Columnas > MONS. JUAN NICOLAU

Inteligencia emocional

Cuando se habla de inteligencia estamos acostumbrados al concepto de coeficiente intelectual, lo que se conoce por sus siglas en inglés como “IQ”, donde se asigna a las personas un número de acuerdo a sus respuestas en exámenes especializados, que indica la capacidad que tiene un individuo de razonar, comprender, y analizar los conceptos planteados en dichos exámenes. 

Una persona con un alto IQ se supone más capaz de llevar a cabo cualquier tarea, ya sea en el campo profesional o académico, y se supone que será una persona más exitosa. Sin embargo no siempre es así, puede haber personas con gran cantidad de conocimientos dentro de su cabeza, pero que no tienen la habilidad para comunicarlo a los demás y que no necesariamente son exitosas en el campo de los negocios o en sus relaciones interpersonales. 

Inteligencia emocional

Los psicólogos han comenzado a manejar un nuevo concepto al que le llaman inteligencia emocional, para tomar en cuenta no solo la cantidad de conocimientos que pueda tener un individuo, sino también la capacidad que tiene de conocer y manejar sus emociones. Algunos psicólogos consideran que el manejo correcto de las emociones puede ser una herramienta muy útil en la toma de decisiones, tanto en los negocios como en la vida diaria. Muchas veces el éxito de una empresa depende más de la motivación que tengan sus empleados que de sus calificaciones académicas. Y para poder motivar a un equipo de trabajo, o a los miembros de una familia, se necesita tener en cuenta que cada uno de los miembros del equipo es un ser humano, que reacciona emocionalmente, a veces sin estar consciente del porque de sus emociones, pero que ve afectada su funcionalidad de acuerdo con su estado de ánimo. Un buen líder debe tomar en cuenta no solo los sentimientos de las personas que lo rodean, también los propios, pues muchas veces el orgullo, la ira, los celos, etc., pueden llevarlo a tomar decisiones erróneas. Lo mismo puede suceder si se deja llevar por la simpatía, el cariño, y hasta la compasión que pueda sentir hacia alguna situación particular. 

Un buen líder debe siempre sopesar los pros y contras antes de tomar cualquier decisión, tomando en cuenta los hechos y las emociones, aunque a veces tenga que hacer algo que no le plazca, si se está consciente que es conveniente y que lograra resolver un problema, debe hacerlo. Las mujeres, por lo general, son mejores en reconocer las emociones en los demás, lo que les permite tomar las mejores decisiones en el hogar, a veces conciliando entre los hermanos, o incluso entre los padres y los hijos, para lograr concordia y harmonía en su familia. Todos podemos aprender a controlar nuestras emociones y a utilizar incluso el coraje, la frustración, la preocupación, como herramientas de comunicación efectiva, no para gritar o insultar, sino para dejar claro como nos sentimos frente a una situación y pedir un receso, lo que evitara que los conflictos escalen. Cuando se expresa claramente un desacuerdo es el primer paso para encontrar una solución satisfactoria para todos los involucrados. 

La inteligencia emocional es algo que todos tenemos al alcance para lograr el éxito, en nuestros estudios, en nuestra familia, en nuestro trabajo, sin embargo es algo que no se desarrolla por sí sola, se necesita de la interacción con los demás, una persona aislada que pasa la mayor parte del tiempo “conectada” en línea, que solo interactúa con los demás a través de textos, correos o videos, no podrá desarrollar su potencial de inteligencia emocional. Al relacionarnos con las personas es cuando practicamos la expresión y lectura de las emociones, y solo así sacaremos provecho de todos nuestros recursos, intelectuales y emocionales, para lograr ser mejores personas.

…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Msgr. Juan Nicolau, Ph.D. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Licenciado en Sagrada Teología. Es terapeuta familiar y consejero profesional con licencias.