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Amar sin tregua

El que no ama ya está muerto... San Juan de la Cruz

Nuestra primera relación con el mundo es afectiva, dice José Antonio Marina, pensador español, quien se ha dedicado a descifrar nuestro "laberinto sentimental". Desde que nacemos, el amor es fundamental para el desarrollo; en la mirada de la madre nos reconocemos como humanos y después en la familia vamos afirmando nuestras formas de amar. Así pues, la infancia es definitiva en la "educación sentimental". Un niño rodeado de amor, crecerá con mayor autoestima, se relacionará mejor y tendrá fortaleza para enfrentar las adversidades de la vida. Así de importante y trascendente es el tema.

Pero también es excesivamente complejo porque las emociones implican lo más profundo, lo más íntimo del ser humano. No es fácil hablar de sentimientos y menos todavía entenderlos. Los especialistas incluso, no se han podido poner de acuerdo en la definición exacta del amor. El diccionario dice: "es un sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se desea todo lo bueno". De eso podemos deducir que hay diversos tipos de amor, no solamente el de pareja; podemos sentir amor a la familia, a la naturaleza, a la patria; a muchas cosas dependiendo nuestra forma de ser.

Amar sin tregua

El diccionario sin embargo, no nos podría explicar jamás los padecimientos del amor. Luego entonces, el tema se complica más. Ya desde niños el amor se enlaza a la posesión y el dominio, el infante no quiere compartir el amor de los padres y vive con miedo de perder ese amor. Primero con los padres, luego con los amigos, después con la pareja, con los hijos, el miedo es un sentimiento  encadenado al amor. Y eso ha sido expresado en la sicología, filosofía, literatura, incluso las ciencias más duras han buscado explicaciones a las acciones y reacciones sentimentales.

En la adolescencia el amor se adentra en un mar de confusiones. Los padres ya no son el objeto central y los muchachos buscan afanosamente qué, cómo y con quién sentir. El doctor Enrique Rojas, quien mucho sabe del tema, señala que es en ese momento cuando se planean los cuatro pilares de una vida plena: amor, trabajo, cultura y amistad. Enorme desafío para los psicólogos es la adolescencia y la juventud cuando los sentimientos son intensos y arriesgados. Además la juventud es casi siempre cuando se elige a la pareja con quien se hará vida en común. Decisión trascendente relacionada con el enamoramiento: feliz descubrimiento, atracción luminosa, necesidad de estar con alguien. Locura que no dura mucho, pero puede ser la base de una relación sólida y duradera.

En la vida adulta y la madurez, el amor se vive de distintas maneras. La familia, la pareja, los amigos, el trabajo, la comunidad, el país, el mundo todo, son referentes de lo que somos y sentimos. Cada sentimiento es parte de una experiencia vital que nos constituye y enlaza como seres humanos. Pero ni la madurez es garante de estabilidad emocional, menos aún en este nuestro tiempo, cuando el hedonismo, el excesivo consumo y la frivolidad modifican los sentimientos. Bien lo decía Bauman, nuestra modernidad es de amores líquidos, en los que se huye de lo estable y se busca el cambio constante. Cómo andará este mundo nuestro que se cuentan los amigos por "likes" y el amor se expresa con "emoticons". Y usted sabe que no exagero. Se ha perdido la esencia de la amistad verdadera basada en la conversación, las afinidades, el tiempo compartido y ahora se buscan más que relaciones duraderas; diversión y conexiones sin compromiso.

Lo dicho: el mundo de las emociones es muy complicado y nadie nos enseña a manejarlas ni a dimensionar su fuerza. Tal vez por eso ahora en Japón se ha vuelto un problema de interés general la apatía de los jóvenes para cultivar relaciones, incluso para ejercer su sexualidad: más del 60% de los solteros no tienen relaciones amorosas. Y del amor al prójimo ni hablar. La mayoría de los jóvenes del mundo no sienten empatía ni amor compasivo por los otros. En ese contexto, algunas escuelas tienen programas incluyendo la "educación sentimental", considerada como un eje transversal en la formación de los seres humanos.

"El amor es de quien lo trabaja", diría el clásico. El amor y la amistad y todas las relaciones requieren tiempo, atención, cuidado. En eso se sostienen los lazos, señala el Principito: el tiempo dedicado al cultivo.  Qué la próxima pandemia sea el amor, dice una frase de este tiempo de confinamiento. Por ello, este febrero y siempre, hace falta expresarlo, compartirlo, darlo; en las formas que podamos, aun en la distancia. Amar sin tregua. Ya lo dijo Neruda: "Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida".