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Alacranes con alas

Lorenzo de Monteclaro, de Cuencamé, Durango, cantaba que qué bueno que las vacas no vuelan, porque si los pájaros son molestos, más habrían de resultar las reses.

Lorenzo de Monteclaro, de Cuencamé, Durango, cantaba que qué bueno que las vacas no vuelan, porque si los pájaros son molestos, más habrían de resultar las reses. Una versión diferente del dicho que dice que Dios no da alas a los alacranes; aunque, ora hay que aceptar que ha aparecido una variedad mutante de alacranes que son alados y vuelan como mariposas. Quizá por ello, México envió a negociar el TLC a Guajardo.

Este Ildefonso Guajardo Villarreal, de Monterrey, inició su carrera en el gobierno como director de Finanzas Públicas en la Secretaría de Programación y Presupuesto en 1984, al lado de Carlos Salinas, de cuya mística está imbuido hasta el tuétano, más porque el expresidente lo llamaba paisano, cuando se ponía el traje de neolonés en sus frecuentes ataques de lirismo demagógico. Desde entonces ha estado pegado a la ubre presupuestal; actualmente se desempeña como secretario de Comercio y es archienemigo de mejorar los salarios.

Alacranes con alas

A finales del año pasado, cuando se había convenido un aumento menos injusto a los ingresos mínimos de los trabajadores, operó para que el carcamán que preside la CNSM dictaminara que 80 pesos eran suficientes para cubrir las necesidades esenciales de quienes sólo tienen sus manos para ganar la gorda. Desde la óptica de su obtuso magín, la economía debe estar anclada a la miseria de las clases trabajadoras, cada día más terrible.

El papel que ha jugado Guajardo en la precarización progresiva de los salarios, es, a la luz de la historia reciente, un empeño por consolidar el proyecto neoliberal de Salinas y hacer de México el

paraíso de capitalismo salvaje, enfocado a las exportaciones de los bienes y servicios que producen los trabajadores mal pagados y peor tratados. No tiene empacho alguno en ocultar sus afanes, disfrazándolos con la idea de abatir la inflación.

En 2014 escribió un texto en el que se pone de manifiesto su forma de ver al país y a los paisanos: “El programa de reformas de EPN refuerza y lleva a plenitud estas cualidades sobre todo porque impulsa a la competencia, lo cual consolidará más a México como un lugar atractivo para las inversiones y como una vigorosa plataforma exportadora. En consecuencia, el programa de reformas de EPN desencadenará el verdadero potencial de crecimiento económico del país, lo cual traerá a su vez un futuro prometedor, incluyente y próspero para todos los mexicanos”. A tres años de distancia no se ha visto ese arribo al paraíso.

Las cualidades que menciona en el párrafo anterior, son: “México posee de tiempo atrás cualidades que lo hacen un lugar confiable para invertir: Estabilidad macroeconómica, solidez política, bono demográfico, un capital humano capaz de adaptarse al uso de tecnologías de punta, compromiso irrestricto con el libre comercio, mercado interno en crecimiento, y una estructura competitiva orientada hacia los mercados de exportación”.  ¿De veras?

No se imaginó que los socios del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, están decididos a paliar la enorme diferencia de los ingresos de los magnates a costa de la atroz miseria de los

asalariados. Sin entender las razones que buscan humanizar el libre comercio y la globalización, se mantiene empecinado en su postura de que los salarios no son un tema que deba tratarse en las rondas para la modernización del tratado. En la conferencia de prensa que dio en la Embajada de México en Washington, subrayó que: “La mejora del salario mínimo de los mexicanos no forma parte de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pues es un tema de política interna”. No entiende que un tratado internacional abate la política interna.

Menos aún cuando los dos socios se han manifestado abiertamente por racionalizar los beneficios del libre comercio, a fin de que dejen de meterse todos los goles en una sola portería. Tanto el negociador de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, como la representante de Canadá, Chrystia Freeland, han sido claros en su propósito de que los temas laborales se aborden con un criterio racional, a fin de buscar la homologación salarial, cuando menos en los sectores que las condiciones lo permitan, y se mejoren las condiciones laborales.

Ya aparecieron los alacranes con alas, y uno de ellos se fue a Washington.