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Un amor gigante

No recuerdo ni cómo se llamaba, pero la vi en el cine Savoy cuando tenía yo unos 7 años. Con un actor que en ese entonces tenía una boyante carrera en ascenso: Manuel López Ochoa. Si alguien la vio y recuerda cómo se llamó la película, por favor dígamelo.

Reseña

Un amor gigante

Trataba de un enanito (le llamaré Luis, aunque seguramente ése no era su nombre) que trabajaba como jardinero en la mansión de una familia de clase alta en la ciudad de México. Él vivía en un cuarto de servicio al fondo de la propiedad.

Una noche, la hija de la familia tiene un “reventón” en su casa, se embriaga hasta casi perder la razón y una vez terminada la fiesta, en su semi inconciencia, se mete al cuarto de Luis y se entrega a él.

Al despertar la mañana siguiente, dándose ella cuenta de lo que había hecho, sale corriendo, pero la consecuencia ya estaba ahí; la joven había quedado embarazada.

Después del periodo correspondiente nace el bebé, pero la madre, temiendo que el niño llegue a ser igual que su padre, se lo entrega a Luis para que se haga cargo de él. El hombrecito renuncia a su trabajo y sale cargando sus pocas pertenencias y su hijo, a buscar la manera de salir adelante.

Ya instalado en un humilde cuarto de vecindad, Luis cuida al bebé con ternura y amor. Contrario a su estatura física, desarrolla un amor gigante por su pequeño. En una ocasión, después de cambiarlo de pañal lo arrulla para dormir, y mientras le da su biberón, le dice: “Algún día, cuando tú seas grande, me cargarás como ahora te cargo yo a ti”.

Más adelante, el niño ya de unos ocho años (lo llamaré Juan) es llevado por su padre a la escuela primaria. En una ocasión, al despedirlo en la puerta de la escuela, le dice: “No les digas a tus compañeros que soy tu papá, m’ijito, diles que tú vives en una gran mansión y que yo soy el mayordomo”. Pero el niño no le hace caso y un día llega sangrando; se había peleado con unos niños que se habían burlado de su padre.

La historia sigue mostrando el amor de padre e hijo, aunque Juan no sabe en qué trabaja su papá. Ya de grande (con López Ochoa en el papel), Juan lleva un día a su novia al circo y se sientan enfrente. Salen los payasos enanitos y uno de ellos, al representar su número, va a parar sin darse cuenta a donde está Juan con su novia y al verlo de frente, queda paralizado; entonces el muchacho reconoce a su padre. En la siguiente escena, Juan está en el camerino de Luis, reclamándole por qué nunca le había dicho que trabajaba en eso. Luis, llorando, le explica: “No quería que te avergonzaras de mí, hijo”. Y Juan le demuestra su gratitud con abrazos y besos, asegurándole que nunca lo haría.

Ya para terminar la película, va un día Juan caminando cerca de su casa, y tres pandilleros que están en una esquina dicen en tono de burla: “Ahí va el hijo del enano”. El joven se enfurece y empieza a pelear a golpes con los tres. Alguien corre a avisarle a Luis lo que está ocurriendo y éste se apresura al lugar de la pelea. Cuando va llegando, uno de los pandilleros saca una pistola para dispararle a Juan, pero Luis se interpone y recibe la bala que era para su hijo, muriendo en el acto. Los pandilleros huyen del lugar.

Desconsolado, Juan llora abiertamente y luego carga a su padre para llevárselo de ahí. Entonces se escucha como fondo la voz de Luis diciendo: “Algún día, cuando tú seas grande, me cargarás como ahora te cargo yo a ti”.

Huellas y enseñanzas

Bueno, está bien, a algunos tal vez les parezca que eso fue un “churro” del cine mexicano, pero en ese niño de 7 años dejó huellas y enseñanzas.

Me enseñó del amor gigante que un padre puede tener por un hijo. Un amor gigante que hace que los sacrificios no se sientan tan pesados. Un amor gigante que ayuda a vencer temores y vergüenzas. Un amor gigante que da fuerzas para salir cada día a obtener lo que ellos necesitan.

Y me dejó el deseo de, algún día, tratar de darles a mis hijos un amor gigante.