Editoriales > ANÁLISIS

Asustados por el resultado

Saltan los funcionarios del FMI a desgarrarse las vestiduras en contra del populismo

Siguiendo las corrientes actuales del pensamiento económico, el Fondo Monetario Internacional se ha pronunciado por políticas que ayuden a expandir los beneficios del crecimiento; por acciones para evitar un retorno al nacionalismo económico. Luego de 30 años de que se puso al servicio de los grandes capitales, el Fondo se asusta de haber engendrado una terrible desigualdad económica en que pocos tienen todo y muchos mueren de hambre.

La presidente del organismo, Christine Lagarde, quien dejará el cargo el próximo día 12 de los corrientes, dijo: "El crecimiento sólo ha beneficiado a unos pocos. La globalización debe ser diferente, no puede ser ese impulso por el comercio como hemos visto históricamente; debe tenerse en cuenta la inclusión, la determinación de que funcione para todos, debe prestarse atención a aquellos en riesgo de quedarse atrás". Lo reconoce, a toro pasado.

Asustados por el resultado

El Fondo Monetario Internacional, junto con el Banco Mundial, ambos al servicio de la plutocracia, son los que han impuesto a países con gobiernos ineptos y corruptos lo que han dado en llamar reformas estructurales, que no son otra cosa que agandalle de los poderosos, abaratamiento de la mano de obra, concentración de la riqueza en pocas manos, privatización de empresas, derogación de toda la legislación que impida la penetración y apropiación de bienes por parte de las poderosas empresas trasnacionales, auspiciadas por las superpotencias.

Ahora que los pueblos están despertando de su letargo y muchos gobierno están en vías de implementar medidas proteccionistas para sus países, sus comunidades, su economía y sus riquezas, saltan los funcionarios del FMI a desgarrarse las vestiduras en contra del populismo, tachando a cualquiera que pretenda defender su propiedad y su identidad, de populista, palabra que ni siquiera existe en el diccionario. La conviertan en un insulto. 

El 'mea culpa' se extiende a otros de los causantes de la debacle de la economía y de la guerra desatada en todos los ámbitos del planeta con diversas modalidades, pero siempre con el propósito de mantener los privilegios. Jacob Kirkegaard, del Instituto Peterson, de Washington, dijo que: "Este es un debate al que el FMI llega demasiado tarde, pero no se le puede culpar solo al Fondo, yo también me culparía a mí mismo y a todos los que forman parte de la profesión de la economía: hemos fracasado en prestar atención a esos problema hasta llegar al punto en el que estamos, cuando, obviamente, fenómenos como Trump y otros, no se puede ignorar". Les asusta Trump; pero no la gran miseria. 

Reconoció, además, que: "Las herramientas con las que los economistas trabajan han tendido a centrar en el crecimiento del PIB, que es bueno, pero el problema es que si ese crecimiento va sólo al 2% de la población y el 98% pierde, tienes un problema político". Si los beneficios del magro crecimiento llegan únicamente a una élite plutocrática y el resto: los agricultores y campesinos, los obreros, los pequeños empresarios, el bajo clero, los médicos, maestros, profesores, contadores, ingenieros, empleados públicos, y todos los que deben ganar la gorda con el sudor de la frente, especialmente los obreros de la maquila, sobreviven con salarios de hambre, sin duda el modelo es inadecuado.

Algunos de las expresiones que pueden considerarse populistas, tanto de derecha como de izquierda, tienen sus raíces ancladas en la cultura autóctona, sin que necesariamente se reivindique el sentimiento nacionalista; en otras, es el nacionalismo la mejor forma de expresión para oponerse, en ambos casos, al imperialismo y su fase de colonialismo. Esas expresiones se vieron a principios del siglo XX con la Revolución Mexicana.

Con respecto del avance de Trump, asegura Joseph Stiglitz, Nobel de Economía: "Existía la creencia de que si los gobiernos mantenían las cuentas públicas saneadas, los mercados funcionarían, habría pleno empleo y todo el mundo se beneficiaría. Pero la teoría económica dice que si hay integración, hay ganadores y perdedores, a menos que pongan políticas fuertes para proteger a estos últimos. Los ideólogos olvidaron la distribución". Así es y por ello se asustan.