sumamente nervioso al presidente de la nación más poderosa de la tierra. El proceso para sentar al mandatario en el banquillo de los acusados avanza, lenta pero firmemente y, si no logra sacarlo de la Presidencia, si lo puede sacar de la próxima contienda.

El estilo agresivo del presidente fue aceptado y aplaudido por amplios sectores de la población de los Estados Unidos, pues, además de resultar novedoso en medio de las sutiles maniobras del poder ejercido por su antecesor, vinieron a dar buenos resultados, esencialmente en los números de la economía, que ha crecido en tanto se mantienen bajos la inflación y el desempleo. Pero, su resistencia, que parece innata, a sujetarse a los mandatos de la ley, le ha ocasionado problemas.

Chivo en cristalería

Para quienes dejaron de ser arrastrados por su incontinencia verbal, se empieza a percibir cierta tendencia a ajustar la ley a sus deseos y decisiones. Se toma como evidencia el constante cambio de funcionarios de todas las áreas y de todos los niveles, a los que alaba desmesuradamente al nombrarlos y a los que denigra feamente al despedirlos. Su tendencia a utilizar más adjetivos que sustantivos, calificando con objetables juicios de valoración lo que parece no entender, es clara.

Ayer mismo, varios de sus simpatizantes más convencidos empezaron a preguntarse si la decisión de abandonar a sus aliados en Siria es lo correcto, pues, no sólo los deja a merced del enemigo; con ello también posibilita el avance de las fuerzas del régimen turco. Las críticas al respecto no se hicieron esperar, no sólo de los demócratas, sino también dentro de su propio partido. Los republicanos están orgullosos de sus logros en asuntos de seguridad nacional; pero...

Pero, quizá eso no sea suficiente para llegar con fuerza a las elecciones del año próximo. El fantasma de lo ocurrido en 2018 ronda en la cabeza de los líderes republicanos que están prestos a desechar el juicio político contra el presidente; pero, quizá desearían que fuera más prudente en sus expresiones. Cuando está en juego tanto y se han acumulado tantos problemas sin resolver, como la crisis de los migrantes que se agolpan a las puertas de la Unión Americana en pos de asilo, quizá sea el momento de sentarse a reflexionar y elaborar estrategias que sean mas efectivas.

La negativa categórica a proporcionar testigos y documentos pertinentes a la investigación de la Cámara de Representantes sobre si cometió un delito que amerite llevarlo a juicio político con respecto a Ucrania, es una análoga invocación de la protección que le otorga la Quinta Enmienda contra la autoincriminación; pero, es también una inferencia de culpabilidad. El que nada debe, nada teme. Peor aún, la negativa ataca al régimen constitucional. Así, la negativa es un bumerán.

En los debates ha salido a relucir el magnífico texto de Federalist No. 51, entre cuyas conclusiones se encuentran: "El capitalismo laissez-faire se basa en el principio de que la codicia de un individuo en la sociedad se mantiene bajo control por la codicia de los demás. Por ejemplo, si un propietario de negocios codicioso quiere cobrarle de más por un estéreo en particular que desea comprar, simplemente vaya a otra tienda donde otro propietario codicioso está dispuesto a venderle el mismo estéreo por un precio más bajo.  Si la legislatura no es la rama más poderosa del gobierno, entonces el gobierno, por definición, no es republicano. Si el pueblo legisla directamente, es una democracia. Si el Presidente es el actor dominante, entonces el gobierno es una monarquía".

Apenas estaba pasando la tormenta en la que se dijo que un informante reveló que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presionó a Ucrania para influir en las elecciones de 2020 y que este infamante es un agente de la CIA que estuvo comisionado en la Casa Blanca, cuando se señala a otra persona también dispuesta a abundar sobre el mismo tema, aportando nuevas evidencias y, para acabarla de amolar, viene el caso de la detención de dos prominentes socios de su abogado de cabecera, Rudolph Giuliani, acusados de: "conspiraron para eludir las leyes federales contra la influencia extranjera al participar en un plan para canalizar dinero extranjero a los candidatos a cargos federales y estatales para que los acusados pudieran comprar influencia potencial con candidatos, campañas y los Gobiernos de los candidatos".

Además, se dice que: "En mayo, donaron 325,000 dólares en total a un comité de acción política 'súper PAC' conservador ligado a Trump y 15.000 dólares a otro comité".

Pos', ¿así cómo, criatura?, como diría Piporro.