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‘El que se enoja pierde’ La diferencia entre enojarse y estar enojado

  • Por: GERARDO MORENO
  • 07 MAYO 2015
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‘El que se enoja pierde’ La diferencia entre enojarse y estar enojado

 

¿Te has dado cuenta de todo lo que el llanto de un niño puede lograr? Cuando un bebé no es atendido, lo primero que hace es llorar y gritar para que lo atiendan. Esta es una etapa natural del desarrollo, pero muchas personas se estancan ahí y crecen convencidos de que las cosas se obtienen gritando y sobretodo, enojándose. 

De repente es muy común ver a personas enojadas por todas partes con un sinfín de razones para estarlo: el tráfico, el estrés, la gente o los compañeros de trabajo; sin mencionar su mal humor cuando andan “cortos de lana”, o por el clima, e incluso por las hormonas. ¡Nunca falta el pretexto para andar de malas! 

Una cosa es enojarse (lo cual es totalmente natural) y otra muy distinta estar enojado. Recuerdo a una amiga de mi mamá que había puesto un negocio con su hermana. Por alguna razón las cosas no salieron bien en el negocio y obviamente terminaron en pleito y enojadas. Lo peculiar del caso, es que ya han pasado 20 años (cabe aclarar que las hermanas nunca se volvieron a hablar) y cuando se toca el tema «macabro» de aquel negocio, la amiga de mi mamá sigue trinando de coraje. Lo que sucede, es que ella ha elegido mantenerse enojada. 

Puedes enojarte con todo el mundo, con el clima, la economía, el gobierno, la inseguridad, los canguros de Asia y todo lo que se te ocurra. Habrán circunstancias que dependen de ti y otras que no. Es ahí donde se encuentra la delgada línea entre sufrir y aceptar. Las personas sufren cuando el enojo y la necedad les impiden ver la realidad. Te puede molestar que la gente no sea o no reaccione como tú deseas o que no se anticipen a tus deseos. Yo estoy convencido de algo: “La gente es como elige ser y punto.” Observa todo el sufrimiento que alguien pude experimentar en su afán de cambiar a otra persona. Pueden invertir mucho tiempo en que la otra persona “evolucione” y al final, lo único que encontrarán será frustración e impotencia, porque la decisión de cambiar es una decisión personal. 

Hay personas que están convencidas que su forma de ver al mundo es la correcta o que es la única forma de verlo. Te imaginarás cuántos berrinches hacen en la vida y el enojo contenido en su interior. Dice un proverbio chino algo muy interesante: “Es mejor ponerte sandalias, que querer alfombrar a todo el mundo.”  Existen tres formas de manejar el enojo. Reprimir, explotar o expresar. Las dos primeras opciones son igualmente tóxicas, la diferencia es que cuando reprimes el enojo tú eres quien paga la factura, cuando explotas es alguien más quién pagará los platos rotos, no obstante cuando lo expresas, estás eligiendo liberarlo de forma saludable. 

Si realmente deseas liberarte del enojo, es indispensable que le agregues inteligencia a la emoción. Te recomiendo lo siguiente para evitar tener «efectos secundarios» con el enojo. • Cuando una situación no resulte como esperas y necesites “reclamarle” a alguna persona asegúrate de explicarle que estás molesto con su actitud y no necesariamente con su persona. 

• Si tu ira te rebasa, evita hablar o tener confrontaciones hasta que a tu mente se le baje la efervescencia. 

• Si el enojo se desborda, ve a un lugar privado (tu auto puede ser un sitio seguro) y grita. Aprovecha para “vociferar” todo lo que quieras, notarás incluso que tu cuerpo está más relajado o por lo menos, menos tenso. 

Es importante subrayar, que liberarte del enojo no implica que tengas que estés de acuerdo o que tengas que reconciliarte con alguna otra persona, únicamente implica que tú te liberes de aquello que intoxica tu mente y tu espíritu. Es una realidad que el que se enoja pierde, sin embargo, lo verdaderamente grave es elegir mantenerte enojado. El enojarte es una reacción del presente y el mantenerte enojado es mantener tu mirada en el pasado. Decídete a estar presente y ya sabes: “Quien no aporte nada bueno… ¡Sáquese!” Nos leemos pronto. Hasta la próxima. 

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