Columnas > GERARDO MORENO

‘¿Eres pasivo-agresivo?’

«¡Descubre cómo bajarle tres rayitas!»

Recuerdo una ocasión que una señora le ofreció chocolates a una amiga mía. Ella contestó: “Muchas gracias señora, pero llevo quince días a dieta.” La señora le dijo: “¡Ay mijita, pues échale más ganitas, para que se te note!” Esto es un claro ejemplo de lo que es una acción pasiva-agresiva. Como podrás darte cuenta, la señora no tuvo necesidad de gritar, sin embargo, su comentario lleva una alta dosis de violencia. La imprudencia disfrazada de “comentarios inocentes” es lo que mejor puede describir a un pasivo-agresivo o, en palabras más francas: un chingaquedito.

Es como si de repente te ascendieran de puesto y tu compañero te dice: “Jamás pensé que te fueran a dar ese puesto.”  O típico que tienes una amiga que sabe que te pusiste implantes y que tú no quieres que nadie más se entere y en pleno desayuno con todas las amigas te dice gritando emocionadísima: “¡Wow, qué increíble te quedaron las chichis amiga, se te ven divinas!” ¿Les suena familiar?

‘¿Eres pasivo-agresivo?’

Hoy les traje 5 de las conductas típicas de un pasivo-agresivo o “cuchillito de palo,” que no corta, pero como chinga:

1. Cuando a todo le ves el negrito en el arroz. Le regalan un carro nuevo a tu compañero de trabajo y tú llegas con él y le dices: “¡Uy, me dijeron que ese modelo sale malísimo!”

2. Cuando dejas todo para después. Los pasivo-agresivo odian que les digan lo que tienen que hacer. Por más que te piden que bajes la tapa del baño, cierres la pasta de dientes o seas más puntual, tú siempre haces tu voluntad. 

3. Cuando según tú, nunca tienes tiempo. Una cosa es tener un día con mil y un cosas que hacer y, por lo tanto, llegas tarde a tus citas y otra, muy distinta, que lo hagas de manera permanente. Cuando es así, el mensaje que estás dando es que tus ocupaciones y tu tiempo son más valiosos que el de los demás. 

4. Cuando andas de entrometido y ayudando sin que te lo pidan. Ayudar a quien no lo necesita, a quien no te ha pedido ayuda o que está perfectamente capacitado para desempeñar lo que está haciendo es una intromisión y sutilmente le estás diciendo “incompetente” (por no decir imbécil) Esto les sucede mucho a las mamás sobreprotectoras y después se preguntan por qué sus hijos no dan resultados en la vida. #Anótele

5. Cuando te haces el mudo. Esta es la estrategia que por excelencia recurren los pasivo-agresivo. Te haces el digno y decides cerrar la boca, según tú para poner un límite, cuando en realidad sólo quieres castigar al otro y anular su presencia sin que tenga oportunidad de expresar lo que siente.  

¿A poco no es un infierno ser o convivir con un chingaquedito? ¡Qué fastidio! El primer paso para que puedas gradualmente generar un cambio es que cuides tus palabras y aquí te daré un par de frases para que comiences a entrenarte: 

A. En lugar de “No estoy enojado.” Sustitúyelo por “Estoy molesto por…”

B. En lugar de “¡¿Por qué te sulfuras y enojas tanto?” Sustitúyelo por “Noto que estás molesta, dime la razón.”

C. En lugar de “Ta’ bueno, como tú quieras.” Sustitúyelo por “Preferiría que fuera de otra manera…”

D. En lugar de “Disculpe su realeza, no entendí que lo quería inmediatamente. Perdone su majestad.” Sustitúyelo por “No lo quería hacer.”

¿Qué es lo que puedes comenzar a hacer? 1.- Primero que nada, auto obsérvate y ve qué es lo que en realidad te hace enojar de los demás (¿Es algo de ellos o es algo mío que veo en ellos?) 2.- Sé franco contigo mismo y reconoce las contradicciones que hay en ti entre lo que dices y lo que haces. 3.- Recuerda que lo que no se habla se actúa, por lo tanto ¡Di lo que sientes y lo que piensas! Anteponiendo el mágico filtro de la prudencia. 4.- Renuncia a tu necesidad (o, mejor dicho, necedad) de quererte vengar o tener la razón. Lee la columna de la semana pasada para que veas lo inútil que resulta vengarte. Por último, date cuenta de que cuando todo el mundo te saca la vuelta, el mundo no es el que está equivocado. Nos leemos la siguiente semana. ¡Feliz Día de Acción de Gracias!

Sígueme en mi página oficial en Facebook, encuéntrame como Coach Gerardo Moreno