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Reconocer a los héroes

Con profundo agradecimiento para todos quienes arriesgan su vida por nosotros en esta pandemia.

Desde tiempos muy remotos, la humanidad ha necesitado héroes. Figuras ejemplares que con sus acciones valerosas ayuden e inspiren a los otros. Personas que se convierten en referentes de una sociedad, incluso la trascienden. Todos tenemos nuestra idea de héroes. Los grandes nombres aprendidos en la escuela, pero también en casa buscamos ese ideal de persona. Cuántos niños ven en su padre a un héroe y cuántas veces surgen en una comunidad actos heroicos en personas que de la noche a la mañana se convierten en ejemplo.

Reconocer a los héroes

No sé para usted que represente un héroe o si es de quienes consideran esa figura como una fantasía. Si los imagina siempre muertos, en estatuas de piedra o los supone entre nosotros, dando ejemplos pequeños y grandes. Tal vez si le pregunto a botepronto un nombre, me dirá Miguel Hidalgo, José María Morelos, enormes combatientes de la patria. O quizá mencione a Benito Juárez, el referente de héroe civil en nuestro país, la mayoría de nuestras calles los llevan en su nomenclatura. Si es usted políticamente correcto, seguro incluirá las hazañas de Doña Josefa y Leona Vicario, valientes madres de la patria.  

Ya desde la cultura griega, el héroe era un personaje de gran calado. Un valiente  enfrentando su destino, aun sabiendo que puede encontrar la derrota o la muerte. Héroes que lo son casi siempre cuando mueren y muchas veces vinculados a la guerra, al valor de enfrentar su destino. Pero en ese contexto también hay héroes culturales o civilizadores, quienes han hecho descubrimientos y aportaciones para la humanidad. Entre ellos los pensadores y los héroes médicos por su contribución a la salud de los demás, arriesgando su vida incluso.

A ello quiero referirme hoy. Y no sólo de los notables, sino también de los anónimos. De todos quienes hacen servicios a una comunidad para mantenerla viva. Ahora que la pandemia nos azota en sus horas más crueles, ahora cuando las pérdidas de vida aumentan cada día con su cuota de inmenso sufrimiento, ahora que los nombres de los contagiados son conocidos y  nos sentimos más cerca del temible virus; les invito a honrar a quienes están en la primera línea de batalla. Entre ellos, los trabajadores de la salud principalmente: médicos, enfermeras, técnicos, intendentes, administrativos. 

Así como en el lenguaje militar, la primera línea de defensa es la posición más cercana al peligro; en esta pandemia, ese primer frente está integrado por quienes arriesgan su vida trabajando para salvar la de otros. Por eso, es inconcebible no  darles el reconocimiento merecido. Es lamentable ver que mientras en otros países les honran y les aplauden; aquí todavía son muy pocas las personas, dedicándoles al menos una palabra. Es necesario generar empatía en torno a esos trabajos que ahora son primordiales para la salud de nuestra sociedad. Ponernos en su lugar un momento para dimensionar su extraordinaria contribución en esta crisis, pues ellos también tienen familia, sueños, brazos esperándolos en casa.

Y por desgracia ya son muchos los fallecidos de la primera línea. Cientos de trabajadores de la salud en nuestro país que perdieron su vida buscando salvar las de otros. Héroes que casi nadie reconoció, pero dejaron la vida ahí, atendiendo a los enfermos, cuidando cuerpos, suministrando oxígeno, proporcionando la necesaria mirada humana para un moribundo que ya no pudo ver a los suyos. Eso y mucho más han hecho los trabajadores del sector salud, los de la primera línea, pero también los que en diferentes tareas integran la estructura de la salud, incluso los médicos en sus consultorios atendiendo el dolor en todos sentidos.

Y también están otros servicios que son esenciales para todos. Los trabajadores del comercio, alimentos, agricultura, seguridad, mantenimiento, limpieza, comunicación, los miles de servidores públicos y los voluntarios realizando acciones solidarias; personas que no pueden quedarse en casa y dan la cara para el funcionamiento de lo indispensable. Ellos también arriesgan por nosotros y merecen reconocimiento. Hombres y mujeres que muy difícilmente saldrán en las portadas de los diarios o serán tendencia en red, pero merecen más aplausos que ciertos futbolistas de fama.

Una sociedad vale por el valor de su gente. Los que hacen cosas extraordinarias, pero también quienes son capaces de reconocerlas. Y por supuesto hacer lo que nos toca para evitar más pérdidas. No podemos culpar a los gobiernos, cuando vemos tanta inconciencia. “Hay que ser héroes de nosotros mismos”, decía bien Pellicer.  Esta terrible crisis debe ser recordada por nuestros valores comunes y no por la indiferencia e ingratitud. Para alentar el valor humano yo les invito a reconocer a los trabajadores de la salud y a los que nos dan servicios de diversa índole, a quienes arriesgan todo por nosotros. Reconocer y agradecer, incluirlos en la oración cotidiana, expresarles nuestro homenaje. Ellos están haciendo su parte. Nos corresponde a nosotros hacer la nuestra. Nos va la vida en ello.